Historias de calles desiertas - Clint Eastwood y un pacto que se rompe

Columnas 04 de septiembre de 2020 Por Ezequiel Yebara
En 2019 se estrenó Richard Jewell. Mediante un caso real, Clint Eastwood muestra la corrupción de los poderosos, cómo se derrumban las creencias de una persona inocente y cómo los prejuicios pueden generar un culpable.
FOTO 1 copy

Richard Jewell es la última película del director norteamericano que, a los 89 años (sí, 89 años), enseña de una manera cruda y concisa cómo los sectores de poder pueden arruinar la vida de un hombre inocente. 

La historia se basa en los hechos reales que tuvieron lugar durante los Juegos Olímpicos de 1996 en Atlanta, Estados Unidos. Durante una de las jornadas, un terrorista detonó una bomba que dejó varios muertos y heridos. Si el guardia de seguridad Richard Jewell no hubiese advertido a las autoridades sobre un paquete sospechoso, la tragedia podría haber sido mucho mayor. Al día siguiente de la explosión, se convierte en un héroe nacional y la prensa potencia esta imagen. Pero la concepción que la gente tiene del joven cambia cuando el FBI lo acusa sin pruebas como responsable del atentado. Los medios cambian su postura y amplifican la falsa acusación.

La película tiene como protagonistas a Richard Jewell (en una maravillosa interpretación de Paul Walter Hauser), su madre Bobi (Kathy Bates), Watson Bryant (Sam Rockwell) como el abogado de Jewell, el agente del FBI Tom Shaw (Jon Hamm) y Kathy Scruggs (Olivia Wilde) como la periodista del diario de la ciudad.

El protagonista es una persona que no se ajusta a lo que se considera “normal”. Habla lento, es soltero, tiene sobrepeso, vive con la madre y tiene una fascinación (por momentos obsesión) con la ley, el orden y las fuerzas de seguridad. Su máxima aspiración es ser policía y dedica su vida a respetar a cualquier figura de autoridad. 

El director utiliza la historia para retomar temas que son recurrentes en su filmografía como la corrupción, el abuso de poder, el oportunismo del periodismo y el error que se puede cometer a la hora de juzgar a alguien sin detenerse a pensar realmente lo que se dice. ¿Por qué? Porque al poseer antecedentes mínimos e insignificantes el guardia es acusado de ser el responsable de un atentado de gran magnitud. Las autoridades necesitan un culpable, los periodistas una historia y como resultado, buscan al más débil. Un hombre poco social, sin un puesto de trabajo de jerarquía que aún vive con su madre.

Una de las primeras escenas muestra los inicios de Richard trabajando junto al abogado Watson Bryant, quien le da un billete de cien dólares y le dice que es "quid pro quo", es decir "una cosa por otra". Lo que Bryant busca es un acuerdo con el joven Richard, le da ese dinero para que Jewell se lo devuelva una vez que se convierta en policía. 

FOTO 2 copy
Richard tiene un acuerdo con Watson como el que siente con las autoridades y el Estado. Jewell cree que su compromiso como ciudadano le garantiza protección y procesos de justicia limpios. Eso no sucede y los hechos se lo demuestran. Si bien le cuesta aceptarlo, en un determinado momento Richard romperá con esta creencia. El único lazo real que le quedará de este tipo es con la persona que, como él mismo le reconoce, lo trató siempre como un ser humano, sin burlarse ni decirle frases despectivas cuando eran compañeros de trabajo. Lo que prospera es una conexión humana y no burocrática.

Además del accionar corrupto, abusador e injusto del FBI, Eastwood muestra la colaboración que las fuerzas de seguridad tienen con el periodismo. El personaje de Kathy Scruggs lo evidencia de manera clara en cada una de sus intervenciones, en las que amenaza a las partes del conflicto con el poder que ella y la tapa de su diario tienen. Mediante esta coacción busca información. Incluso en una de las charlas con el agente Shaw, responsable de la investigación del atentado, le dice abiertamente que ambos se necesitan mutuamente. Durante buena parte de la historia, la convivencia de los medios junto al FBI destruyen la imagen de Jewell. El abuso es tan grande que en una conferencia de prensa y entre lágrimas, su madre le pide al presidente Clinton que limpie el nombre de su hijo. Como dice Watson en esa escena, Richard se enfrenta a los dos poderes más importantes de Estados Unidos.

FOTO 3 copy
Eastwood presenta una historia que invita a reflexionar sobre cómo las etiquetas al servicio del poder pueden arruinar la vida de una persona inocente. En un último trabajo con una dirección magistral, nos sumerge en una historia que ayuda a matizar las posturas extremas que hoy atravesamos. Si bien todos podemos tener pactos con quienes deseemos, no debemos dejar que nublen nuestro juicio o criterio y nos lleven a construir falsos y peligrosos prejuicios.


Nota del autor: Para más notas y artículos sobre Clint Eastwood los invitamos a visitar https://diosclint.wordpress.com/ donde con Germán Perrotta (@GerJP) analizamos películas y diferentes aspectos de la vida del director.

Te puede interesar