"Las clases dominantes se empeñan en que los pueblos no tengan historias"

Columnas 27 de junio de 2020 Por William Marino
Ya han pasado 47 años de aquel día nefasto como lo fue ese 27 de junio. Ese mismo día comenzará una de las gestas más gloriosas de la clase obrera y trabajadora, de estudiantes y profesionales, tanto de Montevideo como del interior del país.
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La Huelga del 73

“Las clases dominantes se empeñan en que los pueblos no tengan historias”.

Rodolfo Walsh. 1927 – 1977 Periodista Argentino asesinado por la dictadura              

Ya han pasado 47 años de aquel 27 de junio, el día donde comenzó una de las gestas más gloriosas de la clase obrera y trabajadora, de estudiantes y profesionales, tanto de Montevideo como del interior del país.

En aquel momento, nadie sabía que podía pasar al día siguiente. Sí se podía observar que había una camarilla, la que dio el golpe cívico-militar, sediento de sangre y de dinero. Seguro que el golpe no lo habían comenzado a planificar el “día anterior”, los planes venían de varios años atrás. El apoyo al golpe no era solo de la burguesía nacional, detrás estaba la CIA, el FBI, el comando del ejército del sur de los EE.UU.

No hay que olvidar el papel que jugó Dan Mitrione, con su oficina en el segundo piso de jefatura de policía. O de los propios servicios secretos franceses, que asesoraban a los militares argentinos en técnicas de tortura y muchos ya habían cruzado a la otra orilla.  El golpe de estado cívico-militar, NO fue el fruto de una decisión de un día para otro. Al igual que los preparativos para la defensa de la democracia por parte del movimiento sindical, popular y social, que ya se habían manifestado en 1964, “si hay golpe, hay paro general por tiempo indeterminado”.

Eso no fue producto de un capricho, o de hablar por hablar: era un movimiento obrero que se organizaba, que discutía cómo defender los embates de la derecha fascista que asomaban en el horizonte de la política uruguaya.  

Los días anteriores a la madrugada de ese 27 de junio, se notaba en el ambiente el ir y venir de un ejército sediento de sangre.  Los locales políticos en su inmensa mayoría estaban cerrados, pues los opuestos al golpe, organizaban la respuesta a la barbarie fascista, en los sindicatos, en fabricas, talleres, liceos, facultades. Todo era válido para organizar la resistencia.  

El 26 de Junio, estaba citada la Asamblea del Senado a las 22 y 30. A esa hora no había quórum, recién a las 0.25 se logra el mismo y comienza la sesión, con la presencia de ocho senadores blancos. Wilson Ferreira Aldunate, Walter Santoro, Caminillo Mederos, Carlos Julio Pereira, Dardo Ortiz, Alembert Vaz, Jaso Anchorena y Pedro Zabalza. Cinco senadores del partido colorado: Nelson Constanzo,  Amílcar Vasconcello, Paz Aguirre (presidio el Senado), Hierro Gambardela y Héctor Grauer. Por el Frente Amplio estaban presentes tres legisladores: Enrique Rodríguez, Rodríguez Camusso y Pla Rodríguez.  

La sesión fue muy corta, a la 1 y 40 finalizó, pero todos los Senadores, hablaron de la grave hora que atravesaba la República. Amilcar Vasconcellos decía a viva voz que había que oponerse a “la toma del Palacio Legislativo por parte del ejército si quería ocupar el Palacio”.  El senador Enrique Rodríguez, un ex trabajador de  zapatero remendón manifestó que “la clase trabajadora del Uruguay nunca ha fallado a las causa populares y ahora no fallará”.   Pla Rodríguez se refirió a "esos luchadores anónimos: los JOVENES de mi partido que son el gran tesoro de nuestra colectividad política, ellos no fallaran”.   Rodríguez Camusso, por su parte, acusaba al “miedo cerval de la clase social que se sabe condenada por la historia. Que no tienen patria, pero tienen bolsillo. La que no tiene principios pero tiene negocios”. Constantes expresiones de confianza en el pueblo organizado, militante y sacrificado.  

Otro de los discursos que emociona recordar, por su vehemencia, es el de Wilson Ferreira: “nuestro Partido Nacional se considera en guerra contra el señor Juan Ma. Bordaberry, enemigo de su pueblo".

Mientras esto sucedía en el Palacio de las Leyes, las fábricas, talleres, oficinas públicas y privadas, centro de estudio, sean estos liceos o facultades, bancos, obras de construcción, hospitales y sanatorios, se comenzaban a ocupar. En algunos casos llegaban los trabajadores solos, en otros con sus familias. Hoy a la distancia en el tiempo, es algo casi inentendible.

Los carteles en las puertas de los locales y/o edificios ocupados mostraban consignas como: “No al Golpe fascista”. “El pueblo unido jamás será vencido”. “Más vale morir de pie que vivir de rodillas”. “No al fascismo” “Local ocupado NO a la rosca económica”. “Viva la CNT”.

Por mi parte ese mismo 26, a eso de las 19 hs, me encontraba en el local del Partido Comunista, seccional Puerto, en la calle Piedras, Kamiski. El hombre de las finanzas nos dio la orden de retirarnos pues la cosa venia brava.

A las seis y poco salimos con un compañero a mirar cómo andaba todo. La soledad de las calles era impresionante, muchos caminando rumbo a sus lugares de trabajo para ser ocupados. Después nos dirían otros, que andaban en la misma tarea. Lo interesante que era ver familias enteras rumbo a la ocupación, parecía una especie de mudanza. Pero no era una diversión para nadie, se sabia y se era consciente que solo con una gran organización se podía detener al fascismo.

Aunque a muchos no les guste: Los trabajadores supieron estar a la altura de su responsabilidad. Las preguntas que nos hacíamos y nos seguimos haciendo es ¿Cuántos locales se ocuparon no solo en Montevideo y Canelones, sino en todo el país? ¿5.000, 10.000 o 15.000?. Y a lo largo de todo el país. ¿Cuántos? ¿Cuántos trabajadores participaron en esa maravillosa experiencia, que en verdad nos costo “Sangre, sudor y lagrimas”? Creemos que deben haber participado más de 300.000 trabajadores.     

En esa misma madrugada que los militares, encabezados por Esteban Cristi y el Goyo Alvares, ocupan el Palacio de las leyes, los máximos dirigentes de la CNT se reunían en la Federación del Vidrio, dando la orden formal de ocupar los lugares de trabajo.

Fue una huelga muy atípica y como lo dijo Enrique Rodríguez en su libro "Raíces del  Movimiento Obrero Uruguayo" fue una huelga por la Libertad, por la Democracia, contra el Fascismo. Pero no fue una huelga insurreccional, como tampoco espontánea, fue una huelga como pocas, por no decir única en el mundo, pues duro 15 días.  

Luego vendrá la manifestación del 9 de Julio a las 5 en punto...   

William Marino

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