Puertas ideológicas

Columnas 09 de abril de 2023 Por Ramón Fonticiella
El lector, al correr de la nota, puede pensar que esta columna es sólo para frenteamplistas. Nada más lejano de la realidad. En verdad tiene un contenido dirigido a quienes, hoy, no lo son. Se trate de votantes que en 2019 se alejaron, de ciudadanos lastimados por un sistema de gobierno que los perjudica, de uruguayas y uruguayos que creyeron que vivirían mejor con Lacalle y se frustraron, de primeros sufragantes que pretenden (con razón) un gobierno que verdaderamente trabaje para todos y no sólo para algunos.
Ramón_Fonticiella_2

Mi intención (quizás atrevida) es invitar a todos a reflexionar. Seguramente es, como dirían los psicólogos respecto de los sueños, una especie de “residuo” intelectual de este tiempo que vivimos. Las tres grandes religiones monoteístas que influyen en occidente, aun en quienes no las practican, tienen tiempos especiales de reflexión. Por orden de aparición en la historia: el judaísmo, el cristianismo y el islamismo tienen en sus ritos, etapas específicas de meditación. La Semana Santa de los cristianos, que ahora transcurre; el Ramadán de los islámicos, desarrollado en este mes lunar; y el Rosh Hashaná (Año Nuevo judío que este año será el 15 de setiembre) y otros, marcan momentos y tiempos de pensamiento. Aunque no parezca, estas condicionantes me han motivo a convidarlos a pensar, reflexionar, sobre Puertas ideológicas

Quiero hacer referencia a las “puertas de ingreso” a una columna fuerte para transformar el gobierno, de tal manera que cambien para bien el presente y el futuro de la mayoría de los habitantes del país, sean naturales o migrantes. Esa fuerza de transformación debe ser tal, que supere a la potencia regresiva que ha tenido la actual coalición multicolor. En tres años, esta casi anárquica formación, ha deteriorado la estructura de supervivencia de trabajadores, jubilados y pequeños empresarios. Ha permitido la caída del consumo interno y la desaparición de empleos en actividades vigentes, ha retaceado el acceso a la educación media y superior, a la salud, a los cuidados de las personas minusválidas, a la tierra a quienes quieren trabajarla, a la vivienda a los humildes; ha entregado bienes del Pueblo a manos privadas: puerto de Montevideo, concesiones de telecomunicaciones, provisión de bienes al Estado, documentación nacional, propiedades de colectividades y larga lista.

Téngase por seguro que esa tarea de contención y reconstrucción no es privativa de los frenteamplistas tradicionales. Por supuesto que estamos y estaremos en ella; pero no solos. Todas las personas de buena voluntad, con amor por los suyos, respeto, tolerancia y afecto por sus semejantes, están comprendidos en la necesaria fuerza de cambio, como ocurre desde hace más de cincuenta años.

Esa potente masa organizada y con ideas claras, debe formarse a partir de “puertas de ingreso” a la pacífica y decidida fuerza de cambio. Es verdad que ya la integramos los actuales votantes frenteamplistas, pero no somos los únicos preocupados por el presente y el futuro del país, por lo que deben sumarse voluntades y fortalecer la columna. 

Soy de quienes creen que es bueno que haya varias puertas. Si quiere, llamémosle corrientes de bases ideológicas diferentes, pero dirigidas a la misma utopía: construir una república sin brechas insalvables entre poderosos y trabajadores. Esa ha sido la misión del Frente Amplio desde su fundación, con los cambios de épocas, gestores, visiones y escenarios que el mundo fue deparando; pero nunca ha cambiado sus objetivos; ni sus métodos. Si se promovieran mecanismos de captación, funcionamiento o gobierno, alejados de la utopía de la igualdad, se estaría fuera del frenteamplismo. Quienes han ingresado a la fuerza de cambio en más de cincuenta años, han seguido el mismo norte: la igualdad de oportunidades, procedimientos y objetivos.

Me parece clara la necesidad de que existan varias puertas para transitar dentro de esa “heterogénea unidad” de frenteamplistas diversos y muchos otros ciudadanos con esperanzas de cambio social.

Es imprescindible que la organización transformadora cobije a todas/os los que queremos honestamente cambiar. Si claramente ya hay una línea (la de Orsi) sostenida por movimientos que pregonan la Patria Grande y la liberación nacional; y otra (formalmente aún no definida por candidaturas) que tiene como eje central las fuerzas marxista -leninistas; es razonable que exista una tercera que refleje las otras formas de visión política: humanismo cristiano, socialdemocracia y pensamientos convergentes. De esa manera la población (y la militancia) tendrán sectores ideológicos bien definidos para marchar hacia la utopía. No le pongo nombre propio a la figura de la tercera corriente, pero ella debe girar en torno a la Convocatoria Seregnista Progresistas, que es quien debe decidir su representante.

Estas tres son las autenticas puertas de ingreso a la fuerza de cambio, sin renunciar nadie a nada, ni rendir culto a quien no se estime necesario.

Cierro aquí las necesidades. Estas son las corrientes que realmente existen, con claros acentos ideológicos propios en cada una, más allá de quién las encabece circunstancialmente; no son asuntos de perfiles personales, sino de fundamento de ideario político.

La construcción de caminos exige definiciones políticas en tiempo y forma. La población no vive interesada en la acción política, hay que cautivarla y enamorarla, hay que consolidar las puertas, sin mitos. Todo lleva tiempo...

Las tres columnas del Frente Amplio, como fuerza transformadora, deben tener sus cabezas visibles, por el bien colectivo, y cuanto antes.

Te puede interesar