Sobre Paulo Freire (Segunda Parte)

Columnas 28 de septiembre de 2021 Por Jorge Barrera
El pensamiento de Paulo Freire está en sintonía con la “ opción por los pobres” emanada del Concilio Vaticano Segundo y los cambios revolucionarios en la Iglesia promovidos por Juan XXlll, en consonancia con el evangelio y la vida de Jesús quien; “Nació en una familia humilde y trabajó como carpintero.
Paulo_Freire

El mismo Jesús que al principio de su predicación, anunció que en el Reino de Dios los pobres son bienaventurados.

La principal obra de Paulo Freire: “La pedagogía del oprimido” está dedicada a los  “desharrapados del mundo y a quienes descubriéndose en ellos, con ellos sufren y con ellos luchan”, de ese modo el hombre encuentra a Dios en el sufrimiento de sus hermanos, sobre todo en las penurias de aquellos más postergados.

Freire cree, en la linea de algunos pensadores neo marxistas, que la educación es el camino a la liberación, pero,  la tarea no es sencilla, ni es individual, es con los más postergados, con los desharrapados del mundo. Remarco, no es para ellos, sino con ellos. Porque en definitiva, ¿Quién mejor que los oprimidos se encontrarán preparados para entender el significado terrible de una sociedad opresora?

Para situar el pensamiento del autor en el contexto del pensamiento universal, debemos analizar los supuestos fundamentales. Estos surgen del análisis de la realidad y se formalizan posteriormente, y no el vano intento de aplicar las categorías a la realidad, en una tarea que implicaría la racionalización de ésta, en lugar del análisis racional del mundo,

Según Marcos Santos Gómez son tres los aportes que Freire recoge de la tradición filosófica. A saber:

1)    Las ideologías como elementos de reproducción social y su superación mediante la «concientización».

“Se conoce como «ideología» el conjunto de creencias e ideas (políticas, religiosas, morales, etc.) que legitiman una determinada configuración social, justificándola y, a veces, encubriendo las verdaderas razones de que las cosas sean como son, concepto hegeliano usado por los marxistas desde los “Manuscritos sobre economía y filosofía” que escribiera Marx.

El pedagogo brasileño pone en el centro de su preocupación pedagógica el problema de la enajenación de los oprimidos. Sólo a partir de aceptarse como tales se puede modificar la visión del mundo.

Juan Pablo Terra en “Mística, desarrollo y revolución”  escribía: Ciertos grupos, —por ejemplo, políticos o religiosos— pueden presentar programas escritos o adherir a sistemas filosóficos o teológicos, pero la mayor parte de los grupos amplios que participan en el conflicto social, y en particular las clases sociales, no. Cuando hablo de ideología me refiero a otra cosa. Todos interpretamos de algún modo nuestra realidad y nuestra situación social. ¿Cómo puede sorprender que los que tienen una posición social semejante y que están, además, relacionados entre sí por el intercambio dentro de un grupo social, terminen formándose de todo esto una interpretación común? Todos los miembros del grupo aprenden, trasmiten, discuten, en la vida de todos los días, ideas y opiniones que van formando convicciones permanentes y compartidas que se respiran como el aire. Los países, por ejemplo, se trasmiten una versión de su historia, de su formación, de sus héroes, de los conflictos con los países vecinos. Es posible que los especialistas de ambas orillas del Plata se puedan poner progresivamente de acuerdo sobre la interpretación de ciertos hechos históricos. Pero, ¿quién puede negar que la historia vivida, el recuerdo social, la historia escolar, son tan distintos de una orilla a otra del Plata, que los mismos hechos aparecen irreconocibles? Y esta diferencia, tan significativa, ¿de qué resulta? ¿Sólo de que disponen de datos distintos? No. Cada pueblo está mejor informado de una parte de los problemas que le interesan y le tocan más vivamente. Pero, además, cada uno ha cultivado aquello que le dolía, lo halagaba o lo enorgullecía, ha resaltado lo que servía de argumento para defender su posición, ha fortalecido lo que tendía a consolidar la existencia y el futuro del propio grupo nacional.  Y algo de eso pasa siempre que hay grupos sociales en conflicto.  

Transformar al mundo implica: asumir que las ideologías son elementos de reproducción social y que su superación se puede lograr sólo mediante la «concientización».Las estructuras políticas, económicas y culturales, son similares a una  caverna que mantiene a los sujetos prisioneros. Los discursos hegemónicos provenientes, por entonces, exclusivamente de los centros culturales, inmovilizaban al sur. Tanto los relatos, como la hermenéutica de los mismos, distorsionados por un euro-centrismo, opacaba el verdadero conocimiento. Esa filosofía representaba, para los postergados de los países subdesarrollados, la caverna, que los  aprisionaba.

Es importante, pues, dejar claro que cuando hablo de una ideología no me refiero a una doctrina o a un sistema teórico, sino a un complejo conjunto de ideas tal como viven en el grupo. Y estas ideas se refieren al modo como la gente de ese grupo ve o imagina su estructura, sus procesos, su situación y su historia, en relación a la estructura, los procesos, la situación y la historia de la sociedad total y de los otros grupos. Pero además de una interpretación de la realidad, la ideología de un grupo contiene apreciaciones de valor: juicios, calificaciones de bueno y malo,  preferencias, condenas, rechazos. Alguien ha dicho que la ideología es una especie de sociología popular, por eso de que es una interpretación de la realidad social del propio grupo y del resto de la sociedad. Pero, en todo caso, si es una sociología popular, no tiene ninguna pretensión científica de objetividad o imparcialidad. Es comprometida, y habitualmente  apasionada. Y ese compromiso, esa pasión, no se refieren solamente al juicio sobre los hechos y sobre la historia, sino también al futuro. La ideo-logía comprende también aquello a lo que el grupo aspira, lo que valora, lo que sueña, lo que se propone como objetivo, lo que prevé como futuro. Y, así entendido, debo repetir que todos los grupos que participan en conflictos sociales tienen sus ideologías, aunque no lo sepan. También es importante afirmar que todas las ideologías están viciadas por esquematismos y deformaciones. Parcialmente, en mayor o menor grado, toda ideología está afectada por la limitación de la capacidad humana para conocer y comprender. Pero también por la posición del grupo social y por las deformaciones pasionales que se infiltran en el pensar humano y se alimentan mutuamente entre los miembros del grupo. En esa caverna ideológica sólo se podían ver las imágenes que se proyectaban en la  pared, y que eran funcionales a la ideología dominante.  Éste pensamiento representa las cadenas que, en el texto platónico, mantenía a los prisioneros inmovilizados. Del mismo modo, desde la periferia, sólo se podía ver el discurso hegemónico de los opresores. Ideología enajenada y enajenante.

2)     La ubicación del punto de partida para el proceso educativo- alfabetizador en la situación límite que vive el oprimido; El pedagogo brasileño piensa que no es posible hacer una reflexión sobre lo que es la educación sin reflexionar sobre el hombre mismo, de allí la necesidad de partir de  un estudio filosófico – antropológico. Para eso, propone pensar sobre nosotros mismos, Buscando como San Agustín en su propia interioridad.  De esa manera, es posible encontrar, en la naturaleza del hombre, algo que pueda constituir el núcleo fundamental donde se sustente el proceso de la educación. Es desde allí donde Freire comienza a construir su pensamiento antropológico y pedagógico.                        

3)     La naturaleza dialógica del ser humano y su fundamental apertura.

El ser humano se hace con los otros, en comunidad, y a partir de la horizontalidad dialógica. Los hombres y mujeres se hacen en diálogo permanente con los otros, yo soy yo con el otro, en comunión. Este supuesto lo acerca a Habermás y a las    éticas discursivas.

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