Contra el feudalismo uruguayo

Columnas 14 de noviembre de 2023 Por Ramón Fonticiella
Con más admiración que capacidad, escribo esta nota pensando en un oriental entregado siempre a su tarea de construir la antítesis del feudalismo económico en Uruguay: Danilo Astori. Su pensamiento y su acción, fueron decisivos para que el país, por quince años, se alejara de la pirámide feudal levantada hace siglos. Nuestra honra puede ser permanente si sostenemos sus ideas económicas, que dos presidentes respetaron y pusieron en práctica.
DAnilo Astori

Entiendo la resistencia opuesta por los conservadores uruguayos, continuadores de la idea feudalista. Danilo Astori fue obrero de la igualdad entre los habitantes orientales, por tanto, opositor militante al feudalismo de este tiempo. Según leo en un estudio realizado en España por el Gobierno de Islas Canarias, el feudalismo era en Europa de hace casi 1000 años un “modo de producción tributario: Manera de organizar el trabajo social en la que se diferencian dos grupos en la población: los productores primarios (campesinos y otros trabajadores, el 80-90% del total) y la élite (nobles y sacerdotes, que no trabajan, el 10-15% del total). El excedente de la producción es arrebatado a los productores por la élite, que monopoliza el poder y la violencia.”

¿Qué diferencia sustancial hay con la economía que hoy trata de imponer el gobierno uruguayo? Ninguna. La coalición procura implantar una organización, que hoy no está integrada como dice la definición, pero que tiene pocos privilegiados y muchos sometidos. El arrebato de los excedentes se produce por la violencia de leyes que privilegian el capital e imposiciones sobre los que menos tienen (paga el mismo IVA el millonario que el menesteroso, los ajustes a la salud y la educación perjudican al trabajador y los jubilados.)

La teoría y la práctica del actual gobierno uruguayo (más allá de la corrupción), es poner en acción una visión feudalista de la economía. Ya no hay títulos de rey, señores, nobles, vasallos o siervos, pero si personas y corporaciones que se desenvuelven como tales. Los linajes se supone que no existen, ni los caballeros, pero están los “malla oro”; no hay servidumbre en términos feudales, ni siervos, pero sí quienes están condenados a trabajar día a día, sólo para volver a trabajar mañana. Esa relación de dos clases muy separadas, existe. Con Astori a la cabeza, ha habido en este país una acción económica para nivelar posibilidades. El acceso a los cuidados, a la educación terciaria, a la remuneración digna, a equiparación de posibilidades, ha sido una tarea contra ese encubierto feudalismo ideológico.

En momentos que, en Salto por ejemplo, el gobierno proyecta modificar normas territoriales para generar barrios privados para clases privilegiadas, se está intentando consolidar una forma de fortalecimiento territorial e ideológico de una clase dominante. En verdad se lo encubre como una posibilidad de obtener empleo para quienes no lo tienen; éste será obviamente transitorio, la discriminación será permanente. Quienes deben conducir a las poblaciones al bienestar, sólo le tirarán migajas a los más pobres y fortalecerán la riqueza.

La fugaz oportunidad de trabajar para comer, encubre la consolidación de verdaderos feudos en democracia, y riqueza selectiva.

El Frente Amplio no nació para eso.

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