Reflexiones en torno a los aportes de Ulrich Beck y Edgar Grande sobre el proceso de integración europeo

Columnas 20 de marzo de 2023 Por Bentaberry, Collazo y Reyes
Los autores del libro “La Europa cosmopolita: sociedad y política en la segunda modernidad”, Ulrich Beck y Edgar Grande (2006), observan con ojos críticos al “nacionalismo metodológico” y expresan la necesidad de generar nuevos conceptos y marcos teóricos para analizar y entender los fenómenos actuales que se desarrollan en Europa; en especial, dado que la mayoría de las teorías sociológicas se concentran en la reproducción del orden y no en su transformación.
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La propia realidad, entiende Beck (EUI TV, 2013,12m20s) nos demanda nuevas categorías y herramientas para comprender la complejidad del mundo que habitamos; los acontecimientos, los eventos, suceden a escala global, impactan y se desarrollan a escala global, son ejemplo de ello: el desastre de Chernobyl, los ataques terroristas del 11 de septiembre, el cambio climático, la crisis crediticia, las crisis del euro y del dólar, las pandemias, y así sucesivamente en una innumerable lista de acontecimientos de complejas interconexiones que no pueden ser entendidos bajo las categorías apropiadas para los estados-nación, dado que superan el marco nacional. 

El proyecto europeo, el colapso del sistema del euro, la catástrofe de la Unión Europea, aún no han sucedido, se encuentran latentes, la mecha se acorta cada vez más y nos anuncia al mismo tiempo que es momento de actuar; sacudir a las personas de su rutina enceguecedora, a los políticos de sus ataduras y sus inseguridades cotidianas, concientizar de que la catástrofe está frente a nosotros y posibilitar un escenario de búsqueda de soluciones ante la emergencia y el caos inminente. Entienden estos dos autores, que visualizar un futuro positivo y esperanzador donde quepan, convivan y se nutran cada vez más “otros” podrá guiar el debate y aportar nuevas y auténticas soluciones a los problemas existentes en torno al proyecto europeo. 

Desarrollo 

Ulrick Beck ha estudiado con atención la reconfiguración política y social de Europa con una mirada enmarcada en su teoría de la sociedad del riesgo donde observa que el “no-saber” es una característica de la actualidad conjuntamente con la inquietud y la movilización política. Entiende que el orden sociopolítico está en plena transformación. Beck y Grande (2006) observan con ojos críticos al “nacionalismo metodológico” y ven la necesidad de generar nuevos conceptos y marcos teóricos para analizar y entender los fenómenos actuales de Europa; en especial, dado que la mayoría de las teorías sociológicas se concentran en la reproducción del orden y no en su transformación. Se está ante un problema epistemológico severo. 

La propia realidad, entiende Beck (EUI TV, 2013,12m20s) nos demanda nuevas categorías y herramientas para comprender la complejidad del mundo que habitamos; los acontecimientos, los eventos, suceden a escala global, impactan y se desarrollan a escala global, son ejemplo de ello: el desastre de Chernobyl, los ataques terroristas del 11 de septiembre, el cambio climático, la crisis crediticia, las crisis del euro y del dólar, las pandemias, y así sucesivamente en una innumerable lista de acontecimientos de complejas interconexiones que no pueden ser entendidos bajo las categorías apropiadas para los estados-nación, dado que superan el marco nacional. Se torna necesario reinterpretar, redefinir, conceptos básicos como: clase, Estado, Nación, 
familia, ocupación, etc. 
Tras lo abordado hasta el momento, Beck (EUI TV, 2013, 6m54s) incorpora interesantes elementos teóricos que logran reinterpretar el mundo en el que vivimos, logrando distinguir la retórica de la catástrofe y la catástrofe en sí. La retórica de la catástrofe es la anticipación de una catástrofe futura, una catástrofe que cuenta los segundos previos a su detonación; no obstante, la anticipación de la catástrofe da lugar a la posibilidad del desarrollo de una gran fuerza de movilización transnacional, una fuerza social, institucional, política, que todavía puede evitar el precipicio. El proyecto europeo, el colapso del sistema del euro, la catástrofe de la Unión Europea, aún no han sucedido, se encuentran latentes, la mecha se acorta cada vez más y nos anuncia al mismo tiempo que es momento de actuar; es momento de sacudir a las personas de su rutina enceguecedora, a los políticos de sus ataduras y sus inseguridades cotidianas. Concientizar de que la catástrofe está frente a nosotros y posibilitar un escenario de búsqueda de soluciones ante la emergencia y el caos inminente. Visualizar un futuro positivo y esperanzador donde quepan, convivan y se nutran cada vez más “otros” podrá guiar el debate y aportar nuevas y auténticas soluciones. 

La reconceptualización de Europa con una perspectiva cosmopolita que apela a discutir la identidad de los europeos. La identidad binaria “yo / y el otro” que establece el Estado Nación se reemplaza por una concepción que comprende al “otro” en una ecuación que se configura como “yo más otro”. Esta reconfiguración se ve afectada por una serie de efectos contradictorios como lo es el fenómeno de la migración, un movimiento continuo de seres humanos cruzando las fronteras de los Estados y poniéndose en contacto con diferentes culturas que también tiene la contraparte en las culturas locales que buscan su revitalización. Se produce un conflicto entre la identidad europea que se configura como proyecto político y la tradicional organización de los Estados Nación. Beck y Grande expresan (2006) que la supervivencia europea radica en el hecho de reconocerse como una sociedad de individuos que cuenten con el protagonismo que merecen. 

Las democracias europeas deben manejar la mixtura, el intercambio de culturas y las interpretaciones en conflicto (Aramburu, L. 2015: 378). Situación la antes mencionada que no corresponde con la realidad actual europea, en tanto, Beck y Grande (2006) reconocen que las instituciones europeas han logrado adquirir competencias político-sociales pero estas solo se reflejan en un plano regulatorio, y en cambio carecen de un pleno sistema redistributivo de la riqueza. Cada Estado recibe lo que ha aportado (ejemplo de ello sucede en el funcionamiento de la Agencia Espacial Europea, otras organizaciones son fiel reflejo de esta dinámica) impidiendo el desarrollo de aquellos países que mantienen fuertes desigualdades intraestatal e interestatal, y por el contrario, favoreciendo o posibilitando un mayor acusado desarrollo en aquellos Estados miembros que poseen una situación ventajosa en el plano económico. Por tal motivo, se acrecienta la brecha, aumentan las desigualdades sin una clara intención por mitigarlas. 

Los autores plantean tres posibles futuros para Europa. Estos presentan grandes diferencias en cuanto a las dinámicas internas y externas de la europeización. Por un lado, plantean la desintegración de la Unión Europea producto de las contradicciones internas y externas que traería consigo dos consecuencias: el modelo neoliberal socavaría los fundamentos del Estado social y en los Estados miembros se consolidarían las fuerzas políticas (Beck, U. y Grande, E. 2006: 312). Por otro lado, podría consolidarse una integración económica de los países de Europa oriental, pero su heterogeneidad provocaría conflicto de intereses provocando un estancamiento de 
la Unión Europa y generando un espacio económico neoliberal sin claros objetivos políticos. Finalmente, la cosmopolitización, la cual parte de integrar a Europa oriental económicamente, fortalecer la política exterior y de seguridad, convirtiendo a la Unión Europea en el segundo centro de poder mundial. Esto comprometería a Estados Unidos con la creación de un orden mundial cosmopolita, como expresan Beck y Grande (2006) “basado en el reconocimiento de la otredad de los otros” (Beck, U. y Grande, E. 2006: 313). 

La europeización como proceso dinámico, es capaz de construir espacios de conflictos a la interna de Europa, notorias desigualdades, así como reconfiguraciones en las sociedades de los países que integran dicho espacio (Beck, U. y Grande, E. 2006); en especial, cuando este proceso no logra aplicar una “política del reconocimiento”, del reconocimiento de las diferencias de quienes lo integran como posibilidad de desarrollo integral del proyecto europeo, y no como impedimento al mismo. El proceso de europeización es un proceso institucionalizado en constante cambio y que a los ojos de una realidad europea construye conflictos y desigualdades, que se encuentra amputado de categorías y herramientas que permitan (re)pensar y guiar ese “proyecto político abierto” que es Europa (Beck, U. y Grande, E. 2006:24). 

Este proceso tal como ha sucedido hasta ahora, en gran parte, porque Europa tiene una autoconcepción nacional falsa que no le permite visualizar su tránsito hacia un proyecto político integrador, armónico, diverso, ha despertado antiguos temores, en especial, ante el temor por la eventual pérdida de la identidad nacional, el deseo de defender y salvaguardar los elementos que integran e identifican a los Estados nacionales. Estos temores han desatado conflictos de diversa índole y gran complejidad, en medio de una Europa donde muchos interpretan como amenaza a lo nacional. Por medio del temor se intentan justificar el levantamiento de barricadas y muros, así como el desarrollo de conflictos internos que se profundizan. Ejemplo de lo anteriormente mencionado son los muros que se han fortalecido aún más tras el Brexit en algunas ciudades de Irlanda del Norte, muros que dividen a católicos y protestantes, materializando como resultado barrios segregados, marginados, inconexos, condenados al olvido y a un pobre desarrollo. Son representativas del mismo modo las profundas escisiones y problemáticas generadas recientemente tras la salida del Reino Unido de la Unión Europea; en especial, en lo que refiere al lazo histórico que une Irlanda con Irlanda del Norte, así como a la libre circulación de personas entre estos dos territorios. La europeización de esta forma es entendida como amenaza. 

En cambio, sostienen Beck y Grande (2006), una Europa cosmopolita abre el camino y la posibilidad hacia el encuentro de las diferencias, en tanto el proceso europeizador tome a estas diferencias como motor del desarrollo y alimento del proyecto europeo, y no como barrera y/o amenaza. Estos dos autores, incorporan el concepto de cosmopolitismo señalando que el mismo tiene dos dimensiones: prenacional y posnacional, procurando combinar en forma positiva la diferencia con la concepción de formas democráticas nuevas de organización política más allá de los Estados-Nación (Beck, U. y Grande, E. 2006). Este cosmopolitismo se asienta en tres principios: tolerancia, legitimidad democrática y efectividad; promoviendo una “forma espacial de relación social con lo culturalmente diferente”, entendiendo a la sociedad europea como “un caso especial, regional e histórico, de la interdependencia global” (Beck, U. y Grande, E. 2006: 31). 

Profesor de Cs. Geográficas Néstor Bentaberry, egresado del CFE; Anna Collazo, estudiante avanzada de Cs. Geográficas del CFE y Maximiliano Reyes, estudiante avanzado de Cs. Geográficas del CFE.

Lista de referencias 

Aramburu, L. (2015). Reseñas/Notas de investigación. Ulrich Beck y la reconfiguración europea. Notas sobre su Europa alemana. Revista Mexicana de Ciencias Políticas y Sociales. Universidad Nacional Autónoma de México. Nueva Época, Año LX, núm. 224. mayo-agosto de 2015. pp. 377-386. ISSN-0185-1918. 

Beck, U. y Grande, E. (2006). Introducción: del malestar europeo y de por qué la idea de la Europa cosmopolita podría superarlo. En, La Europa cosmopolita: sociedad y política en la segunda modernidad (pp.15-51). Paidós. 

Beck, U. y Grande, E. (2006). Desigualdad y reconocimiento: los conflictos sociales europeos y su dinámica política. En, La Europa cosmopolita: sociedad y política en la segunda modernidad (pp. 241-358). Paidós. 

EUI TV. (2013). Ulrich Beck: 'Europa en riesgo: el giro cosmopolita' [Archivo de Vídeo]. Youtube. https://www.youtube.com/watch?v=4L_ksmXh8po&t=1s 

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