La LUC: el zorro en el granero
Por mi parte que hable siempre: él y el que sea; ahora sí, lo único que anhelo -si es que algo se puede anhelar en tiempos de oligopolios comunicativos-, es que se distribuyan con un mínimo de equidad las cámaras y los micrófonos, los minutos y los horarios centrales para aquellos que no piensan como él, o como Delgado; Heber o García, por decir algunos nomás.
Y ya que estamos y siendo un poquito más pedigüeño, aspiro a que algún periodista le haga alguna preguntita que no sea un centro al área chica sin arquero.
Es que el presidente -si algo no disimula-, es que hace campaña para mantener vigente la LUC casi con desesperación; como el capitán de un cuadro que intenta levantar a su equipo que se comió un gol en un partido imposible de perder; sin hinchada visitante; sin prorroga; sin cobertura periodística y todavía “en la altura”. Es que por eso, en este “segundo tiempo”, alineó el cuadro y ahí van saliendo, entre ellos algunos “players” que a puro patadón gesticulan y enardecen al grito de “berreta” por parte de Lema, o de Delgado que atribuye en tono canchero y ligero, que “se pretende derogar algo que esta más firme que un roble” o que Zubía sin reparo de ningún tipo expresa que cuando a una mujer se la viola no hay riesgo de vida… grosería, descaro e indecencia por decir algo nomás.
El asunto es que si se va por el “fair play”, que le avisen a la muchachada herrerista y demás capitostes en particular.
Pero como a mi nunca me gustó hacer el papel del llorón ni del quejoso, si la mano viene de trancar con pierna fuerte no hay reparos ni reproches, porque siempre los goles son los argumentos y las fundamentaciones y el resto la vida dirá y aquí no se ofende nadie.
Los gobernantes y sus aliados de la coalición de derechas hacen lo suyo, como también una gran parte del pueblo lo hizo el pasado 8 de julio de este año cuando entregó 800.000 firmas.
Hoy la derecha se juega de palo a palo y en medio de un proceso aún pendiente de contabilización que ¡habrá referéndum!
Pasaron del desdén y la soberbia, de dar por muertas a las organizaciones sociales y hablar un día sí y otro también mal de PIT-CNT; Fucvam y la FEUU a prácticamente dar por buena una consulta popular por la que ellos y “algunos otros” daban por no alcanzable en las circunstancias complejísimas que debieron asumir los promotores de la consulta popular.
En estos días, en más de una oportunidad el presidente de la República cuando decidió ponerse al hombro la campaña en defensa de la LUC -en particular al presentarse en fórums empresariales-, tanto en Montevideo como en Punta del Este, viene reiterando: ¿Qué ha pasado tan grave desde que está en vigencia la LUC? ¿En qué nos ha cambiado la vida para peor esta norma? presentando a través de la retórica pregunta a la ley “vagón”, como una norma inocua y buena, casi intrascendente en la cotidianeidad de la gente, sin perjuicio de ensalzar resultados en materia de seguridad; trabajo y otros asuntos que sólo existen en el mundo onírico de los basurales de los canales de televisión.
Sin embargo, en paralelo a esta postura, otros sostenedores de la norma -tanto sean dirigentes políticos o columnistas pagos-, vienen pregonando que el voto por el “SI a la derogación” es querer trancar al gobierno, o de no dejarlo gobernar. Es tan penosa la acusación y tan cínica a la vez, que aún mirándose al espejo, ni los mismos que esto afirman se lo pueden creer.
Y paso a enumerar las pruebas de lo que afirmo: La LUC en su anteproyecto presentado en el verano de 2020 superaba cómodamente los 500 artículos; se aprobaron y están en vigencia 476 artículos, de estos, sólo 135 artículos de la LUC son cuestionados por las organizaciones sociales y el Frente Amplio; es decir más del 70 porciento de los artículos de la LUC están vigentes y seguirán vigentes aún triunfando el SI cuando se realice el Referéndum el próximo año.
Pero lo que es más importante aún, y que aleja cualquier posibilidad de histrionismo histérico y engañoso para echar por tierra lo que afirma la derecha, en el sentido de que se pretende no dejarla gobernar; es que no hay nada más transcendental en la ejecución de las políticas y los programas de cualquier gobierno, del signo que fuere, que el Presupuesto Nacional y las sucesivas Rendiciones de Cuentas; por estas normas es por donde pasa la esencia de lo que desde el gobierno se pretende ejecutar en materia económica y no sólo económica, pues todos sabemos que estas normas además de los parámetros financieros y de las asignaciones de recursos para las diversas áreas, se le incorporan también normas de todo tipo y color que regulan hasta los versos de Homero o el Ulises de Joyce.
Pues bien, la alianza de herreristas; colorados a las ordenes de Sanguinetti y los al mando de Manini Ríos han podido y con holgura votar los Presupuestos y la Rendición de Cuenta, que le permiten llevar a cabo su programa de gobierno que sólo podrá ser modificado si la oposición triunfara en octubre de 2024. Cómo el tango de Canaro y Pelay: “tranquilo, viejo, tranquilo, que al final, primero vos…”
Por todo lo dicho y al final del día, no entiendo la razón para tanto pamento y alboroto por parte del oficialismo en torno a un referéndum que propició un grupo de ciudadanos contra tan sólo 135 artículos de la LUC, y que además lo hizo en soledad y medio del desasosiego en aciagos tiempos de la peor peste, a riesgo de su salud y que centenares de miles acompañaron en medio de la desesperación más absoluta por parte de un gobierno que se había retirado; donde pululaban y aún lo hacen miles de ollas populares. Porque mientras el gobierno y Lacalle en persona se jactaban de que se habían ahorrado 600 millones de dólares, decenas de miles de compatriotas si no fuera por la solidaridad de las organizaciones sociales se iban a dormir con la panza vacía.
Al gobierno de las “libertades” le falto decir que el color de La Libertad no es uniforme; que La Libertad depende de la suerte de la cuna donde a uno le haya tocado nacer; que la sociedad de la meritocracia se sustenta en la más rancia y conservadora idea de que cada uno puede llegar a donde se lo proponga y que sólo es una cuestión de esfuerzo lograrlo, desdeñando de esa forma, a los que dejando el lomo todos los días y como le gusta decir al presidente haciéndose el popular: “salen a parar la olla”, lo vienen haciendo de verdad y no con poses desde siempre, al igual que lo hicieron sus padres y sus abuelos y que desde el comienzo de los tiempos las reglas del mercado, del sistema y de la especulación les permiten apenas sobrevivir.
Es que Lacalle lee o cita al menos bastante a Hobbes, sin duda se inspira en él. Hobbes, un filosófo convencido de la fatalidad de la suerte de los humanos; en la idea regresiva de que para que los hombres puedan vivir juntos es necesario un Estado fuerte y autoritario y estableciendo para ello una relación entre soberanos y súbditos. Hobbes, aquel de la sentencia apocalíptica y aterradora propia del oscurantismo de su época cuando afirmaba aquello de: “Homo homini lupus est”, “el hombre es el lobo del hombre”… Hobbes, que sustentó el “liberalismo” sobre la visión fatídica y conformista de que uno es lo le toca en suerte; que no diferenció la vida humana de la ley de la selva; la misma que va del más fuerte contra el más débil; y que no fue para nada casual en los intereses que promovía, castrando todo intento de pensamiento liberador y emancipador de la Comunidad Humana…alea iacta est…la suerte esta echada.
Supongo que de pronto y sin ánimo de dar ni sugerencias ni consejos a un amante de la “libertad”, le propondría al presidente que tomará en atención otros textos; Republicanos, “Tricolores” y “Marselleses”, que surgieron en el “Iluminismo” que da comienzo a nuestra Edad Contemporánea y descubrir allí a: Jean- Jacques Rousseau; Montesquieu y Voltaire por decir algunos a cuenta de más.
Supongo que será una cuestión de gustos y que cada uno con su cada cual, por eso es que yo me quedo con “La Declaración de los Derechos del Hombre y del Ciudadano de 1789” antes que el “Leviatán” de Hobbes.
“No debemos acusar a la naturaleza humana, sino a a las convenciones despreciables que la pervierten” Denis Diderot