La educación es una praxis liberadora y profundamente política

Columnas 29 de septiembre de 2021 Por Jorge Barrera
En esta última entrega, intentaré hacer referencia a algunos conceptos pedagógicos fundamentales en el pensamiento de Paulo Freire, que no pretenden agotar su ideario, sino, simplemente señalar algunos aportes que sirvan para la reflexión.
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La pedagogía liberal, se presenta como neutral, en realidad esa neutralidad es tomar partido por el “status quo” establecido. Es la pedagogía dominante, pero más que eso, es la pedagogía de las clases dominantes, que utilizan a la educación como uno de los aparatos ideológicos del estado. En esa pedagogía el docente toma el papel del opresor y el “alumno” el papel del oprimido, reproduce la lógica que Hegel le llamó “del amo y el esclavo” . Todo esto queda oculto a través de una pantalla de neutralidad y de prescindencia política, que lo que busca es naturalizar las relaciones sociales injustas. La pedagogía liberadora que propone Freire, parte de la concientización, el oprimido se reconoce como tal, van descubriendo “su puesto en el cosmos”. Él debe descubrir, por un proceso similar a la mayeútica socrática, que ha sido despojado de su humanidad, que las estructuras de la sociedad son esencialmente alienadoras y que la única esperanza emancipatoria, es la de poder cambiar la realidad.

La violencia de los opresores, deshumanizándolos también,  instaura la vocación, de que los oprimidos son aquella de ser menos. Como distorsión del ser más, el ser menos conduce a los oprimidos, tarde o temprano, a luchar contra quien los minimizó. Lucha que sólo tiene sentido cuando los oprimidos, en la búsqueda por la recuperación de su humanidad, que deviene una forma de crearla, no se sienten idealistamente opresores de los opresores, ni se transforman, de hecho, en opresores de los opresores sino en restauradores de la humanidad de ambos. Ahí radica la gran tarea humanista e histórica de los oprimidos: liberarse a si mismos y liberar a los opresores.” (Freire, Paulo, 1984, pág 39).

Otro riesgo patológico es que el oprimido se convierta en opresor de otros oprimidos, que en lugar de intentar cambiar la miseria y la opresión del sistema, tomen el papel de los opresores, creyendo que un pequeño cambio en su situación los ubica dentro de la clase dominante y que entonces, por sus méritos, puede oprimir al prójimo. Esta falsa conciencia, síndrome del joven rico ( Mateo 19:16-30), los lleva a despreciar a sus hermanos, contabilizándolos de su pobreza, tildándolos de vagos o ineptos, sin comprender que lo importante es romper el circulo vicioso de miseria y opresión que excluye a la mayoría de las personas . La opción evangélica de Paulo Freire es la opción por los pobres, no se trata de liberarlos a ellos, se trata de encontrar la liberación con ellos.

La concepción bancaria de la educación como instrumento de opresión.

La concepción bancaria de la educación considera al estudiante como una vasija que hay que llenar de contenidos, memorizar fechas, datos, fórmulas. Es fundamentalmente de naturaleza narrativa, discursiva, disertante, donde existe un único discurso legítimo, el del educador. Éste reconoce en la ignorancia de los educandos su razón de ser. Será siempre el que sabe, en tanto que los educandos son quienes no saben;  la rigidez de este posicionamiento imposibilita el proceso de búsqueda y de investigación.

“La narración, cuyo sujeto es el educador, conduce a los educandos a la memorización mecánica del contenido narrado. Más aún, la narración los transforma en “vasijas”, en recipientes que deben ser “llenados” por el educador. Cuando más vaya llenando los recipientes con sus “depósitos”, tanto mejor educador será. Cuanto más se dejen “llenar” dócilmente, tanto mejor educandos serán.” ( ibid, pag 76).

Esta educación aliena, e impide la superación de la relación entre el educador que posee el conocimiento y el educando, que se supone, que sólo posee su ignorancia.

La concepción problematizadora de la educación, camino a la liberación.

Freire considera que es posible llevar a cabo la educación problematizadora, que rompe con los esquemas verticales característicos de la educación bancaria. Para ello es necesario, ante todo realizarse como práctica de la libertad, para lo cual es necesario superar la contradicción entre el educador y los educandos. El único camino posible para realizarla es el diálogo. A través de éste se opera la superación, de la que resulta un nuevo término: “no ya educador del educando; no ya educando del educador, sino educador-educando con educando-educador. (Ibid, pág 90).

La educación para Freire es un camino que transitan juntos educadores y educandos, es ir descubriendo juntos el mundo, es reconocerse en el otro, es superar juntos las múltiples adversidades de la vida, pero sobre todo es crear los cimientos para la construcción de una sociedad más humana, más justa y más solidaria. Si hay una frase que identifica plenamente el pensamiento freiriano es la que reza:

“ Nadie educa a nadie – nadie se educa a sí mismo- los hombres se educan entre sí mediatizados por el mundo”

Este año, al cumplirse cien años del nacimiento de este gran referent de la educación, tenemos los educadores la oportunidad de rendir el mejor homenaje a Freire, hacer que nuestras prácticas pedagógicas ayuden a despertar las conciencias de nuestros estudiantes.

Para terminar.

Hace pocos días en un reportaje Frei Betto, refiriéndose Paulo Freire, en el marco de su centenario contaba lo siguiente:

Era un hombre muy humilde, en el sentido etimológico de la palabra. De humus, de tener los pies en la tierra. Tenía conciencia de su valor como pedagogo, de su trabajo a nivel mundial, sobre todo en los años que estuvo fuera de Brasil. Cuando fue al Consejo Mundial de las Iglesias en Ginebra pudo viajar a todos los continentes, llevando su metodología a pueblos muy pobres. Era un hombre sin pretensiones de ser importante o de riqueza. Estaba sobre todo interesado en fortalecer la conciencia política y ciudadana de nuestro pueblo. Paulo Freire era un revolucionario en el sentido profundo de la palabra. Era un cristiano revolucionario, y su sueño era justamente ver un Brasil emancipado de las opresiones, con mucho menos desigualdad social, con la gente en condiciones de tener los derechos humanos fundamentales asegurados, como alimentación, salud, educación, cultura y trabajo. Era una persona muy sencilla, no creaba ninguna barrera para acercarse a él, pero era un hombre carismático, sin ninguna duda. Cada vez que iba a dar clase a la Universidad Católica de San Pablo tenían que pasar a un salón porque no estaban solamente sus alumnos sino que llegaban estudiantes de otros cursos interesados en sus charlas. Por

Él decía mucho una palabra que no sé cómo traducir, que es boniteza, una expresión del nordeste de Brasil. O sea, una cosa muy bella, delicada. Decía que en la educación hay que imprimir boniteza. También decía con otras palabras que la cabeza piensa donde los pies pisan. O sea, usted no puede tener empatía con los oprimidos si vive todo el tiempo en el mundo de los opresores. Si no tiene vínculo con el mundo de los más pobres, de los empobrecidos. Paulo era una persona muy realista en ese sentido, de una epistemología que tenía que tener como punto de partida el mundo de los oprimidos. Eso era muy frecuente en toda su obra: Pedagogía de la autonomía, Pedagogía de la libertad y sobre todo Pedagogía del oprimido, que es su obra más clásica.

 

Retomo las palabras con las que Paulo Freire comienza la Pedagogía de la esperanza:

“Cuando mucha gente hace discursos pragmáticos y defiende nuestra adaptación a los hechos, acusando al sueño y la utopía no sólo de ser inútiles, sino también de ser inoportunos en cuanto elementos que necesariamente forman parte de toda práctica educativa que desenmascare las mentiras dominantes, puede parecer extraño que yo escriba un libro llamado Pedagogía de la esperanza: un reencuentro con la Pedagogía del oprimido. Para mí, en cambio, la práctica educativa de opción progresista jamás dejará de ser una aventura de revelación, una experiencia de desocultamiento de la verdad. Es porque siempre he pensado así por lo que a veces se discute si 

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