Las escuelas socráticas menores

Columnas 22 de marzo de 2021 Por Jorge Barrera
Una nueva entrega del Profesor Jorge Barrera, de la serie "Filosofía y Doxografía para profanos”.
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Diógenes (1860). Jean-Léon Gérôme.

Con el nombre de “escuelas socráticas menores” reconocemos a un conjunto de filósofos, cuyas preocupaciones fueron sobre todo e índole moral y sus fundadores fueron seguidores de Sócrates.

Según Diogenes Laercio: De los sucesores de Sócrates, llamados socráticos,  los más importantes fueron Platón, Jenofonte y Antístenes, además están los que llaman “los diez”,entre ellos fueron cuatro los más ilustres: Esquines, Fedón, Euclides y Aristipo. Entre estos pensadores se distinguen  los llamados cínicos, los cirenaicos y los megáricos.  Estas corrientes filosóficas se extienden durante varios siglos, desde Sócrates en el siglo lV, hasta el apogeo del imperio Romano, por lo menos hasta el siglo segundo DC. Este movimiento, inspirado en Sócrates tiene su apogeo en  la época helenística y más aún en la romana.

Las escuelas más opuestas entre sí son las de los Cínicos y los Cirenaicos. No obstante,  en ambas  podemos apreciar rasgos  de la personalidad socrática. En la de Aristipo, la ciremaica,  podemos ver la tendencia socrática al hedonismo y su procedimiento utilitarista, según  los testimonios de Jenofonte y de los primeros Diálogos de Platón; y en la de Antístenes, la escuela cínica,  que es quizá la que más se aproximó al ejemplo de vida socrática, su austeridad y su alta estima de la virtud, considerada como la cosa más preciada del mundo.

Pero todas ellas tenen algunos untos de contacto: El desinterés por la metafísica, la  atención fundamental a las cuestiones éticas, La concepción de la filosofía como un modo de vida, su idea del sabio como una persona independiente, autárquica, serena y equilibrada, de donde,   para ellos, la finalidad del filósofo no es la vida teorética, sino la vida práctica.

Julián Marías las cataloga como “filosofías toscas, de escaso rigor intelectual y de bajo vuelo”

La escuela Cínica.

Su fundador fue Antístenes, un discípulo de Sócrates que se estableció cerca de la plaza   del perro ágil, de ahí se desprende el nombre de “cínicos”, que significa perro.

Los cínicos identifican la eudemonía socrática con la autarquía y con la supresión de las necesidades; desprecian la familia, la sociedad y la patria,por esto último se consideraran ciudadanos del mundo y es así como nace el sentimiento cosmopolita.

El sucesor de Antístenes es Diogenes, quien le dio al movimiento su sello definitivo, sobre todo en cuanto al modo de vivirlo; a él dedicaremos nuestro aporte doxográfico en esta entrega, su vida  fue un fiel  reflejo del pensamiento cínico y además muy pintoresca.

Diógenes, hijo de un  banquero llamado Icesio, nació en  Sínope. Diocles dice que como su padre tuvo un  banco público y fabricaba moneda adulterada, huyó Diógenes de su ciudad natal. Otros,  en cambio, afirman que fue el mismo Diógenes quien hizo el desfalco, y salió desterrado con su padre. Llegando a Atenas, se encaminó con Antístenes; y como éste, a nadie admitía, no lo aceptó como discípulo, sin embargo  su constancia no decayó. Fue así que cuando lo amenazó a golpearlo con  él báculo, puso él la cabeza debajo, diciendo: “Descárgalo, pues no hallarás leño tan duro que de ti me aparte, con tal que me enseñes algo”  (Diogenes Laercio).

A partir de ese momento se le unió como su principal seguidor. Se caracterizó por llevar  una vida frugal y parca. Cuenta Teofrasto , que al ver un ratón que  sin buscar lecho, no temía la oscuridad ni anhelaba nada  para vivir, halló el remedio a su indigencia.

Consideraba cosa de niños la nobleza, la gloria mundana y demás cosas así, diciendo que eran adornos de la malicia; y concluía que sólo la República natural es la buena en el mundo. Preguntándole de dónde era, respondió: “Ciudadano del mundo .”

Promovía   el amor libre, que cada cual mantuviera relaciones con  quien pudiese y por consiguiente, que los hijos fuesen de la comunidad. Aseguraba que no es mal alguno tomar cosas de los templos, comer de todos los animales, y aun carne humana, como era costumbre en otras naciones. Cierta vez, habiendo sido tomado esclavo,  al venderlo le preguntaron qué sabía hacer, y el respondió: “Sé mandar a los hombres”. Fue  entonces que le solicitó al  Pregonero, que preguntase  si alguno quiería comprarse un amo.

A Jeníades, que fue quien lo compró, le decía que debía obedecerle, por más que fuese su esclavo; pues aunque el médico y el piloto sean esclavos, e necesario obedecerles.

Habiendo Alejandro venido repentinamente a su presencia, le dijo: ¿No me temes?, entonces Diógenes  le preguntó si era bueno o malo; diciendo aquel que era bueno, le respondió Diógenes: ¿Pues al bueno quién le teme?

Viniendo otra vez a él Alejandro diciéndole: Yo soy Alejandro, aquel gran rey, le respondió: Y yo Diógenes el can. Al preguntarle qué hacía para que lo llamasen can, respondió: Halago a los que dan, ladro a los que no dan, y a los malos los muerdo.

En otra ocasión, estando tomando el sol, se le acercó Alejandro y le dijo: “Pídeme lo que quieras”; a lo que respondió: “te agradezco que te corras y  no me hagas sombra”.

También se cuenta que Alejandro dijo que si no fuera Alejandro, querría ser Diógenes.

A unos que le dijeron que ya  era viejo y que debía, trabajar menos; les respondió: ¡Vamos! Pues si yo corriera un largo espacio y estuviera ya cercano a la meta, ¿no debía entonces apurar el paso en vez de retardarlo?

Al escuchar la paradoja del cornificio que decía; “ tienes todo lo que no has perdido, no has perdido los cuernos, por lo tanto eres cornudo”, tocándose la frente, le dijo: Yo no los veo. Igualmente, para refutar a  Zenón, que afirmaba que no había movimiento,  se levantó y se puso a pasear de un lado hacia otro, afirmando que “el movimiento se demuestra andando”

Relata también Diógenes Laercio que:  “Platón definió al hombre como animal de dos pies sin plumas, y para burlarse de él, tomó Diógenes un gallo, le quitó las plumas y lo echó en la plaza, diciendo: “éste es el hombre de Platón.” (Ibid)

Cuentan que cierta vez lo interrogaron sobre la  hora que conviene comer, le respondió: “Si es rico, cuando quiere; si pobre, cuando puede.”

Andaba por Atenas, de día con un candil encendido diciendo: Voy buscando un hombre. Preguntándole un boticario, llamado Lisias, si creía que había dioses, respondió: “¿Cómo no lo creeré si te tengo a ti por enemigo de ellos? ”

Argumentaba del siguiente modo: De los dioses son todas las cosas; los sabios son amigos de los dioses, y las cosas de los amigos son comunes; luego todas las cosas son de los sabios.

En una ocasión, habiendo visto a los diputados que llevaban preso a uno que había robado una taza del erario, dijo: “Los ladrones grandes llevan al pequeño.”

Al preguntarle si la muerte es mala, respondió: ¿Cómo será mala, cuando estando presente no es sentida?

En otra ocasión,  fue censurado por masturbarse en público,  a lo que contestó; “¡Ojalá que frotándome el vientre no tuviese hambre! ”

Estando en una cena, hubo algunos que le tiraron con  los huesos , y él, acercándose a ellos, les meó encima, como hacen los perros. Al amor del dinero lo llamaba “la metrópoli de todos los males”.

Al preguntarle también qué animal muerde más perniciosamente, respondió: De los bravíos, el calumniador; de los domados, el adulador

Cuando fue interrogado sobre cuándo deben casarse los hombres, respondió: Los jóvenes, todavía no; los viejos, nunca. Sobre que vino le gustaba más, respondió:  “El ajeno ”

Dicen algunos que  habiéndole visto Platón lavando unas hierbas, se le acercó y le dijo: Si sirvieras a Dionisio, por cierto no lavarías hierbas; mas él, le respondió: “Y si tú lavaras hierbas, seguramente no sirvieras a Dionisio”.

Su epitafio decía:  “Caducan aun los bronces con el tiempo; mas no podrán, Diógenes, tu gloria sepultar las edades, pues tú solo supiste demostrar a los mortales facilidad de vida, y a la inmortalidad ancho camino. ” (Ibid)

Bibliografía.

Barrera,Jorge. (2021). https://mediomundo.uy/contenido/3372/socrates-el-educador

Barrera,Jorge. (2021). https://mediomundo.uy/contenido/3420/los-sofistas

Barrera,Jorge. (2021). https://mediomundo.uy/contenido/3486/los-sofistas-segunda-parte

Capelle, Wilhelm,  (1981). Historia de la filosofía griega. Gredos. Madrid.

Diogenes Laercio. Vida de los filósofos más ilustres. Luarna Ediciones. España.

Gigon, Olof. (1985). Los origenes  de la filosofía griega.Gredos. Madrid.

Julian Marias (1958). Historia de la Filosofía. Revista de Occidente. Madrid

Mondolfo, R. (1983), El pensamiento antiguo., 2 vols. Buenos Aires: Editorial Losada

 

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