Cancelamiento y Maldición

Columnas 01 de abril de 2024 Por Michel Croz
A los 28 años, el gran escritor ruso Dostoiévski (del cual celebramos el año pasado los 200 años de su nacimiento) fue condenado a muerte y estuvo a horas de enfrentar el pelotón de fusilamiento.
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En las ancas de un piojo zafó de ser ejecutado por subversivo, por el régimen de la época. En el día de su ejecución, el zar en persona, decidió revisar su pena y lo castigo mandándolo a un campo de trabajos forzados en Siberia, donde paso 4 años con sus pies encadenados a pesados grilletes de metal, y obligado a producir y cargar grandes ladrillos, quemar alabastro y desmontar viejos barcos en un gélido río, congelándose los pies. 

Cuando al fin salió de su torturante cautiverio, escribió algunos de los libros más contundentes sobre la condición humana, sus tragedias e hipócritas farsas.   

Dostoievski sobrevivió a la prisión y al exilio en una Rusia cruel, resurgió de entre los muertos, como el mismo lo describió al terminar de cumplir su injusta pena, para ahora (¡quién diría!) ser “cancelado” como ruso.

Me explico.   

En este extraño tiempo convulsionado por guerras y acciones fratricidas (Ucrania-Rusia y aledaños: OTAN, Unión Europea, EEUU, China y el genocidio en Palestina, y en tantos otros teatros bélicos), en este complejo, deshumanizado y deshumanizante mundo, algún “burrocrata” de una universidad de Milán (Italia), juzgo por bien cancelar un curso sobre el gran autor ruso. Y un teatro (¡si, un teatro!) de Génova (en la misma Italia), le pareció razonable desmarcar un festival dedicado a nuestro notable escritor.

Y si no fuera poco, a pocos kilómetros del teatro, en Florencia, ciudadanos probos se movilizaron para presionar a la intendencia para derribar la estatua en la que la ciudad homenajea a Dostoievski.

Insisto.

Esto no es ficción, y esto ocurrió hace unos meses atrás, en este pleno siglo de pocas luces, segundo milenio de la historia, apropiada como cristiana. Siglo XX cambalache… extendido. ¿Indignante, verdad?

Pocos ejemplos reflejan tan bien el grado de insalubridad mental e imbecilidad que a veces alcanza a la cultura.

La maldición del espejo.

El de no reconocerse como humanidad en sus referentes más humanos.

La guerra, en donde todos los espejos son destrozados (aquellos que reflejaron y reflejan lo mejor de cada civilización) y donde solo triunfan la muerte, la barbarie, los banqueros, gerentes, generales, presidentes y fabricantes de armamentos.   

***

Sentencias de Dostoiewski:

«El secreto de la existencia no consiste solamente en vivir, sino en saber para qué se vive»

«Hay que querer hasta el extremo de alcanzar el fin; todo lo demás son insignificancias»

«Amo a la humanidad, pero, para sorpresa mía, cuanto más quiero a la humanidad en general, menos cariño me inspiran las personas en particular»

«Es mejor equivocarse siguiendo tu propio camino que tener razón siguiendo el camino de otro»

«Incluso los pobres de espíritu se vuelven más inteligentes después de un gran dolor»

«¿Qué es el infierno? Yo sostengo que es el sufrimiento de ser incapaz de amar»

Novelas necesarias:

Memorias del subsuelo (Записки из подполья) (1864)

Crimen y castigo (Преступление и наказание) (1866)

El jugador (Игрок) (1866)

El idiota (Идиот) (1868–1869)

Los demonios (Бесы) (1871–1872)

Los hermanos Karamázov (Братья Карамазовы) (1879–1880)

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