La salvaje sinceridad de Milei

Columnas 18 de agosto de 2023 Por Ramón Fonticiella
A partir de la noche del domingo 13 de agosto, en Uruguay ,muchos nos sentimos con obligación (¿?) de hablar y opinar sobre Javier Milei, el candidato más votado individual y partidariamente, en las elecciones primarias argentinas. Desde ex presidentes, como Sanguinetti, a anónimos escribas (como yo), pasando por jerarquías sociales y políticas, todos nos auto impulsamos a hacer comentarios.
08-14-23 Milei

Leí y escuché muchos y lo sigo haciendo; trato de vincularlos con antecedentes, con realidades...y con sentimientos que se manifiestan luego de su triunfo. El extraño economista argentino, aparecido públicamente hace menos de diez años, se generó (¿o le crearon?) una imagen explosiva: desde la apariencia física, casi estrafalaria, hasta el tono y gestualidad de la expresión, pero sobre todo por el contenido, causó shock. Me hizo recordar a una publicación de Jaime Durán Barba hace un tiempo, en un medio argentino, que reclamaba, más o menos, presencia y contenidos diferentes a los políticos, para diferenciarse y captar adeptos.

No me interesa ni estoy en condiciones, de analizar cómo apareció, quiénes lo impulsaron, financiaron e instalaron en la realidad argentina. Sólo quiero destacar que el “producto Milei” revela una sinceridad salvaje. Grita con violencia conceptos que otros piensan, promueven y hasta deslizan casi con pudor, pero con el mismo objetivo: desarmar las estructuras sociales existentes y transformar el mundo en un descarnado imperio capitalista. Tengo la tentación de llamar a ese nuevo orden político -social “la utopía de Milei”, pero no quiero ofender la memoria de San Thomas Moro, adjudicando su transparente nombre “Utopía” como sociedad humanista perfecta, a la inversa del mundo que él pintó hace cinco siglos. El estado de cosas me convence de que Milei es, en el mejor de los casos, un sintetizador extremo de los apetitos y aspiraciones capitalistas.

El rechazo al estado de bienestar que Uruguay desarrolló a partir del primer batllismo y consolidó con el Frente Amplio, es la imagen del producto Milei. No hay grandes diferencias de fondo con el conservadurismo extremo, y que se está implantando en Uruguay a partir de 2020: LUC, reforma de las jubilaciones, “transformación educativa”, libertinaje legal en el gobierno (caso Astesiano, pasaporte de Marset, imposición de proyecto Neptuno, cuasi chantajes en momentos de votación de leyes, por citar algunos). 

¡Qué nadie se horrorice!

Cada gobierno conservador, practica las formas de derechizar su sociedad. El producto Milei, aspirante a gobierno instalado en una sociedad tan especial como la argentina, fue bien recibido por parte menor de una comunidad que hace tiempo tiene signos domésticos de violencia, sin necesidad de acción del narcotráfico (estadios, rutas, puentes). En Uruguay el fenómeno quizás no se hubiera desarrollado de la misma manera explosiva; pero hay virus de “mileis” atenuados (como se hace con las vacunas) que tratan de hacer su obra destructora de una sociedad de bienestar. En este país el “virus Milei” no se contagiaría por cascadas de populismo aparentemente incoherente, lo rechazaría el mayoritario sentido político y social que nos viene desde Artigas, y que seguramente forma parte de nuestra genética. El contagio está infiltrándose por goteo: hoy una libertad menos, mañana un apriete más, pasado un avasallamiento de otro derecho, hasta tratar de dejar exhausto al cuerpo social nacional. Pensemos. Las reformas, que como la de jubilaciones, llevan a mayor postración a la masa menos privilegiada, se van dando con cierta lentitud a través del tiempo, pero para dominar los congénitos instintos libertarios del Pueblo, fortalecidos para la educación pública, gratuita y obligatoria. El producto Milei propone arrancar de raíz los fraternos árboles de la seguridad social, liquidar la educación pública, bajar el costo del Estado (para que paguen menos impuestos los que más tienen), fusionar los ministerios sociales, privatizar, privatizar ....y hasta vender órganos. ¿Quién venderá uno de sus riñones, por ejemplo? Quien no tenga para alimentar a su familia. Lo comprará quien tenga capital para ello: la mercantilización de la vida en su más salvaje expresión.

Como uruguayo no me preocupa el producto Milei, sino los ecos despertados en mi país. Milei -dijo Iturralde- “no cuestiona la democracia, sino determinadas cosas del sistema político que son cuestionables, como el tamaño del Estado o de las cuentas fiscales, la inflación o la necesidad de ordenar la economía”, expresó el presidente del Partido Nacional. “Son propuestas de difícil aplicación, factibles sólo que existan condiciones revolucionarias”, pontificó Sanguinetti... Según leo en la prensa, ninguno criticó el contenido.

¿Se da cuenta porqué mi temor es al mirar hacia adentro....?

Te puede interesar