Japón: potencia y modelo de desarrollo

Columnas 06 de enero de 2023 Por Bentaberry, Collazo y Reyes
El año 2023 me ha sorprendido con algunas distinciones que deseo compartir con los lectores de “Medio mundo”. El repositorio del Consejo de Formación en Educación me ha concedido el honor de ser nombrado el docente investigador que más artículos publicó en el referido sitio, en el año 2022. Entre mis funciones docentes en una institución que transita desde hace años hacia un modelo universitario, la investigación y la extensión juegan un papel muy importante. En el ifd de San José, se han estimulado estas tareas y se han otorgado los espacios para poder realizarlas.
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Así mismo, la dirección de esta revista me ha abierto sus páginas para poder publicar mis trabajos. Y quienes gestionan el repositorio, han hecho también posible la publicación apoyando en todo momento el trabajo que he realizado.

Para todos ellos vaya mi reconocimiento y mi agradecimiento.

Estas recompensas simbólicas nos ayudan a tratar de seguir mejorando en nuestra tarea, Pero, hay un reconocimiento que es el más importante, el más valorado por este docente, es el reconocimiento de nuestros estudiantes. Sobre todo el que se realiza cuando ya ha cesado la relación asimétrica docente, estudiante; porque la materia ya fue aprobada. En ese sentido me ha llenado de alegría que la estudiante Giovanna Camaiti me haya elegido para entregarle el título.

El momento en que recibimos ese documento es un instante de sublime felicidad. Es cuando se condensa en un acto todo el esfuerzo realizado durante la carrera. Por último y no menos importante, quiero mencionar que mis estudiantes Maximiliano Reyes y  Néstor Bentaberrry, junto con la estudiante Anna Collazo del IFD de Canelones,  me han pedido que apadrine su primer artículo académico.

Producir un texto científico es una tarea difícil y arriesgada. Cuando alguien realiza un  escrito de estas características se expone ante su comunidad académica que juzgará el trabajo con rigor y objetividad. En nuestro país no han abundado las publicaciones, creo yo, entre otros motivos porque somos muy críticos y también autocríticos, Es para mi un verdadero honor presentar el trabajo que han relizado estos dos estudiantes con quienes compartí este año mi curso de filosofía de la educación y su compañera de equipo  y un gusto que me hayan solicitado que impulse su difusión.

Espero que sea del agrado de ustedes y estoy a disposición de mis estudiantes para ayudarlos a abrirse camino en esta hermosa tarea que es la docencia.

Que el 2023 sea pródigo en realizaciones académicas.

Prof. Jorge Barrera

Néstor Bentaberry, Profesor de Ciencias Geográficas. Egresado del CFE. Anna Collazo, estudiante avanzado del profesorado de Ciencias Geográficas. CFE. Maximiliano Reyes, estudiante avanzado del profesorado de Ciencias Geográficas. CFE.

Resumen Japón es un archipiélago en Asia con una superficie de 372.839 km2 y una población de más de 120 millones de personas. Kyushu, Shikoku, Honshu y Hokkaido son las cuatro islas más grandes y ocupan el 98% de la superficie total. Más del 75% de su superficie está formado por montañas con pendientes pronunciadas, mientras que las llanuras ocupan solo el 16% de la superficie y han sido el hogar tradicional de la mayor parte de la población y espacio de desarrollo de las actividades económicas. Las bahías han tenido un papel importante en la ocupación del suelo y la economía del país. Las condiciones físicas que presenta han limitado el desarrollo de la industria y han contribuido a la dependencia del país en la importación de recursos naturales. A pesar de esto, ha logrado un alto grado de industrialización y ha desarrollado una economía próspera, conocido por su tecnología de vanguardia y su rol como potencia económica global.

Japón, potencia y modelo de desarrollo.

Historia y presente. Japón, país asiático y tercera mayor economía mundial, es un archipiélago que se sitúa entre los 30° y 45° lat. Norte, su superficie es de 372.839 km2 , comparable a la extensión de las Islas Británicas; cuenta con una población de más de 120 millones de personas y una densidad de población de 336 habitantes por kilómetro cuadrado. El país nipón lo conforman varios miles de islas, que forman parte de uno de los arcos del cinturón circumpacífico, emergido por subducción de la placa tectónica del Pacífico bajo la placa continental euroasiática; sin embargo, tan solo cuatro de esas islas ocupan el 98% de la superficie anteriormente mencionada: Kuyshu, Shikoku, Honshu y Hokkaido (Azcárate, B., et al., 2013: 238-239). Las diferentes formas de relieve que presenta Japón han estado expuestas a una constante y pronunciada erosión; este proceso ha dado lugar a diferentes tipos de paisajes morfológicos. Más del 75% de la superficie se encuentra ocupada por montañas que presentan pendientes considerables y que, no obstante, se han encontrado sujetas a violentos procesos erosivos producto de las intensas precipitaciones y los materiales que la componen, materiales fácilmente disgregados. Dadas las características expresadas dichas zonas son aprovechadas como importantes áreas de explotación forestal, mas no presentan condiciones favorables para su habitabilidad. Una situación antagónica a la expresada en el párrafo anterior, en relación a los niveles de ocupación del suelo y el paisaje morfológico presente, acontece en las escasas áreas de menor elevación, en las llanuras que tan solo ocupan el 16% de la superficie de Japón, no obstante, allí se han concentrado tradicionalmente el mayor número de su población, así como sus diferentes actividades económicas.

Estas áreas de llanura, la mayoría abiertas al mar, se encuentran compuestas por materiales de acumulación provenientes de las zonas más elevadas, como resultado de los procesos erosivos a los que están expuestas las áreas montañosas y sus materiales deleznables, pero que, sin embargo, aportan limos sumamente importantes para las actividades agrícolas realizadas en las llanuras aluviales (Azcárate, B., et al., 2013: 239). Esta situación dispar entre las áreas más elevadas y las de menor elevación donde se concentran la mayor parte de la población, ha provocado un aprovechamiento socioeconómico desigual, además de un acusado desequilibrio espacial; por tanto, las numerosas bahías que presenta el país asiático han ocupado un importante rol en la ocupación del suelo y su vida socioeconómica, pudiéndose reconocer en la actualidad considerables transformaciones sobre estas efectuadas por las industrias en su intento por ganar terreno al mar (Azcárate, B., et al., 2013: 239). Las condiciones físicas del país provocan una limitación al momento de desarrollar las diversas actividades económicas, el comercio y las comunicaciones; las condiciones climáticas extremas a las que se somete el país no son menos importantes (Gil, A., 18 de mayo de 2017). En base a lo expuesto y a las condiciones que presenta Japón, cabe preguntarse lo siguiente: ¿Cómo un país que presenta: un medio físico hostil, condiciones climáticas desfavorables, importantes riesgos ambientales, relieves acusados, ausencia de minerales, escasez de materias primas y fuentes de energía, insuficientes áreas para el desarrollo agrícola que lo posiciona en una situación de dependencia alimentaria del exterior, es en la actualidad la tercer mayor economía del mundo y un modelo de desarrollo para un grupo considerable de países? Tal vez la respuesta esté en la fuerte incidencia del Estado interviniendo la economía, con políticas de protección de la producción y direccionamiento de los procesos de industrialización que comenzaron a mediados del siglo XIX. Esas medidas de protección y la modernización tuvo que ser respaldada por la importación de materias primas y fuentes de energía que le permitieran llevar y sostener dicho proceso. De esa forma, y a partir de las importaciones desde otros Estados asiáticos, Japón pudo sostener sus procesos, transformando mediante la industria las materias primas importadas, generando valor agregado, para abastecerse internamente, defenderse de las importaciones de bienes producidos en el extranjero, y exportar los excedentes con lo que sostenía el costo de las importaciones a partir del valor agregado a sus productos exportables. La intervención estatal abarcó a las industrias, generando un proceso de modernización de la maquinaria y tecnología adquirida en occidente y la preparación de personal capacitado, enviando estudiantes a formarse en Occidente o atrayendo “cerebros” occidentales cualificados. Cuando las industrias alcanzaban la rentabilidad, eran puestas en venta por debajo de su valor real para que la burguesía local continuará los desarrollos alcanzados. Es así como sectores de la burguesía se fueron haciendo del control de numerosas industrias de diferentes sectores, generando grandes conglomerados empresariales. El Japón industrializado se puso en marcha, sumido en la Revolución Industrial, con un sector industrial que lograba funcionar sin recursos locales, con fuerte incidencia en los mercados asiáticos, con un sector obrero de salarios menores que los del Occidente, y con un riesgo mínimo desde el punto de vista empresarial (Gil, A., 18 de mayo de 2017).

Por tanto, el sistema económico nipón se embarcó en una auténtica revolución por medio de la restauración Meiji, como reacción práctica de la nobleza japonesa para modificar profundamente el sistema económico, territorial, político y social, y por medio de ella quitar el protagonismo que comenzaban a establecer las potencias occidentales en Asia oriental; vehiculizada en base a tratados comerciales desiguales bajo la herramienta de su poderío militar como forma de inclinar la balanza a favor de tales potencias. Se comenzó con dicha revolución la base del modelo nipón, y con ello un notable crecimiento económico y desarrollo capaz de influir en otros países, como modelo susceptible a ser replicado en otros territorios (Gil, A., 18 de mayo de 2017). Japón, como primer foco industrial de Asia, deslocalizó sus industrias en busca de producir mayores cantidades a bajo coste. La primera fase de deslocalización tuvo como destino a China, Corea del Sur, Taiwán, Hong Kong y Singapur, para en fases posteriores extenderse a otros territorios de Asia. Bajo el modelo anteriormente mencionado, se sucede una transformación de un sistema feudal con fuerte presencia de terratenientes hacia un sistema capitalista industrial, sin embargo, características estructurales del feudalismo son trasvasada hacia el nuevo modelo empresarial, conservando elementos confucianos y la moral samurái (Gil, A., 18 de mayo de 2017). El cambio social fue significativo, donde existían campesinos que servían a los señores feudales, por medio de la transformación emprendida por la nobleza, esos mismos campesinos se trasladan del campo a la ciudad para servir a los feudales convertidos ahora en burgueses, favoreciendo y materializando una relación paternalista entre ellos que aún en la actualidad persiste como un modelo de lealtad mutua entre empresarios y trabajadores. Sin embargo, estas características neofeudales configuran una sociedad profundamente conservadora, de aquí emerge una problemática en el seno de una economía pujante y una sociedad con niveles de desarrollo por encima de los identificados para potencias económicas históricamente establecidas, en especial, problemáticas en relación a la integración de la mujer al mundo laboral, la discriminación hacia los inmigrantes y hacia la población LGBTQI+, las vulnerabilidades en cuanto a derechos laborales, y el envejecimiento de su población. Es de destacar como una problemática central, la cual se deriva del modelo social y fuerte individualidad propia de una sociedad capitalista, las altas tasas de mortalidad por suicidio que experimenta Japón, situándose como uno de los países a nivel internacional (apenas por debajo de Uruguay) con una de las más altas tasas de suicidio que se registraron en el año 2019 con 15,4 suicidios por cada 100.000 habitantes (Banco Mundial, datos obtenidos el 09/08/2022). Las problemáticas anteriormente mencionadas demandan importantes desafíos a resolver para los años venideros en lo que respecta al país asiático; sin embargo, no es un desafío menor a superar la gran deuda pública que mantiene Japón y que se ha ido incrementando desde los años noventa, generando un grave estancamiento de su economía. En la actualidad, su deuda pública para el año 2021 fue el equivalente al 257% de su producto bruto interno, cifra que lo posiciona en comparación a escala global como el país más endeudado del mundo (CESCE, 18 de junio de 2022). Esta deuda pública japonesa es heredera, entre otras causas, de la asunción de las deudas privadas a raíz del estallido de la burbuja financiera de la década de 1990 (Le Monde diplomatique, 2018: 146-147).

Lista de referencias

Azcárate, B., et al. (2013). Geografía regional del mundo. Desarrollo, subdesarrollo y países emergentes. Universidad Nacional de Educación a Distancia. Banco Mundial. (2019). Tasa de mortalidad por suicidio (por cada 100 000 habitantes). Recuperado el 09/08/2022 de https://datos.bancomundial.org/indicator/SH.STA.SUIC.P5?most_recent_value_desc=true CESCE. (18 de junio de 2022).

Conoce los 15 países más endeudados del mundo. Recuperado el 09/08/2022 de https://www.cesce.es/es/w/asesores-de-pymes/paises-mas-endeudadosmundo#:~:text=1.,Jap%C3%B3n%20(257%25%20del%20PIB) Gil, A. (18 de mayo de 2017).

El milagro económico de Japón (Recuperado el 08/08/2022). En https://elordenmundial.com/el-milagro-economico-de-japon/ Olivera, L. et al. (s.f.). El mundo hoy. Atlas Geográfico – C.B. Textos del Sur. Le Monde diplomatique. (2018). Las virtudes olvidadas del endeudamiento. En Lambert, R., et al. (coord.), Atlas de economía crítica: datos, teorías y argumentos para deconstruir el neoliberalismo (pp. 146-147). Capital intelectual.

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