Lo que hicimos, lo que quedó y queda por hacer. La autocrítica necesaria 

Columnas 23 de septiembre de 2022 Por Carlos Alejandro
En la historia de nuestros pueblos latinoamericanos, la primera acción de separación y ruptura de la unidad continental, se constató en el mismo instante de la propia conformación de los estados nacionales o repúblicas independientes.
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25 de Mayo 2010. Buenos Aires, Argentina.

El proyecto unitario inicial, al enfrentar los intereses de las oligarquías locales y transgredir los límites impuestos al desarrollo de los pueblos de la América Latina, y la conformación del proyecto de la América del Sur unida y vigorosa, cambió  y se transformó en una decena de países separados y en consecuencia más débiles. Ninguno de nuestros Próceres Americanos deberían ser responsabilizados por ello. Todo lo contrario. Tanto Artigas, San Martin y Simón Bolívar  fueron señalados como reos por esas independencias, y fueron encarcelados o exilados y en todos los casos utilizando la traición, por una alianza de las oligarquías criollas y los intereses coloniales que persistían. Ese fue el costo del triunfo triunfo del progresismo liberal, aliado a los bancos Británicos contra  el autoritarismo conservador que pretendía mantener la fidelidad a las coronas y el clásico colonialismo.

En nuestro caso (Uruguay) la cuestión de la tierra, de la justicia social, de la participación política, de la división del trabajo como lo propuso Artigas nunca fue recogida por aquellos supuestos adalides del progreso , encabezados por una naciente burguesía neocolonial sino hasta el primer y segundo gobiernos de José Batlle y Ordoñez. Las burguesías independentistas no encabezaron una revolución política, sino una reorganización del poder capitalista.  Las tierras, los puertos, las aduanas y los derechos de las coronas pasaron a ser las tierras, puertos, aduanas y derechos de esas oligarquías extranjero-nacionales. El tiempo de los pueblos de América del Sur, originarios o inmigrantes, no llego con esas independencias, medianamente políticas pero nada económicas. Por el contrario, sí llego el tiempo de la desintegración de la unidad del continente que habían ideado y soñado nuestros próceres  de América del Sur. Los oligarcas se separaron de los pueblos y así  los violentaron y empobrecieron.

En nuestros días, en el período que se llamó la década ganada, los esfuerzos por la integración que hicieron Fidel, Chávez,  Lula, Néstor  y Cristina, Tabaré y Mujica, Evo, Correa, Dilma y Lugo fueron insuficientes. Ellos lograron avances políticos importantes, como la UNASUR y CELAC, pero  sus  diferentes grados de compromiso no permitieron los avances en la integración económica que llevaran a revertir en forma significativa el nivel de desintegración y segregación que arrastra el continente. Y esto sin duda responde, al igual que paso con los próceres de la independencia, al nivel de acierto o errores de sus propias decisiones políticas y también, a las relativas fortalezas o debilidades de las estructuras políticas desde las que actuaron. En algunos casos se dieron experiencias valiosas de discusiones políticas  e ideológicas sobre como avanzar en la integración, pero en general se impusieron las mayorías que sustentaban a los líderes en el ejercicio del gobierno, impidiendo profundizar en el debate del camino a seguir: una integración que basada en la integración  regional, no solo resolviera los aspectos comerciales, sino también las asimetrías del desarrollo humano de nuestros pueblos. Era y es un debate que necesariamente nos llevaba al cómo  comenzar a resolver la contradicción de clases en nuestras sociedades..

Al final del siglo pasado, la derecha política en el continente, estaba organizada en los partidos tradicionales o históricos en cada país, que ya habían sido secuestrados por el liberalismo económico, y sus propias contradicciones con el sistema no les permitía, no eran capaces de dar respuesta a las urgencias que la crisis imponía a las grandes mayorías. Ni siquiera les importo resolver las causas y los efectos que el neoliberalismo causaba, en la vida de los pueblos. Fue en ese contexto que, los partidos de la oligarquía confinados por la mundialización de la economía, acuciados por una crisis financiera y social global con un alto impacto en las economías locales, se mostraron incapaces de resolver los costos sociales de la aplicación de las políticas neoliberales, lo que permitió que las izquierdas nacionales lograron llegar al gobierno como parte de coaliciones más o menos amplias. 

Paralelamente, la derecha aprende a reaccionar frente a estos ciclos que combinan fuerzas progresistas y de izquierda y se reorganiza en toda América Latina para confrontarlos. Por la vía electoral en algunos casos, por golpes de estado en otros, por presión económica sobre algunos gobiernos o, directamente acudiendo a la vía de la violencia o la aplicación de sanciones económicas como en Venezuela, Nicaragua y Cuba. Esta realidad nos obliga a analizar la construcción política que acompaño la era de gobiernos progresistas en la región de principios de este siglo. Le llamamos era progresista a una tendencia política regional liderada por las izquierdas de los países que, con distintos énfasis, y partiendo de gobernar el Estado neoliberal busco: intervenir sobre la distribución del ingreso a favor de los que trabajan y generan plusvalía (riqueza), administrar los recursos nacionales en concordancia con los intereses de sus pueblos, e impulsar una real integración y coordinación entre los países. 

La contraofensiva neoliberal, que buscaba interrumpir esa evolución se vio facilitada en muchos de estos países por la pobre vocación de los liderazgos progresistas para construir poder popular. A esto se sumó la escasa voluntad para que estos proyectos progresistas intervinieran  con  una perspectiva de izquierda realmente transformadora del status quo preexistente, y mucho menos aún, con el interés de profundizar los cambios estructurales que lleve a un progresivo cambio en el sistema capitalista, fue casi común el abandono de las  tesis anti sistémicas, a lo que se sumó tambien la poca iniciativa para la defensa del planeta, frente a la crisis climática, y el agotamiento de los recursos a los que lleva este formato de producción capitalista.

Este proceso “progresista” en América Latina,  de acceso al gobierno contó con el apoyo de los liderazgos de las izquierdas de cada país. Fueron estas, las que impulsaron las alianzas políticas que se ofrecieron como alternativas electorales frente a las ofertas tradicionales de la derecha,  que ya solo representaban sus intereses de clase y de las multinacionales de la producción, los banqueros no nacionales, todos ellos  asociados a las oligarquías locales.

Luego de la renovada y permanente crisis provocada por el neoliberalismo, en la mayoría de los países y de la mano de esos nuevos gobiernos progresistas, primó una lógica donde la prioridad estuvo en la sociedad. El hecho que hubiera una mayoría de gobiernos dispuestos a intervenir en la distribución del ingreso, tratando de combatir la pobreza, subsidiar algunos consumos y universalizar los servicios de salud, educación y vivienda, al tiempo de fortalecer la participación del Estado en la economía y en la sociedad, resulto ser  una novedad en América Latina, el continente más desigual del planeta. Muchos de esos esfuerzos en la economía, se centraron en fortalecer los presupuestos de Educación, Salud, y Vivienda durante lo que transcurre del Siglo XXI. Al mismo tiempo se logró en general una recuperación real del nivel medio y básico de salarios. Se elevó el consumo de la población en todos los sectores y fundamentalmente en aquellos estratos más desfavorecidos. Se logro, sacar de la pobreza extrema, darles salud universal y de calidad, educación y vivienda digna a millones de hombres y mujeres, pero también es necesario concluir que ninguna de esas medidas y propuestas  tuvieron el necesario e imprescindible blindaje legal a los efectos de impedir que el retorno de los neoliberales al poder las eliminaran de un plumazo y volviéramos a tener a millones nuevamente por debajo de la línea de la pobreza, no solo no blindamos esos procesos para hacerlos irreversibles desde el punto de vista legal, sino que fuimos en todos los casos incapaces de generar conciencia y empoderamiento  de quienes se veian beneficiados por nuestras políticas, y que pudieran comprender que eran parte de esos cambios que estaban teniendo en sus vidas, y por consecuencia defender esas conquistas. Fuimos incapaces de comprender que la generación de liderazgos sociales que sintieran su ron de actores en el poder popular que hiciera irreversibles los cambios. 

Pese a todo esto, hoy la coyuntura nos devuelve una imagen de América Latina bastante parecida a la que históricamente hemos tenido en nuestra historia previa a 1998. El proceso generado a partir del golpe de estado en Paraguay, el golpe de estado en Brasil que le permite a Bolsonaro gobernar,  se continuó con la violencia siempre latente de la derecha Boliviana, en la actualidad  y durante todo el tiempo que gobernó Evo Morales, demostró sus intenciones fascistas y termino dando un Golpe de Estado para derrocarlo. No obstante en corto plazo, el pueblo Boliviano indicó claramente cuál era el camino a seguir.  Su perversa estrategia incluye el bloqueo económico, conspiración destituyente y amenaza real militar externa en Venezuela y Nicaragua, la traición personificada en Ecuador continuada con los errores cometidos en campaña electoral que los llevaron a perder la posibilidad de regresar al gobierno. Sin duda las derechas oligárquicas de chilenas, no esperaban la victoria aplastante alcanzada en la elección de la Asamblea Constituyente y el posterior triunfo electoral en Chile. Tampoco el triunfo presidencial en Perú que sigue siendo aun  una gran incógnita, de hacia dónde lograra caminar definitivamente frente al boicot del fujimorismo. La derecha oligárquica logra gobiernos en Paraguay y Uruguay, sumado al fugaz pero terrible paso de Macri en Argentina y la crisis que dejo implantada. Colombia que anida lo más recalcitrante de la derecha pro-imperialista genocida del continente, donde el triunfo del Pacto Histórico con Gustavo Petro y Francia Márquez a la cabeza, apoyados por toda la izquierda colombiana, abren un nuevo horizonte de esperanza para concretar definitivamente la paz en suelo colombiano, y incorporar a Colombia al proceso de integración latinoamericana, que nos permita ser actores globales por primera vez en la historia del continente.

El análisis de las razones que nos llevaron a perder las elecciones, pese a haber sido desde el punto de vista de las mejoras de la calidad de vida de millones de hombres y mujeres eternamente olvidados, nos lleva a preguntarnos: ¿Qué nos ha pasado para que en nuestra región, se empezara a ver que una parte importante de la población, aceptara poner en riesgo los logros alcanzados por los años del progresismo en el gobierno? Que cosas no hicimos para que nuestros pueblos comprendieran que las mejoras en sus condiciones de vida se debían a nuestros gobiernos?  Sin duda alguna constatamos que los medios masivos de comunicación jugaron y juegan un rol central en el manejo de la opinión pública. El tema de la inseguridad y la corrupción han sido elementos preponderantes en el discurso de la derecha. En algunos casos como el de Brasil, esos argumentos utilizados y que les fueron muy útiles, se han caído estrepitosamente, el ejemplo más claro ha sido la farsa  montada por el ex juez Moro contra Lula.Y en otros como en el Ecuador, donde no solo han jugado factores vinculados al Law Fare, sino que también hemos vuelto a cometer algunos errores importantes en los procesos electorales, que no permitieron retomar el poder, esto no solo paso en Ecuador, sino también en el Brasil y en Uruguay.

 En la lucha por el gobierno, muchas veces hemos debatido en el cómo ganar el electorado de lo que se denomina el centro político de nuestras sociedades. La tesis triunfante en el progresismo fue que debíamos correr el discurso político e ideológico de la izquierda hacia el centro, abandonamos nuestra dialéctica y didáctica en la batalla cultural que la derecha nos impuso. Esta Conducta nos llevó a abandonar el discurso transformador y nuestro accionar coherente  en los gobiernos del cambio. Correr la izquierda hacia el centro es sinónimo de correrse hacia la derecha, lo que ha llevado a mimetizarnos con la derecha que se corrió hacia el centro en su discurso, igualándolo al nuestro. Por lo tanto para los pueblos fue lo mismo en muchos casos votar por el candidato de la derecha, que votar por nuestros candidatos. 

Sin embargo estamos  seguros que vamos a volver a tener gobiernos progresistas. Nos cabe preguntarnos si corremos el riesgo de haber abandonado las ideas de izquierda fundacionales, de procesos que en sus inicios se definían como nacionales, populares anti oligárquicos y anti imperialistas?.  Sera que esperan ser funcionales a los intereses del  imperialismo y las oligarquías locales de encargarse de poner  en orden nuevamente al desorden provocado por los actores  que el imperio y las oligarquías locales pusieron en los gobiernos para frenar y revertir el avance en derechos históricamente reclamados por los pueblos y que se lograron en los gobiernos de la izquierda en la década ganada. Sin embargo debemos admitir que las oligarquías y el imperialismo tienen claro que la experiencia adquirida en los periodos de gobierno no nos permitirá cometer los mismos errores que propiciaron nuestras derrotas, y que de continuar con las políticas actuales de desestructuración de nuestras sociedades, generara un caldo de cultivo propicio para que ideas de izquierda mucho mas profundas continúen  en la recuperación y profundización estructural de los cambios que se habrán de llevar adelante en los nuevos gobiernos de la izquierda y que tendrán a los pueblos como protagonistas de ello en clara diferencia a los que fueron propuestos por el progresismo en los gobiernos anteriores. 

 ¿Ganará Lula sin ninguna condicionante por parte de la oligarquía brasileña!??  ¿Qué  espera lograr parte de la derecha colombiana, con la alianza parlamentaria que hoy le propone al Presidente Gustavo Petro? ¿Qué cosas no se pueden tocar de los intereses de los grupos económicos en Brasil y en Colombia? ¿Cuáles serán los acuerdos que condicionen  a que no se toquen determinados intereses históricos de la oligarquía brasileña que permitirán a Lula llegar al gobierno nuevamente? 

¿Cuál será el modelo económico que habrán de impulsar los nuevos gobiernos progresistas..? ¿Dónde se pondrán los énfasis en relación con los orígenes de los recursos para las políticas sociales que nuestros s gobiernos habrán de priorizar en un nuevo periodo de gobiernos progresistas y de izquierda? De donde surgirán los recursos para vivienda y para la salud de todos? ¿Para la seguridad social de nuestros viejos? De donde los recursos para la educación? Estamos seguros, que la única alternativa  es que salgan de los grandes negocios de la minería extractiva y  la agroindustria exportadora de comodities  a partir de retenciones ,habrá que incluir también el sector financiero a través de impuestos a las transacciones que ser realizan en el sistema y que en su gran mayoría no requieren de mano de obra humana eliminada por la implementación de tecnologías que la sustituyen, eliminando así miles de puestos de trabajo en el área delos servicios.

En los próximos años viviremos, en un mundo que será marcado por la post-guerra en Ucrania, y por la post-pandemia con el impacto que ambas han tenido en la economía global, crisis que habrá de modificar algunos criterios que llevarían, a que, el modelo de las últimas décadas basado fundamentalmente en la promoción de la inversión extranjera, a través de las empresas multinacionales,  ya no tendrá posibilidades de desarrollarse. Ya no es sostenible, sostener las exoneraciones fiscales, que le quitaron recursos al Estado, enriquecieron más aun a los ricos, y solo una parte menor genero crecimiento del empleo y la actividad económica en nuestros países, Es un modelo que ya no tendrá posibilidades de desarrollarse, en el futuro será imprescindible fortalecer el rol de los estados en el proceso de control de esas inversiones para garantizar un desarrollo realmente sostenible, que permitan fundamentalmente hacerlo en un marco de consolidación de la presencia  de la participación de la sociedad civil popular organizada y empoderada para incidir y decidir en la vida económica de las naciones. Recuperando las empresas  privatizadas en sectores vitales para la soberanía y la integridad de nuestros países, y sobre todo que los recursos naturales y las riquezas de nuestros países sean utilizados racionalmente en la mejora de la calidad de vida de los pueblos y el desarrollo en infraestructura para un desarrollo que garantice la protección de la naturaleza.

Desde hace unos años, existe la preocupación en muchos economistas referentes  del progresismo y de la socialdemocracia, en la creación de una nueva tesis sobre el estado de bienestar. Siguen tratando de generar una tesis similar a la que la mal llamada socialdemocracia ha desarrollado, en el pasado en los países de la Unión Europea, un capitalismo “humano”. Múltiples condiciones han “conspirado” contra ese modelo de distribución, donde muchas cosas estuvieron resueltas para las clases medias y altas aunque dejaban de lado a millones como la pandemia del COVID 19 ha demostrado. La sucesión de las crisis financieras han destruido ese estado benefactor que resolvía temas como la salud y la seguridad social, sobre todo de la tercera edad. El abandono de esas políticas públicas y los recortes presupuestales en el gasto del estado benefactor, se reflejó con su mayor  impacto durante la crisis sanitaria del Covid19, cuando los sistemas de salud europeos privatizados fueron incapaces de resolver la situación, no solo por el número de enfermos, sino por el desastre en que se han convertido. En consonancia con la gravedad de las crisis del 2008, se consolido un modelo donde el rol de los estados ha dejado de ser, el que garantizaba un nivel mínimo de supervivencia decorosa para las mayorías, y ha devenido en meros  administradores de lo que la crisis ha dejado, o en  instrumento de represión y criminalización de la protesta social provocada por el colapso de los servicios básicos.

Esto conspira contra la posibilidad que tienen estos nuevos gurús de la economía, de mostrar las bondades de las nuevas tesis económicas. Por la sencilla razón de que no han podido demostrar en ninguno de los países de la UE, mejoras en la calidad de vida de las grandes mayorías nacionales de los países que la conforman. Por el contrario, todo esto se ha agravado, de la mano de las injerencias y agresiones por parte de los socios de la OTAN, que han destruido países como Libia, Siria, Palestina, Irak, Afganistan, provocando la migración hacia los países europeos, de millones de exiliados por las guerras, y las hambrunas continuas en los países africanos. Son desplazamientos forzados que se han sumado a las periferias de las ciudades  europeas en miserables condiciones de vida, con enormes carencias, a las que se suman los millones de trabajadores europeos parados que las sucesivas crisis económicas han creado en todo el continente. El intento de trasladar a Latinoamérica esas “nuevas tesis” nos vuelve a proponer un gran  debate sobre la profundidad de las medidas y transformaciones que los gobiernos de izquierda y progresistas en el continente implementen una vez que reconquisten los gobiernos.

¿Qué tanto estamos dispuestos a profundizar en temas centrales como la distribución de la riqueza, la acumulación de la misma en pocas manos, y cuanto ponen en el correlato impositivo aquellos que han acumulado millones en los últimos años a pesar de las crisis económicas y la pandemia. ¿Cuál será nuestro papel como izquierda en la tarea de volver a la docencia política y explicar a las grandes mayorías de nuestros pueblos, que las mejoras que  tienen y disfrutan son a causa y consecuencia de que estamos cumpliendo con el programa que nos comprometimos para gobernar? Cuál será el tratamiento que daremos a los medios de comunicación masivos, en ese papel democratizador de la información y sobre todo en la utilización de esas herramientas que en muchos países son propiedad de oligopolios mediáticos que utilizan, los permisos para el manejo de esos medios.  

Para eso tenemos que resolver algunas contradicciones que aún persisten en el punto de vista ideológico. Nos hemos limitado a medir sistemáticamente los niveles de pobreza a los cuales el sistema capitalista a través de las medidas neoliberales ha llevado a grandes sectores de nuestros pueblos. Ha llegado el tiempo de hablar de la riqueza y su inmoral y vergonzante acumulación por las oligarquías locales. Es hora de decirles a nuestros pueblos, cuanto más ricos son y cuanto han acumulado aun en medio de las crisis y ahora durante la pandemia. 

Tenemos claro que el tipo de relación de la izquierda con el progresismo ya no va a ser el mismo de la primera etapa de los cambios en el continente. Es una conclusión que ya existe en los principales actores, tanto de izquierda como progresistas. Se requiere nuevas relaciones basadas en cumplimiento de los programas aprobados y luego muchas veces ignorados por los que gobiernan y se alejan de la sociedad civil organizada en sus diferentes expresiones. Y acudir a los pueblos es la única alternativa democrática de resolver los nuevos rumbos.  El neoliberalismo es una respuesta del sistema capitalista que abarca lo ideológico, lo económico y lo cultural de la vida de nuestras sociedades, por eso es imprescindible el retorno a la docencia política partiendo de un plano profundamente ideológico de ruptura con el sistema capitalista. Debemos reflexionar e explicar  las nuevas formas de relación en el mundo del trabajo, las que no han terminado con la lucha de clases sino que la han profundizado a niveles aun difíciles de medir lo que transforma nuestra lucha no solo en lograr ganar los gobiernos, sino en transformar a los pueblos en actores directos en la toma de decisiones generando lo que no hicimos en la denominada década ganada, un gran poder popular que haga irreversibles los cambios, sin temor a hacer realidad  aquello de TODO EL PODER AL PUEBLO.

Carlos Alejandro 

Secretario de RRII Compromiso Frenteamplista

Ponencia SEMINARIO "Los Partidos y una Nueva Sociedad"

 

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