Por qué los blancos deberían votar “Sí”

Columnas 22 de enero de 2022 Por Agustín Courtoisie
La LUC como traición de un legado. La mirada de Agustín Courtoisie.
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Foto: Carlos Lebrato

Puede que haya gente que justifique en Uruguay las ejecuciones extrajudiciales. Es más, resulta muy probable que a esas personas les parezca bien que la LUC habilite a cualquier ciudadano a defender con armas su casa, o su negocio, y a matar a un supuesto delincuente que ha ingresado o que ronda un bien patrimonial. Y que induzca a que la policía se “empodere” y en aras del peligroso estiramiento de la “legítima defensa” haga uso de la violencia “legal”. Pero la Constitución no lo permite.

Como muchos mentirosos acusan a los defensores del “Sí” de mentir, vaya lector y compruebe por sí mismo lo que dice la LUC a partir de sus primeras páginas. Por si acaso le aclaro bien: Ley   N° 19.889, Sección I, Seguridad Pública, Capítulo I, Normas Penales, especialmente los Artículos 1° a 4°.

Traducido al español esto significa que la LUC no solamente da gatillo fácil a una policía hoy manchada de corrupción en lugares de alto rango, al menos en el caso de varios notorios jerarcas según la información de los principales medios (Ortega Salinas, 2022). No es sólo eso: la LUC facilita a cualquier vecino pendenciero, temeroso o que tiene un mal día, el convertirse en asesino de un segundo a otro, porque vio algo raro en una azotea, o en el portón de su casa.

¿Y la Constitución? No. La Constitución de la República es otra cosa. Si no les gusta deberían intentar modificarla. Si es que se atreven. Pero no con este juego de la mosqueta que es la LUC. 

El artículo 26 de la Constitución de la República lo dice sin ambigüedad alguna: “A nadie se le aplicará la pena de muerte”.  Y si ella no habilita la pena de muerte legal, es una violación evidente de la Constitución  pretender habilitar una ejecución extrajudicial, por ejemplo, en manos de un policía que dispara un balazo en la cabeza a un joven que robó una oveja (Subrayado, 2021), o de un vecino que vio a un joven maniobrando cables en la azotea de al lado (Subrayado, 2020).

Se me podrá decir que en ambos de esos ejemplos los homicidas han sido investigados o incluso formalizados y que la LUC “no tiene nada que ver”. En todo caso eso no resucita a un joven que trataba de ayudar a otro vecino. Ni al otro que robó para comer. “Una vida no vale tres ovejas” declaró el otro joven que sobrevivió a la prepotencia policial (Subrayado, 2020) ¿No tendrá nada que ver la LUC con las percepciones y las conductas? ¿Quiénes serían en realidad los criminales? Y aquí entramos en tema. 

Wilson Ferreira lo dijo con claridad en el discurso de la Explanada Municipal en 1984: “Si nosotros no somos capaces de asegurarle una vida digna a tres millones de orientales, lo dije una vez y lo repito hoy, somos unos criminales” (Ferreira Aldunate, 1984b). 

Podría decirse de los blancos de hoy lo que Wilson Ferreira decía de los militares: no podían elegir una sola frase de José Artigas en el Mausoleo para homenajearlo, porque cualquier frase de Artigas los habría puesto en aprietos. Algo parecido les pasa a los blancos de hoy con la vida y el ideario de Wilson. ¿Qué blanco hoy podría hablar de la reforma agraria, la nacionalización de la banca o del control del comercio exterior, como Wilson planteaba en Nuestro compromiso con usted? (Partido Nacional, 1971).

 

Mientras Wilson Ferreira era partidario de una reforma agraria y de “cambios radicales en la relación hombre-tierra” (Partido Nacional, 1971, pág. 8) el Artículo 358 de la LUC permite que el colono  viva fuera del predio en vez de “trabajar directamente el predio y habitarlo con su familia” como establecía la normativa anterior, priorizando ahora criterios de mercado por encima de los fines sociales y distributivos.

En Nuestro compromiso con usted se lanzaba una advertencia con esta pregunta: “¿De qué podrían servir detallados programas de gobierno si se mantiene intacto el sistema económico dominante que ha nacido, crecido y hoy decae bajo el signo de la dependencia externa?” (Partido Nacional, 1971, pág. 5). Por el contrario, la LUC en muchos puntos favorece espacios privatizadores y extranjerizantes. A vía de ejemplo, El “derecho a la portabilidad numérica”, establecido por el Artículo 471 ha merecido este comentario: “Esto rompe con una lógica que pretende defender a nuestra empresa ANTEL, ya que permitirá políticas agresivas de las multinacionales. Pudiendo el usuario conservar su número y trasladarlo a otra empresa, generará una lucha por ofrecer ‘mejores condiciones’, pero que no serán reales, ya que una vez eliminada la competencia, estas condiciones empeorarán” (Resistencia.uy, 2022, 471).

No es solo que la Sección I de la LUC posee 33 artículos objetables sobre “Seguridad pública”, plenos de incitaciones al gatillo fácil de policías y de ciudadanos comunes propietarios, sino que además surgen muchos otros constreñimientos a las libertades individuales reales. 

Ocurre que esta infeliz norma usa la palabra “libertad” de modo general y manipulativo. Por ejemplo: libertad del usuario para conservar su número de celular (Artículo 471), libertad financiera (Capítulo IV, artículos 215 a 225), libertad de cátedra (Artículo 128),   libre circulación (artículos 468 a 470). En la vereda de enfrente de estas maniobras verbales, que invocan la “libertad” en el plano de las palabras pero la restringen de modo inadmisible en los hechos, hace décadas Wilson Ferreira dejó muy en claro los usos legítimos diferenciándolos de los usos tramposos de la palabra “libertad”:

“La idea liberal era el impulso de la libertad, era la elevación de la dignidad del hombre, una empresa humana realmente extraordinaria. Esto condujo a una exageración. El liberalismo terminó enmascarando una corriente egoísta que amparaba la cristalización de la injusticia, invocando falsamente aquel ideal de libertad. Inicialmente, la idea de libertad defendía los derechos del individuo. Luego, una vez conquistados en la mera letra de las disposiciones constitucionales o legales, comenzaron a invocarse obstáculos para impedir que el individuo gozara efectivamente de estos derechos. La idea liberal sirvió entonces para decir: ‘el Estado no debe intervenir. Hay que dejar librado a cada uno a su sola fuerza’. Y desde luego que ésta no era la libertad. Era la manera de permitir que el débil no tuviera posibilidades de enfrentar al poderoso” (citado por Lupi, 2008, pág. 107).

¿Qué blanco se atrevería a retomar el anti imperialismo de Luis Alberto de Herrera,  al cual apela Wilson en el discurso de la Explanada Municipal de Montevideo? (Ferreira Aldunate, 1984b)

¿Qué blanco de hoy podría recordar la vehemencia de Wilson para declarar que “somos unos criminales” si no podemos dar una vida digna a tres millones de orientales con todos los recursos materiales de que disponemos? (Ferreira Aldunate, 1984b)

Es difícil pronunciar un solo nombre de los que hoy  conducen al Partido Nacional que se decidiera a expresar al menos una de esas cosas. Tampoco es fácil escuchar lo obvio: que es muy fácil homenajear a quien ya no resulta peligroso, diluir su mensaje, ocultar su legado, pero callar cuidadosamente que le robaron dos veces las elecciones: en 1971, como lo prueba con rigor Daniel Corbo en Cómo hacer presidente a un candidato sin votos, y en 1984, cuando se realizaron las elecciones con Wilson preso, gracias al pacto del Club Naval (sobre las pruebas del fraude, ver también Lupi, 2008, pág. 98 y sig.).

Todos los que se sienten blancos y también todos aquellos que aunque no lo son recuerdan a Wilson con profunda admiración y afinidad,  tienen pendiente un deber. Es una circunstancia similar a la de esos creyentes que se alejan de ciertas instituciones o dejan la liturgia para recuperar la fe o preservarla mejor. El deber consiste en preguntar: ¿en qué lugar pueden estar los wilsonistas hoy, de cara al referéndum contra 135 artículos de la LUC?

Quienes hoy celebramos el triunfo de Boric en Chile, recordamos con dolor  la tragedia de 2019, cuando el entonces presidente Piñera no supo entender que los carabineros que se sienten legitimados para reprimir, con sus armas pesadas, cascos y escudos, cuando no sus vehículos  blindados y motos, se vuelven delincuentes de uniforme. Ya no disciernen si delante tienen una mujer, un joven inerme o un niño. 

¿Qué habría dicho Wilson de tragedias semejantes? ¿Qué habría dicho del golpe de Estado contra Evo Morales en Bolivia? ¿Qué habría dicho del bloqueo a Cuba? Basta verlo en la foto junto a Fidel Castro para conjeturar algunas cosas (Ferreira y Vignolo, 2019, pág. 291-292).

Regresemos a la LUC. Los capítulos  sobre seguridad recuerdan mucho las normas votadas en democracia, inmediatamente antes de la dictadura militar. La honradez de Wilson Ferreira lo llevó a declarar que fue un error votar la Ley de Seguridad del Estado promulgada en 1972: “No fue un pecado votar la Ley de Seguridad del Estado, fue un error (…) Para el uruguayo medio la tranquilidad se había transformado en algo más importante que la libertad”. [1] 

Además de inducir a la violencia por parte de los civiles, para hacer justicia por mano propia, la LUC tiende a legitimar ciertas prácticas indeseables de los profesionales de la seguridad y la violencia. Salvando las distancias, vale la pena comparar un poco. ¿Qué blanco de hoy se anima a ver completo el discurso de Kiyú cuando Wilson advertía que si Julio María Sanguinetti y sus jerarcas en su momento mintieron, habría que buscar la manera de sacarse de encima la Ley de Caducidad de la Pretensión Punitiva del Estado? [Ferreira Aldunate, 1987, 12:50 y sigs.]

Para finalizar, las tendencias autoritarias de la LUC, cuando no francamente inconstitucionales, son perversas porque se formulan en simultaneidad con la   invocación cargosa de la democracia y la libertad, por parte de los voceros de la coalición multicolor. Los enemigos de ayer eran los subversivos y los terroristas. De modo análogo, los enemigos de hoy son la delincuencia común y el narcotráfico. Todo me hace recordar los dichos de Wilson en su conferencia de 1983 sobre “Los mitos de la Seguridad Nacional” en el Centro Woodrow Wilson, en Washington, cuando fue a pedir a los EE.UU que retirara el apoyo a la dictadura militar y que dejara que los uruguayos nos arregláramos entre nosotros: 

“Desde hace diez años, el único que secuestra o aterroriza, o maltrata, es el gobierno, y el único terrorismo es el terrorismo de Estado (…) En el Uruguay, el riesgo no es que un día demos la espalda a lo que se acostumbra llamar los valores de Occidente, sino precisamente lo contrario: que un día podamos llegar a la conclusión de que es mentira que el Occidente cultive realmente esos valores” (Ferreira Aldunate, 1984a, págs. 63 a 65).   

Wilson no habría tropezado por tercera vez con la misma piedra. Votaría  por la papeleta rosada del “Sí” con las dos manos. Lo imagino levantando los brazos después, con su generosa sonrisa, para decir con alegría como en la Explanada Municipal en 1984: “Por la libertad se pelea siempre porque nunca está definitivamente conquistada. Para nosotros la lucha comienza todos los días de nuevo y por lo tanto, comienza hoy” (Ferreira Aldunate, 1984b).

 

Notas

[1] En el momento de entregar esta nota comprobé que ya no está activa la página donde tomé la frase textual: http://fundacionwilsonferreira.org/site/wp-content/uploads/2009/06/wilson-y-la-conduccion-del-poder-militar.pdf 

Referencias

Ferreira Aldunate, Wilson (1984a). Discursos, conferencias y entrevistas. Recopilación y prólogo por Juan Raúl Ferreira. Buenos Aires.

Ferreira Aldunate, Wilson (1984b). [Video] Discurso de la Explanada Municipal. Disponible: https://www.youtube.com/watch?v=Ys-CWmsh6aA

Ferreira Aldunate, Wilson (1987). Discurso de Kiyú, San José. Disponible: https://www.youtube.com/watch?v=O9BhSz8PaKk  Oír a partir del minuto 12 y 50 segundos, hasta llegar a la frase textual: “Si el riesgo institucional no existía entonces no precisan la ley que les votamos y veremos cómo hacemos para sacárnosla de encima”.

Ferreira Sienra, Juan Raúl y Vignolo, Luis (2019). Wilson. Bitácoras de una lucha. Montevideo: Fin de Siglo.

Haedo, Eduardo Víctor (1990). Herrera, caudillo oriental. Montevideo: Cámara de Representantes de la República Oriental del Uruguay. Ver páginas 253 y 254 sobre el rechazo de Herrera de enviar soldados uruguayos a pelear en Corea en el bando favorable a los EE.UU. Aun distanciándose del resto de su ideario y de su derrotero político concreto, en realidad, toda la obra de Luis Alberto de Herrera es nacionalista y anti imperialista. Sugiero a los más jóvenes investigar gracias a quién no tenemos bases militares estadounidense en el territorio nacional.  

Luppi, Carlos (2008). Wilson. Una comunidad espiritual. Biografía. Montevideo: Editorial Sudamericana.

Ortega Salinas, Enrique (2022). “La encrucijada de Heber”. Caras & Caretas. Edición digital. Disponible: https://www.carasycaretas.com.uy/la-encrucijada-de-heber/

Partido Nacional (1971). Nuestro compromiso con usted. [Texto completo] Programa de gobierno de los candidatos Wilson Ferreira Aldunate y Carlos Julio Pereyra. Montevideo: Barreiro. Disponible: https://drive.google.com/file/d/1COMImbQfRTq_u8mUnHsM83uSD2YQM9nj/view?usp=sharing

Resistencia.uy (2022) [Portal web]. “LUC comparada”. Disponible: https://resistencia.uy/

Subrayado, Canal 10 (2020). [Texto y Video]. https://www.subrayado.com.uy/un-joven-19-anos-fue-baleado-la-cabeza-un-policia-y-esta-grave-n670427 El joven finalmente falleció: https://ladiaria.com.uy/articulo/2020/9/artigas-fallecio-el-joven-de-19-anos-que-fue-baleado-en-la-cabeza-por-la-policia/

Subrayado, Canal 10 (2021). [Texto y Video] https://www.subrayado.com.uy/mato-un-vecino-cuando-estaba-la-azotea-pensando-que-era-un-delincuente-n819118

 

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