La gestión del conocimiento, la comunicación y la educación. Una relación simbiótica y sinérgica

Columnas 15 de junio de 2021 Por Víctor Da Costa
Es relativamente sencillo asumir que todos estamos de acuerdo al caracterizar de forma general algunos aspectos sobre la comunicación....
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Puede que de esos acuerdos subyazcan acepciones tales como conectar, transmitir, contactar, relacionar, informar, significar, interpretar, instruir, corresponder y participar entre muchas otras posibles. Es en este sentido que relacionar el concepto de comunicación y el de educación es posible, pero además esta interacción se convierte en un acto de reciprocidad continua y constante, no obstante esto cada uno de los dos procesos evidencian, también, significativas diferencias. La comunicación es toda actividad organizada dirigida a transmitir un mensaje con el fin de influir; y la educación, también lo es.

Uno de los grandes desafíos que hemos vivenciado desde fines del SXX y, naturalmente, de lo que va del SXXI, es afrontar el desarrollo de las nuevas relaciones entre comunicación (desde la concepción “tradicional”) y educación – enseñanza desde su función social moderna y actual, pero además en el marco de: los medios de comunicación y los nuevos mecanismos para los nuevos medios de comunicación; el emergente de las redes sociales y el auge de los medios tecnológicos de acceso a la información y la posibilidad de comunicación en línea y “on demand”; el surgimiento exponencial de nuevos códigos, normas y formas para comunicar y atender a la diversidad de comunicadores y comunicaciones que concentran públicos muy diversos y segmentados; todo esto desde una óptica que reconstruye la racionalidad concebida hasta el momento.

Existe en la actualidad una circunstancia emergente y creciente, ya que distintos medios ocupan un lugar importante para las personas en la transmisión de información y conocimientos, lugar que hasta el momento la sociedad tipo reservaba en el más comedido altar sagrado y sobresaliente para la Escuela, la Familia y/u otras instituciones sociales destinadas a tales loables y fundamentales fines y pilares éticos, estéticos, filosóficos, y morales. Por otra parte, el otro gran desafío moderno es la imposición de la necesidad de la debida gestión del conocimiento, lo que significa que el estudiante y el docente (así como otras posibles figuras educativas existentes en la actualidad), luego de acceder a las informaciones necesarias deberán tener herramientas que le permitan saber seleccionarlas, articularlas, vincularlas y aplicarlas  a determinados objetivos y en dirección a las metas correspondientes, al mismo tiempo con cierta especificidad de propósitos e intenciones. Este accionar de traslación del sentido recto de las cosas hacia una nueva construcción tácita, es de igual modo importante como difícil de rehuir.

Entonces, urge reconocer que la comunicación requiere un abordaje particular y desafiante de las estructuras predichas y presupuestas. La variabilidad y la diversidad están presentes siempre en todas las aulas, en todos los momentos educativos y de igual modo en la comunicación. Cabe señalar, y en relación a lo anteriormente dicho, que estas diversidades, variabilidades, versatilidades e incluso mutabilidades de situaciones, de este conjunto, se desprende que también las formas y mecanismos de comunicación son diversos y distintos. Las estrategias y  la disposición de los instrumentos estarán entonces preceptivamente (por mecanicidad) en función y concordancia para sostener estos procesos.  

En el escenario educativo, que siempre nos implica un contexto de particularidades no lineales, pero sí generales el elemento comunicación (refiriéndome por elemento en cuanto a su acepción de: la parte que, junto con otras, constituye algo) vertebra, por sí sólo, procesos; además constituye dimensiones y posibilita actos, acciones y reacciones planificadas y desencadenadas premeditadas o no. También, y no menos importante, propicia relaciones y permea conexiones. Si bien la importancia en la calidad del proceso educativo no tiene siempre relación estrecha con el perfeccionamiento del proceso de comunicación por sí mismo, tampoco significa que estén totalmente desasociados. Procurar la mejora adaptada y direccionada de este proceso, implica y concentra una tarea de muchas aristas; sin embargo ello redituaría directamente en una mejor eficiencia y eficacia en el cumplimiento de las metas y objetivos planificados y/o preconcebidos.  Procesos comunicativos con objetivos asequibles, con líneas de trabajo diversas y con una conexión que dialogue permanentemente nutriéndose y retroalimentándose, constituye un camino, desde una concepción de unidad para la acción educativa, que puede en efecto, resultar valioso y relevante.

Las tendencias mundiales, las necesidades globales comunes, las exigencias transnacionales, los estándares mercantiles comunes y transcontinentales, los acelerados cambios y avances tecnológicos y digitales, y también las suscripciones internacionales de los Estados a nivel mundial, establecen nuevos desafíos, metas y objetivos para con la educación moderna junto a la enseñanza adaptativa, que en lo personal, me permito relacionarlas indisolublemente. Todo esto, claramente, trastoca los métodos, mecanismos y procesos de la educación y la enseñanza por un lado y de la comunicación por otro; en consecuencia, de la comunicación y su proceso en estrecha relación para con la enseñanza y los aprendizajes y/o en función a estos. Enseñar, independientemente del desarrollo de las facultades intelectuales, afectivas y vinculares, de la adquisición de la cultura y las normas sociales, éticas y morales para la convivencia y el desarrollo de las personas en comunidades; Educar, es significar el mundo para dar inicio al proceso de descubrirlo, permitiendo así a la persona su propia construcción subjetiva de éste.

Naturalmente en el desarrollo de estos procesos existirán una gama de “elementos barrera”, situaciones, factores e incidencias que dificultan los procesos de comunicación. Estas perturbaciones que obstaculizan e interponen barreras u obstáculos para la transmisión del mensaje tienen distintas figuras y formas dispares, pero siempre manteniendo un denominador común: - en palabras de I. Bosque en La Comunicación -  “pérdida de contenido informativo” perturbaciones que “se conocen con el término de ruido”. Dicho esto, las causantes o modalidades de pérdida de contenido informativo son variadas y responden a diferentes inflexiones. Todas estas observaciones y consideraciones es conveniente relacionar con algunas interrogantes que podrán servir para ayudar a dimensionar algunos de estos ángulos. ¿Qué tipo de murallas existen que nublan y entorpecen el diálogo o el entendimiento? ¿Cómo hablan los jóvenes? ¿Cómo comunican y sobre qué? Entre otras, estas podrán ser de utilidad en cuanto a aspectos generacionales. Por otra parte inferir en el ¿qué digo cuando hablo? y ¿qué transmito con esa comunicación?, nos dota de herramientas en cuanto a dar debida diligencia en contrarrestar posibles efectos indeseados desde el rol de emisores, principalmente en cuanto a ambigüedades no deseadas, controladas o predimensionadas con cierta intencionalidad planificada. En este mismo sentido podemos pensar en cuanto al uso de los códigos y su validez en cuanto al sentido de pertenencia comunitaria de sus usuarios, el léxico y las formas de presentación serán también elementos sumamente importantes. La comunicación a través de las nuevas tecnologías digitales conlleva procesos y formatos intrínsecos, así como canales y condicionantes muy propios y específicos.  Entonces, asuntos como la fatiga ocular azul, las máximas hegemónicas que priman en ese contexto tecnológico particular, el dominio de contenidos, los formatos propios de presentación e interacción son elementos sustanciales. Por otra parte, otro aspecto que es de altísima sensibilidad y relevancia, como el significado que adquieren los espacios virtuales de refugio, donde las libres expresiones, sin “condenas sociales”, son naturalmente aceptadas. Todos estos aspectos constituyen un análisis que no podrán ser llevados adelante como estancos separados, efectuar un abordaje desde una mirada histriónica, o asumiendo una hegemónica marginalización natural de situaciones que no se adecuan a la estandarización, son elementos graves y corrosivos de la voluntad y propios de indignidad ética.

Para reimaginar escenarios propicios y fermentales al desarrollo educativo de estas cuestiones, claro es, sin caer en el puritanismo romántico difícil de concretar, y mucho menos en una representación propia de ficción distópica, compleja y apocalíptica donde la esperanza justamente nos frustra para la acción; entendemos sí, muy necesario desarrollar estrategias que sean alcanzables a las personas en el marco de lo acentuado de la diversidad y sostenibles en el tiempo como herramienta férrea en favor del aprender a aprender, aprender a hacer y aprender a vivir juntos como una tríada inquebrantable que permite el aprender a ser. 

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