Los Sofistas

Columnas 08 de marzo de 2021 Por Jorge Barrera
En esta nueva entrega de "Filosofía y Doxografía para profanos" me voy a referir a los sofistas. Comenzando por Protágoras de Abdera.
Protágoras
Protágoras de Abdera

La palabra “sofista”, significa “sabio”, en un principio no tenía connotaciones peyorativas y hacía referencia a una persona estudiosa y con conocimientos importantes. Pero, en la Grecia clásica, remite a aquellos personajes  que se autodefinían a sí mismos como  “maestros de virtud”.  De ahí que a un conjunto de pensadores griegos, la mayoría de ellos, contemporáneos de Sócrates los conocemos como: “los sofistas”.

La forma en la que los sofistas expresaban su sabiduría, era variada. Unas veces lo hacían a través de conferencias aisladas, estas se desarrollaban frente a personas influyentes, muchas de las cuales eran cuidadosamente preparadas, otras en cambio, no estaban planificadas, sino que las improvisaban en el momento. Los lugares habituales de estos eventos eran, por ejemplo, el ágora o sedes de  fiestas públicas como Olimpia, al pie del monte Cronio. Otros lugares habituales, en los que se presentaban,  eran los gimnasios o  en sitios donde se celebraba  una reunión de invitados; por ejemplo  en la casa de ricos mecenas como Calias. Sostenían disputas verbales o simplemente daban ciclos de conferencias, a cambio de suculentos honorarios.

Hablar de una escuela sofistas implica, de pronto, un exceso, ya que no necesariamente todos seguían una misma línea de pensamiento. No obstante, casi todos presentan determinados rasgos en común, en las bases doctrinarias, en los métodos pedagógicos y en la manera de presentarse en público como sabios.

Podríamos hablar, en cambio,  de un movimiento del que podemos abstraer unas pocas similitudes, a saber:

•        La concepción relativista de la moral.

•        Un auditorio formado por personas influyentes.

•        Un racionalismo crítico, que a veces se convirtió en  escepticismo radical.

•        Cierta erudición.

•        La preparación de sus seguidores para disputar en los foros y asambleas.

•        El desarrollo de actividades de enseñanza, por las cuales recibían un pago.

A partir de este movimiento y de Sócrates, la filosofía paso de la etapa cosmológica a la etapa  antropológica. Mientras para los presocráticos el problemas central estaba en buscar explicaciones  sobre el origen y constitución del cosmos, ahora el problema que más preocupa gira en torno al hombre.

La sofística nos presenta una multitud de tipos y una serie de direcciones   diferentes, sobre todo en la última etapa de su desarrollo.

Podemos distinguir entre los sofistas mayores: a Protágoras, Gorgias, Hipias y Pródico; mientras que  el resto pueden ser considerados  sofistas menores.

Protágoras

Protágoras, hijo de Artemón, o según Apolodoro, y Dinón en su Historia de Persia, hijo de Meandro, Nació en Abdera. Es considerado el más importante entre los sofistas.

Abdera en griego Ἄϐδηρα, Ábdēra,  fue una polis ubicada en la región griega de Macedonia Oriental;  situada sobre la costa de Tracia, en el Cabo Bulustra, a diecisiete  kilómetros al noreste de la desembocadura del río Nestos, casi delante de la isla de Tasos.

Su fundación mítica se atribuye a Heracles, que habría nombrado la ciudad en honor de su colaborador Abdero devorado por las yeguas antropófagas de Diomedes.  Su fundación histórica se debe a emprendimientos coloniales de dos polis jonias del Asia Menor. Primero fue una colonia de Clazómenes (patria de Anaxágoras). Se cree que fue fundada por un clazomenio llamado Timesio, según Herodoto, en el siglo VII a. C. Esta primera colonización fue rechazada por los nativos tracios;  pero,  tuvo éxito una nueva oleada, que data de 544 a. C., cuando se instaló en ella una colonia jónica procedente de Teos. Los teianos huían del yugo persa y refundaron la ciudad . Es renombrada como Polistilon (en griego Πολύστυλον, Polístilon) en el siglo IX,  antes de ser abandonada en la época otomana.

Según Diógenes Laercio: “Protágoras escribió leyes a los turios y fue el primero que dividió la oración en cuatro partes: ruego, pregunta, respuesta y precepto. Otros dicen que la dividió en siete: narración, pregunta, respuesta, precepto, pronunciación, ruego y vocación, a las cuales llamó fundamento y raíz de las oraciones.” (Diógenes Laercio, SF )

Protágoras vivió en Atenas, donde se relacionó entre otras personas influyentes con Pericles, se presentó allí como maestro de sabiduría y dio cursos sobre su libro; “el tratado de  los dioses”, que probablemente fuera la causa de que en el 411, fuera acusado de impiedad por Pitodoro, hijo de Polizelo, uno de los cuatrocientos, aunque Aristóteles dice que lo acusó Evatlo.

Los libros que quedan de él son: El arte de disputar, De la lucha, De las matemáticas, De la República, De la ambición, De las virtudes, Del estado de las cosas en el principio, De las cosas que hay en el infierno, De las cosas no bien hechas por los hombres, Preceptivo, Juicio sobre la ganancia, y dos libros De contradicciones. Sus escritos fueron quemados en público, cuando fue  acusado de impiedad, tuvo que huir. Se relata que, según parece,  en el viaje pereció ahogado, Se cree  que, a la sazón, tenía setenta años.

Sus aportes

Protágoras pudo haber conocido la doctrina de Heráclito, de allí pudo haber recogido la concepción de que nuestras percepciones cambian permanentemente. Decía que no podemos decir de las cosas son como son, sino, que son como las percibimos en un determinado momento; por consiguiente, solo es posible establecer un juicio relativo. Probablemente,  de esa idea surgió su famosa frase: “El hombre es la medida de todas las cosas, de las que son en cuanto son y de las que no son en cuanto no son”. Si admitimos que al referirse al hombre, se refiere al “hombre” como individuo y no como especie, esa afirmación lleva al más absoluto relativismo, ya que lo que es de un modo para mí, no tiene porque ser lo mismo para otra persona. Si al referirse al hombre, está haciendo referencia a la especie humana, su pensamiento sería un anticipo del “sujeto trascendental “ kantiano y tanto la realidad, como su conocimiento, sería una construcción en la que el hombre es fundamental.

Es importante observar el giro de lo ontológico, es decir desde la concepción de lo real, a lo  epistemológico,  o sea,  al estudio del conocimiento. Como hemos señalado anteriormente, se está abriendo una nueva etapa del desarrollo del pensamiento, donde cobra importancia el problema del conocimiento humano. Parecería ser que su  dialéctica,  se funda en la primera interpretación de la frase.

Su método afirma que de cada cosa se pueden construir dos puntos de vista, opuestos y que ambos pueden ser justificados. “Fue el primero que dijo que en todas las cosas hay dos razones contrarias entre sí, de las cuales se servía en sus preguntas, siendo el primero en practicarlo” (Ibid). Según él, el dialéctico puede con su arte hacer “más fuerte el pensamiento más débil” . Puede hacer parecer a los hombres lo pequeño como grande y lo grande como pequeño.

El arte que enseñaba Protágoras era imprescindible en las asambleas,  por eso lo ofrecía como un saber muy valioso.  En una democracia deliberativa como la ateniense, era indispensable para adquirir el “arete”  concebido como el arte de gobernar. Por esa razón,  se llamaba maestro de virtud, ya que enseñaba como lograr convencer a cualquier auditorio.

En resumen,  Las críticas que se le han realizado a Protágoras, radican en que  la dialéctica se mueve en el ámbito del convencimiento, donde lo más importante es el decir bien, no la búsqueda de la  verdad,  Sócrates y Platón reclamarán como esfera de la filosofía el bien pensar, que procura conocer como son las cosas.

Sus aportes más importantes al progreso del pensamiento fueron, a pesar de sus opositores;  la   dialéctica y poner en la agenda filosófica el problema del conocimiento, por  medio de su subjetivismo y relativismo.

 

Bibliografía

Barrera (2021). https://mediomundo.uy/contenido/3372/socrates-el-educador

Capelle, Wilhelm.(1981).  Historia de la Filosofía Griega. Gredos. Madrid. España.

Diógenes Laercio. Vida de los filósofos más ilustres. Luarna Ediciones. España
Jaeger, Werner.(1967). Paideia: Los ideales de la cultura griega. Fondo de Cultura Económica, México

Julián Marías (1958). Historia de la Filosofía, Manuales de Revista de Occidente. Madrid.

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