El mito de la neutralidad

Columnas 15 de febrero de 2024 Por Jorge Barrera
Hay pocos motivos que puedan movernos a dejar la lectura recreativa o algún texto que nos llame a la reflexión a mediados de un caluroso febrero. Es época de descanso, es momento de “cargar las pilas”, más cuando se nos viene un año de mucha actividad. Se escribe por diferentes motivos, pero, sin dudas es necesaria una razón para ponernos a teclear en la pc.
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En estas vacaciones estivales las insensatas repercusiones del libro de mi amigo Darío Mendiondo, me mueve a escribir. Pero, además, parecen tan pueriles los argumentos esgrimidos contra su trabajo bibliográfico, que guardar silencio nos colocarían en una vereda indeseada.

Lo gracioso del caso es que quienes ostentan cargos políticos en áreas del estado, que están gestionando políticos, con criterios políticos, en espacios “neutrales”,  “tienen el tupé” y critican los supuestos dichos, sin detenerse en sus hechos,  como si las palabras fueran más fuertes que las acciones.

El libro en cuestión; “Cómo ganar la batalla mediática: El dilema de la izquierda” escrito por Darío León Mendiondo y publicado por Letrame Grupo Editorial. Es un de trabajo de gran reflexión y una excelente hoja de ruta para apoyar, desde los medios, las transformaciones que nos conduzcan a una sociedad más humana.

A partir de algunas controversias que despertó el prolijo análisis de Mendiondo, no puedo menos que plantear mi posición al respecto. Mi especialidad  no está en el manejo de los medios de comunicación, pero, creo contar con suficientes credenciales para opinar sobre el tema, en la medida que los medios públicos son uno de los aparatos del estado para educar a la población.

Jaume  Trilla tiene un libro muy interesante llamado. ”El profesor y los valores controvertidos”, que bien se puede extender a otros ámbitos del quehacer público como son los medios de difusión estatales, donde analiza el tema de cuando corresponde ser neutral y cuando es necesario mantener una posición beligerante a favor de ciertos valores, o en contra de algunos antivalores.

El referido catedrático, de origen catalán, se refiere, en este escrito, a las tensiones que siempre están en pugna en una sociedad y a la actitud que debe tomar el docente. No obstante, bien podemos transferirlo a los medios públicos ya que, al igual que la escuela, tienen la finalidad de ser instrumentos para construir ciudadanía democrática.

Frente a la pregunta sobre qué posición se debe tomar, la respuesta es: “depende”,  es decir, la neutralidad o a la beligerancia en relación con valores conflictivos  se justifica o no, en función de las circunstancias.

Volviendo sobre la finalidad de los medios públicos, partimos del supuesto de que su función es esencialmente política, en el mejor sentido de la palabra. La política busca el “bien de polis”, nada más alejado de la neutralidad.

La supuesta neutralidad es una estrategia de los grupos hegemónicos para perpetuar la ideología dominante, es admitir lo que está naturalizado sin someterlo a crítica, es la versión más pobre del sentido común. Es la perpetuidad de los mitos admitidos como verdades. Es la despolitización del debate, la renuncia a la libertad y la prescindencia de la cosa pública.

Como dice Mendiondo en su trabajo: Vivimos en sociedades organizadas políticamente, cada cual con sus diversas particularidades, por tanto somos seres políticos —innatos o aprendidos— que respondemos a una determinada orientación en función de nuestros valores, prejuicios o creencias. (Mendiondo, 2023)

 

Estarían omisos los medios de difusión oficiales si no tuvieran entre sus prioridades formar ciudadanía democrática y promover valores democráticos como la verdad, la justicia y la equidad, y esto no es neutralidad.

Qué lejos de la neutralidad está la actitud beligerante frente a los derechos humanos o la asunción de una actitud de promoción de la agenda de derechos.

Como expresa (Barrera, 2020): Los Derechos Humanos son una realización histórica de las sociedades en su intento de ampliar el reconocimiento y el ejercicio pleno de una vida digna de las personas. Conforman un horizonte normativo deseable, los nuevos derechos se conquistan frente a un status quo naturalizado.

Para que la sociedad acepte, y haga suyos, los nuevos derechos emergentes es necesario un cambio cultural, que reconozca y valorare su importancia, que nos permita visualizar las injusticias de determinadas costumbres reforzadas por una cultura exclusora. La ideología dominante conforma el pensamiento y para deconstruir estas creencias, firmemente interiorizadas, es necesario trabajar desde los diferentes espacios pedagógicos, donde, la familia, la escuela, pero también los medios de comunicación tienen un papel decisivo.  Esta es la verdadera  batalla cultural que es preciso librar.

Si los medios de difusión público fueran neutrales ¿Por qué razón al frente de ellos están políticos y no técnicos? Obviamente, sabemos que los técnicos también asumen una posición política, porque es imposible comunicar un mensaje aséptico, pero, la toma de decisiones en manos de quienes, con la legitimidad de los votos, definen las políticas de difusión de la información es uno de los axiomas de la democracia.

Las respuestas destempladas frente al trabajo de Mendiondo, son o bien muy ingenuas, o de lo contrario muy mal intencionadas. Cómo no creo que sean ingenuas, queda a cargo del lector la conclusión. 

Feinmann, un gran filósofo argentino, fallecido hace muy poco decía:

“El capitalismo del siglo XXI se expresa en la revolución comunicacional, que es un gigantesco sujeto absoluto que constituye todas nuestras conciencias: nos da imágenes, contenidos, ideas, problemas, temas de debate, dispone la agenda. Nuestras conciencias son conciencias pasivas, reflejas, que discuten lo que quieren que se discuta, que ven lo que quieren que se vea, que piensan lo que quieren que sea pensado. Y hay aquí una constitución de un dogma poderosísimo, instrumentado a través de la enorme red comunicacional manejada por el imperio bélico-comunicacional.” (Feinmann, 2008, pág. 16)

En estos  tiempos de masificación intensiva. Cuando se banaliza la información, cuando los mensajes son tantas veces deshumanizantes, cuando el consumo de los medios se limita a opinar sobre lo que se ve, en el mejor de los casos, y no sobre lo que subyace, nos encontramos frente al imperio de la simplificación y la superficialidad.

Los medios públicos deben propiciar el pensamiento crítico, rescatar los valores estéticos a través del arte en sus distintas manifestaciones, ¡Qué lejos de la vacía neutralidad está ese imperativo!

Una sociedad y sus miembros, para su supervivencia, necesitan de tres tipos de reproducción: 1. La reproducción biológica. Una sociedad crece cuando la cantidad de nacimientos es mayor que el número de muertes, y decrece cuando se produce el fenómeno inverso. Con una muy baja cantidad de nacimientos, una sociedad tiende a desaparecer. 2. La reproducción económica. Para subsistir en el tiempo, una sociedad necesita producir, al menos, lo que consumen sus miembros en alimentación, vestimenta y vivienda. 3. La reproducción del orden social o cultural. Esta depende de la cantidad de producción y de la forma de distribución de los saberes adquiridos. La educación es el fenómeno por el cual se transmiten aquellos saberes considerados socialmente valiosos a los nuevos miembros de esa sociedad que aún no los han obtenido. (Barrera, 2023)

Los medios de comunicación son una forma muy importante de educar a la población, en consecuencia, como señala Pablo Freire en la pedagogía de la autonomía: “La educación nunca fue, es, o puede ser neutra, «indiferente» a cualquiera de estas hipótesis, la de la reproducción de la ideología dominante o la de su refutación. Es un error decretarla como tarea solamente reproductora de la ideología dominante, como es un error tomarla como una fuerza reveladora de la realidad, que actúa libremente, sin obstáculos ni duras dificultades. Errores que implican directamente visiones defectuosas de la Historia y de la conciencia.” (Freire, 2004).

En resumen, la neutralidad es un mito que merece ser examinado críticamente, especialmente cuando se trata de instituciones culturales y medios de comunicación. La pregunta sobre cuándo corresponde ser neutral y cuándo es necesario tomar posición es fundamental para una sociedad informada y reflexiva. La neutralidad no es un estado absoluto, sino una posición contextual que debe ser evaluada cuidadosamente. La reflexión crítica y la búsqueda de la verdad son esenciales para el ejercicio responsable de la comunicación en los medios públicos. El trabajo de Mendiondo nos invita a la reflexión sobre la relación de los medios con la neutralidad. La verdadera batalla cultural implica cuestionar y redefinir  los valores y las creencias hegemónicas y abrir las posibilidades de la creación de un pensamiento potente al servicio de una sociedad más justa y solidaria. Entonces, parafraseando a José Ingenieros, podemos afirmar: Los medios de comunicación públicos que no educan son peso muerto para los pueblos.

Bibliografía

Barrera Jorge, (2020). Los Derechos humanos desde la perspectiva jurídica

Barrera Jorge, (2023). Althusser: Reproducción y aparatos ideológicos del Estado

Feinmann. Juan pablo. La filosofía y el barro de la historia.  Editor digital: Titivillus

Freire Paulo, 2004, pedagogía de la autonomía. Paz y Terra. San Pablo.

Mendiondo, Darío. 2023. “Cómo ganar la batalla mediática: El dilema de la izquierda.  Letrame Grupo Editorial.

Trilla, Jaume.1992. El profesor y los valores controvertidos: neutralidad y beligerancia en la educación. Paidós.

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