¿Por qué una Universidad de la Educación?

“En Uruguay, la formación docente ha sido históricamente el corazón de la educación pública. Hoy, ese corazón late con fuerza, pero también con incertidumbre. ¿Qué universidad queremos para formar a quienes educan?”

12/08/2025 Jorge Barrera
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La creación de una Universidad Nacional de Educación (UNED) no es una novedad, sino una deuda histórica con la formación docente en Uruguay. En un contexto de reformas educativas que han generado tensiones entre participación democrática y decisiones tecnocráticas, defender una universidad pública, autónoma y cogobernada es defender el corazón mismo de la educación como derecho y como práctica emancipadora.

Mauricio Langon: Filosofía, resistencia y universidad 

Mauricio Langon, destacado ex inspector de filosofía del Uruguay, quien lideró la reforma de la enseñanza de la asignatura en Secundaria, referente indiscutido de una generación de docentes, y notorio protagonista de la ATD de formación docente, ha sido una voz constante en la defensa de una formación docente con profundidad crítica y filosófica. En sus columnas en la diaria, Langón advierte sobre el vaciamiento filosófico en la educación y la necesidad de una universidad que no se limite a la gestión técnica:

Refiriéndose a la anterior administración el filósofo decía: “Actualmente hay en marcha un decidido proceso de destrucción de la formación pública en educación, cuyos primeros pasos ya se han dado: su inferiorización por ley, la renuncia a transformarla en universidad” (la diaria, 31/08/2021).

Langón propone una universidad que no se reduzca a la titulación, sino que sea espacio de pensamiento, diálogo y resistencia frente a la burocratización del saber.

SIDFE: El sindicato docente y la defensa de la cogobernanza 

El Sindicato de Docentes de Formación en Educación (SIDFE) ha sido claro en su rechazo a los intentos de otorgar títulos universitarios sin crear una verdadera universidad.

En su comunicado de mayo de 2024, denuncian:

“La formación de docentes y educadores necesita convertirse en universitaria, pero el camino para hacerlo es a través de una universidad pública, autónoma y cogobernada, y no mediante títulos de cartón”

El anteproyecto de ley: ¿una oportunidad histórica? 

El anteproyecto presentado por el ministro José Carlos Mahía propone la creación de la UNED como ente autónomo y cogobernado, con títulos de grado, pregrado y posgrado.

La estructura incluye:

Consejo Directivo Central con docentes, estudiantes y egresados electos por sus pares.

Asamblea General con representación de los tres órdenes.

Integración al Sistema Nacional de Educación Terciaria.

Aunque el proyecto ha recibido críticas por parte de la oposición y del Movimiento Miguel Soler Roca (que advierte sobre vacíos en la gobernanza y la transición institucional), representa un paso hacia la institucionalización de una universidad que responda a las necesidades del país y a la tradición pedagógica uruguaya. 

Críticas del Movimiento Miguel Soler Roca 

El Movimiento Miguel Soler Roca, integrado por docentes, investigadores y referentes pedagógicos, celebra la intención de crear una Universidad Nacional

de Educación, pero advierte que el anteproyecto presentado por el MEC presenta debilidades estructurales que comprometen su legitimidad.

En primer lugar, el texto no garantiza que los actuales institutos del Consejo de Formación en Educación (CFE) sean la base de la nueva universidad, lo que genera incertidumbre sobre la continuidad institucional y el reconocimiento de saberes acumulados. Además, los Consejos Asesores propuestos para los institutos locales carecen de poder resolutivo, debilitando la participación democrática. El proyecto tampoco exige que el rector tenga experiencia en formación docente pública, ni define con claridad la organización de los tres órdenes universitarios. La creación de un Consejo Directivo Nacional Provisorio, con duración de hasta diez años, es vista como una amenaza a la consolidación de una gobernanza autónoma y cogobernada. El movimiento sostiene que la universidad debe nacer del trabajo cotidiano y del compromiso pedagógico acumulado, no como una estructura impuesta desde arriba. En su visión, la UNED debe ser pública, autónoma, cogobernada y comprometida con la educación como derecho, no como servicio técnico.

“Lo mejor es enemigo de lo bueno” 

En contextos de poder compartido, la búsqueda de lo “mejor” puede paralizar lo “bueno”. La obsesión por soluciones perfectas suele bloquear acuerdos viables, especialmente cuando se trata de consolidar una necesidad vital para la educación, como lo es la creación universidad pública, autónoma y cogobernada. Este proyecto no puede repetir el destino de iniciativas frustradas desde 2009, bajo gobiernos progresistas. Avanzar requiere reconocer que la perfección no debe ser el umbral de lo posible. La maduración institucional se construye con consensos, no con utopías inalcanzables. Lo bueno, cuando es justo y colectivo, puede ser el cimiento de transformaciones duraderas. No hay que mirar este proyecto como el destino final, sino como un avance que a través de la lucha permanente se puede perfeccionar.

Más allá de las tensiones institucionales y políticas que rodean la creación de la Universidad Nacional de Educación, el anteproyecto contempla en sus disposiciones transitorias (arts. 27 al 34) una serie de medidas que reconocen y

canalizan muchas de las aspiraciones históricas de los colectivos docentes y estudiantiles. La conformación de un Consejo Directivo Nacional Provisorio (art. 27), con representación docente y estudiantil electa, garantiza desde el inicio una lógica de cogobierno que ha sido bandera de múltiples movilizaciones. Asimismo, el artículo 30 establece un procedimiento para la revalidación de títulos anteriores, reconociendo la trayectoria formativa de quienes han sido parte del sistema educativo antes de la creación de la UNED. La transferencia de recursos humanos y materiales desde el CFE (art. 31), junto con la continuidad de convenios vigentes (art. 34), asegura una transición institucional sin pérdida de derechos ni retrocesos en las condiciones laborales. Finalmente, la integración del orden de egresados (art. 29) y la convocatoria a elecciones universitarias (art. 28) consolidan el horizonte democrático de la nueva universidad. Estas disposiciones no son meros mecanismos administrativos: constituyen el andamiaje político que permite que la UNED nazca como una institución legítima, plural y en diálogo con las luchas que la hicieron posible.

Conclusión: Universidad como horizonte democrático 

Defender una universidad pública, autónoma y cogobernada no es solo una cuestión técnica o legal. Es una apuesta por una educación que forme sujetos críticos, comprometidos con su tiempo y su comunidad. Es también una forma de resistir la fragmentación, la privatización y la subordinación del saber a los intereses del mercado. Como diría Langón, se trata de “una articulación alternativa para una educación humanizadora”.

La Universidad Nacional de Educación, tal como se propone en el anteproyecto, encarna ese horizonte democrático. Su estructura institucional garantiza la participación de los órdenes universitarios desde su fase transitoria (arts. 27 y 28), y su misión integra enseñanza, investigación y extensión con vocación transformadora (arts. 2 y 5). La validación de títulos previos (art. 30), la continuidad de convenios y recursos (arts. 31 y 34), y la articulación con el Sistema Nacional de Educación Terciaria refuerzan su legitimidad y su capacidad de diálogo con la historia educativa de país.

La UNED no nace como ruptura, sino como síntesis: recoge las tradiciones de Varela, Vaz Ferreira y Grompone, y las proyecta hacia una universidad que dignifique la profesión docente, democratice el acceso al conocimiento y fortalezca el vínculo entre saber y justicia social.

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