¿Envejecimiento activo o esclavitud? Que no nos colonicen la mente

Columnas 07 de agosto de 2023 Por Ramón Fonticiella
“Jubilación compatible con actividad (Envejecimiento activo Ley 20.130) A partir del 1/8/2023, las personas jubiladas podrán reingresar a la actividad, incluso en la misma afiliación de la que cesaron, y mantener el cobro de la pasividad.”
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El copete precedente es el texto de la página oficial del BPS, donde detalla las condicionantes de la “Jubilación Compatible con actividad” que rige, desde el pasado martes, en el marco de la reforma jubilatoria impuesta por la coalición gobernante. En pocas líneas desarrollaré mi crítica a los conceptos que el gobierno nacional trata de transmitir, a través de los mecanismos institucionales del Estado uruguayo. 

Es un error: los dogmas que generen las corrientes de pensamiento no pueden ser transmitidos a través de los mecanismos del Estado. Eso hace el gobierno uruguayo desde el portal del BPS. Llamar “envejecimiento activo” a volver a trabajar después de jubilarse, es una falacia. El gobierno utiliza el poder del Estado para mentir. Pocas personas, en edad superior a los 65 años, disfrutarán de volver a trabajar en toda la acepción de la palabra. Podrán hacerlo bajo el imperio de la necesidad, porque la jubilación no les alcanza; no será por puro placer que vuelvan a levantarse a la madrugada o acostarse a media noche, para laborar por puro gusto; lo harán formalmente, como antes lo hacían en forma clandestina: para mantenerse o mantener a su descendencia.

Terminantemente, esa no es forma feliz de envejecimiento activo.

Como jubilado, con algunos años de disfrutar de la pasividad, no he necesitado volver a los horarios y obligaciones de una radio, una clase o un diario, para tener envejecimiento activo. He disfrutado de escribir en estas páginas, por ejemplo, de la militancia política, de brindar apoyos familiares y hasta podría haberlo hecho con tareas familiares (si supiera usar una pinza o un martillo). El Uruguay tiene miles de jubiladas y jubilados que hacen su envejecimiento activo sin el yugo de la obligación: nos sentimos útiles, ejercitamos cerebro pensante y automatismos con satisfacción. Comprendo a quienes dicen que “volviendo a trabajar se sienten bien...”, pero no es necesario que para ello se queden con el lugar de trabajo que debe ocupar un joven que necesita formar y sostener su familia.

Quienes ya cumplimos las primeras etapas de la vida, debemos desarrollar la final; con la mayor satisfacción, sin angustias ni imposiciones, sin culparnos de quedarnos con el empleo que no tienen nuestros hijos. Las personas que queremos ser mayores activos, aunque no tengamos formación, tenemos espacios para generarla. Es cierto, al gobierno nacional le resulta más fácil y rentable, meter a trabajar a los viejos para que hagan otro sueldito, que estructurar acciones para que los adultos mayores que lo necesiten, tengan lugares donde, con placer, desarrollen actividades. Con la fantasía de que “se entretienen” los hacen trabajar para que no se mueran de hambre, para que no los ahoguen las cuentas o no se queden sin medicamentos. Aunque los jóvenes estén desempleados.

Tener actividades gratificantes, va de la mano de disponer de recursos para vivir con la dignidad con que se hizo mientras se trabajó. No pretendemos que nos paguen una jubilación para tener un yate, caballos de carrera o tablas de surf...La digna vida que teníamos (si era tal) es lo que debe seguir.

Obviamente que estos conceptos de quien tiene “envejecimiento activo y satisfactorio”, no sensibilizarán a quienes desde el gobierno armaron la trampa. Mi felicidad sería muy grande si los adultos mayores, sean del partido que fueren, entendieran que los están embromando. Les están birlando el último tramo de vida; pagándoles poco les están obligando a volver a trabajar, aunque ya no puedan ni deban. Está prohibido y castigado el trabajo infantil: porque los niños no están condiciones mentales ni físicas para las responsabilidades de los mayores; hacer trabajar a los viejos es lo mismo, sólo que nosotros en general, no tenemos quienes nos sostengan, porque los descendientes deben hacerlo con sus familias. Si nos quedamos postrados, enfermos o con el mal que sea, debemos depender de nosotros mismos; es lógico y justo. Lo injusto es poner marcha atrás en la vida y recular en chancletas.

Amigos de todas las edades y pelos políticos: rechacemos el espurio “envejecimiento activo” a que nos someten el Partido Nacional, el Colorado, Cabildo Abierto y el Independiente. Nos obligan a ser esclavos del trabajo para sobrevivir. Es mentira que con vejez a cuestas trabaja quien quiere; lo hará el que esté infamemente obligado.

 Hay que reinstalar un gobierno popular, que legisle a favor de toda la sociedad. Ese es el camino.

¡Qué no nos colonicen la mente!

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