La espada libertaria de Bolívar

Columnas 10 de agosto de 2022 Por Agustín Courtoisie
La mirada de Agustín Courtoisie desde Cali, con todo lo que dejó la asunción de Gustavo Petro y Francia Márquez.
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Foto: Agustín Courtoisie Muro del campus de la Universidad del Valle, Cali. Agosto 2022.

Un vehículo repleto de armas del M-19 avanza despacio. Y cuando los guerrilleros advierten un cercano retén de la policía ya es tarde para retroceder. No es frecuente entre colombianos abrazarse o besarse entre compañeros, como acostumbramos en el Río de la Plata. Pero ellos prefieren hacerlo esta vez y se despiden fraternalmente con frases de “Patria o muerte”. Segundos antes, han distribuido las responsabilidades de fuego de cada uno en el enfrentamiento que parece inevitable. Al llegar al puesto,  uno de los policías se acerca y les dice con voz calma: 

— Entonces qué muchachos...

 Uno de los guerrilleros rompe el hielo y contesta tranquilo:

— Aquí, luchando por la causa.

El policía murmulla bajito “ah, bien”. De golpe cambia el tono y ordena a los gritos:

— ¡Bueno, bueno , bueno, papeles! ¡Pásenme sus papeles!

Gira en torno del vehículo. Levanta un toldo. Se asoma. Mira. Les sigue hablando en tono enérgico. Ellos le muestran unos papeles y el policía contesta imperativo:

— ¡Pasen, pasen, pasen!

Finalmente zafaron. Los milagros no existen pero la vida puede obsequiar aliados inesperados. Hay que estar muy atentos para saber identificarlos. Según quien cuente el relato las fechas pueden variar. El M-19 se estrenó con el robo de la espada de Bolívar en 1974 y se desmovilizó en 1990 después de participar en acuerdos de paz. Quienes replican la anécdota suelen recordar algunos nombres de militantes desaparecidos años después.

En la jornada de festejo nacional del domingo 7 de agosto de 2022 podrían imaginarse muchas amenazas. O bien, por qué no,  también apoyos puntuales para algunos tramos del camino ambicioso que una parte arriesgada y generosa de Colombia parece dispuesta a emprender. Sin embargo, esta vez hay mucho más pueblo detrás que cuando el episodio del retén. No en vano durante la toma de posesión presidencial surgieron varios elementos relevantes que no figuran en el texto impreso que se viralizó en estos últimos días. 


Ante la custodiada vitrina con la espada de Bolívar dijo el presidente Gustavo Petro: 


“Llegar aquí junto a esta espada, para mí es toda una vida, una existencia. Esta  

espada representa demasiado para nosotros, para nosotras. Y quiero que nunca más esté enterrada. Quiero que nunca más esté retenida. Que solo se envaine, como dijo su propietario el libertador, cuando haya justicia en este país. Que sea del pueblo. Es la espada del pueblo. Y por eso la queríamos aquí. En este momento y en este lugar. Quizás para los próximos presidentes y presidentas cuando se posesionen, se vuelva un hecho permanente protocolario simbólico que los acompañe siempre, que las acompañe siempre la espada libertaria de bolívar” (Petro, 2022, 7:21-8:36). 


Quienes desde medios hegemónicos acusan a Petro de “terrorista” en alusión a su pertenencia al M-19, lo ignoran casi todo, o mienten. Según el libro de Gustavo Petro Una vida, muchas vidas (2021), escrito con la colaboración de Hollman Morris, el M-19 proponía “una democracia real para Colombia” : 

“Esta  discusión entre socialismo y democracia recorrió todo el siglo XX, pues con la aparición del mundo soviético se socavó la idea democrática, incluso desoyendo a quienes habían creado esas teorías. La eliminación de la libertad individual marcó el fin del concepto democrático, que era un bien muy querido por las luchas obreras del mundo. Y en esta discusión, un tanto alejada de los centros del mundo, en un país llamado Colombia, el M-19 apostaba por la democracia. Porque ese fue siempre el objetivo: era un proyecto democrático” (Petro, 2021, pág. 47).

En lo que me es personal, quiso el azar que visitara Colombia en estos días de formidable punto de inflexión histórica. Un encuentro académico en Cali, en el gigantesco campus de la Universidad del Valle, me pegó un revolcón cognitivo: las paredes de los edificios de todas las facultades lucían hermosos murales de vivos colores, con motivos étnicos, de género, ambientales y, por supuesto también, con consignas políticas: “Nos regalan miedo para vendernos seguridad. No lo permitiremos”; “La lucha en las calles y en las asambleas. ¡A estudiar y a luchar!”; “No sin nosotras”; “¿Qué pasó con nuestros muertos?”. 

Importa entender que hoy, como ayer, son múltiples las corrientes, los movimientos, los partidos que enarbolan banderas de cambio. Enfatizando el carácter democrático del M-19, que buscaba conciliar igualdad y libertad, Petro en su libro aclara:

“Esta era una concepción completamente diferente a la del ELN, las FARC, el Partido Comunista, o los diversos grupos de izquierda universitaria, que entablaban un diálogo con modelos como el soviético, el cubano o el chino, mientras que nosotros pensábamos en un proyecto propio, nacionalista y democrático” (Petro, 2021, pág.48).

A la entrada de la Facultad de Ciencias Naturales y Exactas de la Universidad del Valle en Cali, una pintada denuncia los crímenes denominados “falsos positivos”: más de seis mil jóvenes inocentes, en su mayoría campesinos pobres, fueron reclutados, asesinados con uniformes militares y fotografiados para “documentar” el éxito frente a grupos opositores armados. Los soldados y los oficiales a cargo de esa tarea criminal recibían incentivos y licencias luego de hacer pasar a las víctimas como guerrilleros abatidos en combate. Las confesiones de los militares arrepentidos son de libre acceso en la web. 

Hasta la BBC publica artículos sobre esa tragedia, que suelen ser ignorados o puestos en segundo plano por los principales medios del Uruguay (BBC, 2022). Vale la pena apuntar que el presidente Lacalle Pou no asistió a la toma de posesión de Petro y Francia Márquez pero sí concurrió a entrevistarse con el saliente Iván Duque algún tiempo antes.

En próximas notas trazaremos esbozos adicionales de esta Colombia en estado de efervescencia histórica donde todo parece desmesurado, ya se trate de la alegría o de la violencia. 

Pero es oportuno adelantar que el presidente lanzó diez compromisos: uno, bregar por una paz definitiva y seguir las recomendaciones de la Comisión de la Verdad;  dos, crear una política de cuidados, para los abuelos, las niñas y los niños, las personas en situación de discapacidad; tres, gobernar  para las mujeres de Colombia; cuatro, gobierno de puertas abiertas (“el diálogo será mi método”); cinco, escuchar a todos, porque no se gobierna de lejos, sino escuchando; diálogo y no burocracia; seis, contra la violencia, estrategia integral de seguridad, porque el crimen se combate de maneras diversas, combatiendo las estructuras del crimen y previniéndolo al eliminar el hambre; siete, luchar sin miramientos contra la corrupción; nadie quedará excluido del compromiso con la ley: ni familia, ni amigos, ni colaboradores; ocho, el planeta Tierra es la casa común de los humanos; aire, cielo, tierra, paisajes, recursos, biodiversidad, energías limpias y no a la deforestación; nueve, desarrollar la sociedad del conocimiento  e invitar a producir y a trabajar; al pequeño empresario y al mediano; el campesino, el artesano, serán apoyados; diez,  cumplir y hacer cumplir la Constitución y la “prevalencia del interés general”; la Ley es el poder del que no tiene poder (Petro, 2022, 41:14 en adelante).

La acumulación de esfuerzos por un cambio en Colombia es una trenza colorida que viene de muy lejos, mucho antes de concretarse la coalición del Pacto Histórico en torno de  las figuras de Gustavo Petro y Francia Márquez. 

Por ejemplo, la preocupación por terminar con las formas más extremas de violencia, o al menos de mitigarla, procede de heterogéneas fuentes. En una lista que no pretende ser exhaustiva pienso en un volumen colectivo de la Universidad de Bogotá “Jorge Tadeo Lozano” sobre la violencia en Colombia interpretada a través de las pinturas de Fernando Botero (Molano y Rubiano, 2012). Otras iniciativas no me resultan tan desinteresadas. Para inducir procesos de deserción en los movimientos guerrilleros, especialistas en publicidad y organizaciones de inteligencia militar lanzaron campañas muy bien estudiadas. Es increíble que no haya que recurrir a Wikileaks sino a una charla TED para enterarse de los detalles (Samper, 2018).

Por otro lado, Colombia desborda de luchas por el reconocimiento de identidades históricas y actuales. Todo suma y agrega colores a la trenza del cambio profundo. El Festival de Música del Pacífico "Petronio Álvarez", es una de ellas. 

En Cali, la reivindicación del pasado precolombino surge contundente en el Museo Arqueológico de la Merced. También en el Museo del Oro del Banco de la República de Colombia. En éste último, por si fuera poco, en una sala contigua puede encontrarse la  muestra fotográfica de la campaña “¡No matarás!”, funcional a los procesos de paz más recientes. En el Museo La Tertulia se toma contacto con el rescate conceptual del arte textil, con videos testimoniales de figuras típicas de la cultura de la región, y homenajes a las luchas pacíficas por la tierra y la vivienda popular de los años 60. 

Por esos motivos hice la misma pregunta a muchos colombianos durante los primeros días de agosto de 2022, cuando pisé esas tierras que no pensaba encontrar tan preñadas de cambios: Gustavo Petro y Francia Márquez, ¿son la causa o son el efecto? ¿Son apenas intérpretes oportunos de una vía diferente para conducir a cambios profundos? ¿O ambos son un mero producto de las formas plurales de la organización popular y la cultura  durante largo tiempo?

“Pandemia más estallido social, igual Petro”, me dijo un joven que había participado de las manifestaciones del 2019-2020, reprimidas violentamente y con un saldo lamentable de detenidos, heridos y muertos. Entre otras consecuencias, ellas lograron hacer retroceder la reforma tributaria de Iván Duque, pero los objetivos iban mucho más allá. 

“Petro y Francia son ambas cosas a la vez, efecto y causa”, explicó con serenidad la misma veterana que me contó la anécdota del retén y el M-19. Según ella, la codicia de los ricos y la escandalosa desigualdad de los modelos neoliberales había llegado a un punto intolerable.  Sin embargo, el antipetrismo logró llevar millones de votos en la segunda vuelta a Rodolfo Hernández, confeso admirador de Adolf Hitler, tan grosero como Bolsonaro y típico exponente de una ultraderecha obscena como la de Vox en España. Por otra parte, las luchas de distintos sectores populares llevan décadas de acumulación. 

Es inmensa la tarea de Gustavo Petro, Francia Márquez y la parte del pueblo que los acompaña. Claro que hay que pensar con mayor detalle los modos de la construcción verosímil y gradual de la soberanía productiva y cultural, en un marco nacional y a la vez latinoamericano. La espada en la vitrina no es más que un símbolo de la firmeza con que se está dispuesto a gobernar, dentro de los límites constitucionales. Entenderla de otro modo, como una velada amenaza, no sería congruente con la insistencia de Petro, una y otra vez, en establecer la paz y buscar caminos de concordia.

Si nos alejamos, pues, de las lecturas obvias y literales de la metáfora de la espada, al igual que las de  San Martín, Artigas, Sucre y O’Higgins, la espada liberadora de Bolívar, “que solo se envaine, como dijo su propietario el libertador, cuando haya justicia en este país. Que sea del pueblo. Es la espada del pueblo”.


REFERENCIAS

BBC News Mundo (2002). “Falsos positivos en Colombia: las desgarradoras confesiones de los militares que por primera vez reconocen su participación en el asesinato de civiles que pasaban por guerrilleros”, por Daniel Pardo, corresponsal en Colombia.  https://www.bbc.com/mundo/noticias-america-latina-61238951

Cambio Colombia [Portal] (2022). https://cambiocolombia.com/

La Silla Vacía [Portal] (2022 ). https://www.lasillavacia.com/

Molano, Mario A; Rubiano, Elkin (editores académicos) (2012). La violencia en Colombia según Fernando Botero. Consideraciones historiográficas, estéticas y semióticas. Bogotá: Universidad de Bogotá Jorge Tadeo Lozano.  

Petro, Gustavo (2021). Una vida, muchas vidas. Presentación de Hollman Morris. Bogotá: Planeta.

Petro, Gustavo (2022). Discurso completo durante su posesión presidencial, ante “la espada libertaria de Bolívar” (7/8/2022). https://www.youtube.com/watch?v=eb51MEY9Pmg

Samper, Francisco [TED] (2018). “El marketing para terminar guerras” https://www.ted.com/talks/francisco_samper_el_marketing_para_terminar_guerras_apr_2018



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