Operación Óscar Andrade

Columnas 04 de agosto de 2021 Por Ismael Blanco
Ayer a la mañana, en forma accidental, escuché un audio con una entrevista telefónica que dos “periodistas” le realizaron al Senador Oscar Andrade...
Manos de obrero

Digo que fue en forma accidental, porque hace mucho tiempo que de modo libre decidí no escuchar ciertos medios de comunicación hegemónicos para informarme; ya que lejos de encarnar la libertad de expresión, que deberían honrar, no son otra cosa que militantes defensores de un modelo de sociedad, cuyo poder reposa en los intereses empresariales y políticos de la derecha y del conservadurismo rancio e histórico del Uruguay. 

Estos medios pretenden incidir en la opinión pública, creando “noticias”, con el único fin de predisponer a la ciudadanía en contra de ciertos actores políticos, organizaciones sociales, sindicatos o personas que no son afines a sus intereses. En sus acometidas se inmiscuyen en la vida privada de los ciudadanos “caídos en desgracia” y la ventilan en forma pública sin pudor ni miramientos; se esfuerzan en presentar hechos como escandalosos, buscando amplificar el sonido del paso de una hormiga, pero silenciando el estruendo que causa la tromba de los elefantes. 

Debo reconocer que no me sorprendió la nota que le realizaron a Andrade, pero sí digo, que sentí repugnancia por el destrato que le profirieron en esos minutos a la “víctima” de turno. 

Lejos de ser una entrevista periodística, como fue presentada, o una nota informativa; fue lisa y llanamente una interpelación de mal gusto, hecha con saña y mala fe, con el fin de humillar al inquirido.  La entrevista no fue otra cosa que una burda excusa para formular diatribas desde el podio del “cuarto poder”, presentando el asunto como una acusación pública; invistiéndose “los comunicadores”, en una suerte de fiscales de la nación, rotulando e inculpando al entrevistado con una invectiva plagada de ribetes morales. 

Lo cierto es que el llamado “periodismo de investigación” montó una vez más una suerte de pesquisa; un operativo para encontrarle al Senador Oscar Andrade algún elemento para sentarlo en el banquillo de los imputados, y lo único que encontraron fue que Andrade no tenía los planos de su casa regularizados y mantenía una deuda municipal. Por este hecho se lo denostó y se pretendió castigarlo públicamente ante la ciudadanía como el peor de los reos y desacreditarlo.

Sabido es que la izquierda y las corrientes del progresismo de la patria a través de la historia debieron vérselas con este tipo de medios de comunicación y sus empleados, que serviles al poder, buscan ampararse en un presunto manto de “neutralidad política” y montan operativos de desprestigio, prestándose a desempeñar su labor “periodística” con el único fin de mancillar y menoscabar a quienes se enfrentan a la hegemonía del pensamiento del poderoso. 

Un periodista no condena, porque esa no es su función sino la de un juez; un periodista entrevista, intercambia, pregunta, escucha, pero no juzga, no pone ejemplos de conductas para contraponerlas; no se inviste en “Catón el censor” para desarrollar su labor, censurando y atacando comportamientos que considera inmorales. 

Lo que hicieron o pretendieron hacer fue un linchamiento público, grosero, con atropello; denigrando al entrevistado, con regodeo y satisfacción, extralimitando claramente la función; convirtiéndose en una suerte de “jueces supremos de la política”; era indisimulable su excitación cumpliendo el “mandado” para desacreditar la labor de un hombre de trabajo, que ahora ocupa un lugar en el Senado de la República,  que tiene voz y que no se calla ni se asusta. 

Oscar Andrade antes que nada es un obrero de la construcción, orgulloso de serlo, militante del Sunca desde siempre; es alguien que no reniega de la clase a la que pertenece, que no se avergüenza de ser pobre; que no se confunde y que defiende desde el PIT CNT los intereses de su clase toda, y esto incluye a quienes ayer lo entrevistaban, que al igual que Andrade son asalariados.   

En lo personal, este escándalo mediático que se levantó no me cambia un ápice el concepto que tengo de Oscar Andrade como persona y como luchador que es y que me consta. Lo que si me reafirmo en cambio, es que hago bien en no escuchar este tipo de programas. 

La circunstancia denunciada, es la situación en la que están muchos trabajadores que aún queriendo hacer lo “correcto” como quiere Andrade, no han podido porque deben elegir entre prioridades. Esto no es un delito, es una realidad que se afronta con dignidad. No se pretende eludir deuda alguna, lo dijo, no la oculta, la va a pagar como lo hacen los trabajadores. La diferencia está, en que esta situación de su vida personal hoy la conoce todo el país porque fue acusado por “el cuarto poder”. Y yo me pregunto, ¿dónde está la noticia en todo esto? Y si esto no es noticia ¿Cuál fue el propósito de ventilar una situación tan personal?

En lo que a mi concierne, Andrade, o el “Negro” Andrade, o “el Boca Andrade” es la misma persona que antes que este medio diera la mentada “noticia”.  Es más, siento que esta terrible injusticia genera más solidaridad y más respeto por él, porque como todo trabajador hace lo que puede, ¡con dignidad y orgullo de clase y se lo banca!, y también va a pagar, como pueda hacerlo, ya que no elude la obligación tributaria.  

Lo que sí sé también, es que Andrade es una persona de bien, sé de su solidaridad; sé de sus luchas por los derechos de los trabajadores; sé de sus donaciones a los centros para niños discapacitados; se también de sus jornadas levantando techos y paredes para los que no las tienen; y lo que sé de él me alcanza para saber que es mucho mejor persona que muchos, incluidos a quienes hoy lo acusan.

No necesito que putrefactos operadores arrojen sus pseudas investigaciones tendenciosas para saber quien es cada persona, y saber además que hubo una suerte de revanchismo, por aquello que “algo habrá hecho” y se lo condena por los planos de su casa y una deuda municipal. Cayeron en la bajeza de modo exponencial.

Andrade no cometió ningún delito: no estafó; no robó un banco; no lavó dinero; no hizo nada de eso, en realidad, no hizo nada sustancial.  Su pecado es que no regularizó sus planos y generó una deuda por su terreno con la Intendencia, como muchos uruguayos en estos casos el principal perjudicado es él; que como cualquiera de nosotros deberá pagar intereses, más recargos, y más aún, de no poder pagar podría hasta perder su casa; pero aún así fue “condenado” por los medios.  

Este periodismo es el mismo que cuando dan las policiales se encarnizan con “un ladrón de gallinas” y miran para el costado o minimizan cuando se trata de estafadores profesionales o delincuentes de cuello blanco, o sojeros de apellidos relevantes que embarcan drogas a ultramar, o con los ladrones de los sueños de la gente. Estos personeros hacen valoraciones éticas y morales; se sienten superiores, pero no tienen la capacidad de mirarse al espejo. Con estos voceros, el periodismo deja de lado su función de informar y por esta razón pierde la democracia. 

 “¡hay de vosotros, escribas y fariseos! ¡todos hipócritas! ¡Porque cerráis el reino de los cielos a los hombres!¡ De modo que ni vosotros entráis, ni dejáis entrar a otros! ¡Guías ciegos! ¡Coláis el mosquito y os tragáis el camello! ¡Os inclináis ante la letra de la ley y violáis el corazón mismo de la ley! ¡Justicia! ¡Misericordia! ¡Buena Fe! ¡Sois como sepulcros blanqueados! ¡Por fuera lucen hermosos enterrados, pero por dentro lleno de huesos muertos y toda inmundicia!

                                        Jesús denuncia a los fariseos. Mateo 23. La Biblia.

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