El Pacto mafioso. Traición y cobardía

Columnas 21 de mayo de 2021 Por Darío León Mendiondo
Año tras año se suman más voluntades a una causa que nos interpela como sociedad, demandando respuestas, porqué ya nadie duda de la existencia de información oculta y silencios cómplices.
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Foto: Javier Calvelo / adhocFOTOS

Cada 20 de mayo el dolor y la angustia se mitigan con la esperanza que brota de la lucha encarnada por la sociedad en un reclamo abrumador, pacífico, pero inclaudicable.

No es mi propósito poner en duda el hallazgo de la documentación que el Gobierno presentó ante la Fiscalía, pero resulta por lo menos curioso que un material que contiene información sensible respecto a operaciones relacionadas con graves violaciones a los DDHH ocurridas durante la dictadura, hayan sido encontradas "misteriosamente" en una caja que se encontraba en un depósito, que antes era un calabozo, según lo informado por el Ministro de Defensa Nacional.

Una extraña forma de "blanquear" el hecho, que raya en lo burdo. Pero más allá que no es creíble la versión, confirma inevitablemente la existencia de un pacto mafioso del silencio, tal como lo denunciara insistentemente Felipe Michelini para caracterizar a aquellos que "investidos del poder del Estado, se confabularon para cometer las más grandes atrocidades".

Resulta que fueron trabajadores del Ministerio de Defensa Nacional, quienes encontraron cinco libros y dos carpetas en donde constan registros del Servicio de Información y Defensa (SID) y del Órgano Coordinador de Operaciones Antisubversivas (OCOA).

Nada menos que expedientes de la dictadura militar que estaban en las dependencias del Grupo de Artillería 5 de Montevideo, fueron encontrados ocasionalmente...

Las versiones de prensa circulantes destacan que dicho establecimiento fue un centro de detención y tortura entre 1972 y 1974, a lo que hay que agregar -para contar toda la información-, que allí se detenían personas desde 1968, fundamentalmente dirigentes sindicales, y que el centro estaba en estrecha coordinación con el "Infierno Grande", también conocido como "300 Carlos", donde fueron desaparecidos Eduardo Bleier, Fernando Miranda, Julio Escudero y Elena Quinteros, entre otras/os.

Estas referencias son para ilustrar la importancia que tenía desde el punto de vista logístico y de la información, este lugar en el que aparecen como por arte de magia, documentos que estaban "escondidos"...

Es inevitable sospechar que todo este episodio pudo ser urdido como un montaje mediático para "salir del paso" y cumplir con la "promesa" electoral de continuar la búsqueda de las uruguayas y uruguayos desaparecidos, más que un aporte valioso para el esclarecimiento de los hechos.

Y aunque podría ser esperable que el Ministro García, tenga las mejores intenciones en función de su origen "wilsonista", para contribuir a develar verdades ocultas, lo cierto es que ni el contexto ni la forma resultan creíbles para confirmar esta generosa hipótesis.

Es que el Partido Nacional, el mismo que se negó a dialogar con los militares para intentar acordar el restablecimiento del orden democrático en 1984, por tener proscripto a su líder histórico Wilson Ferreira Aldunate, hoy está aliado en el Gobierno con quienes protegen a aquellos individuos, responsables de torturas, violaciones y desapariciones.

Seguramente, en un intento por descomprimir la presión que la sociedad imprime con mayor vigor cada 20 de mayo, se buscó generar una percepción de cierta sensibilidad con el tema. Un gesto que termina siendo funcional al "statu quo" parar que todo siga igual.

Tal como lo afirmó el colectivo de Madres y Familiares, la realidad es que la documentación encontrada no agrega mayores elementos a los ya conocidos, lo cual indica la magnitud del pacto mafioso. Miles de archivos continúan sin aparecer, y aquellos que se dan a conocer en aras de una pretendida transparencia, en realidad no contienen información relevante para determinar el destino de los desaparecidos.

Pero además, es muy elocuente el silencio mantenido desde las filas de Cabildo Abierto sobre el tema. Ni Manini ni sus adláteres han dicho nada, cuando todos hemos sido testigos cada vez que los hechos involucran a sus "amigotes", como desnudan sin escrúpulos su actitud cómplice. Tal vez, no han dicho nada porque tienen la certeza de que el promocionado hallazgo no aporta nada nuevo.

En suma, son hipótesis que tienen la carga subjetiva de quien escribe, pero lo cierto es que conducen a una conclusión inevitable, al decir de Felipe Michelini: "los perpetradores fueron muy valientes a la hora de desaparecer y torturar personas, pero fueron muy cobardes a la hora de asumir la brutalidad de sus crímenes". Y esto último, aplica también para quienes de forma cómplice, protegen a estos patéticos personajes.

No cabe duda que hay una condena social que excede los límites que la propia justicia pueda establecer; y en tiempos en los que algunas personas se atreven a hablar de traición a la patria, vale recordar las palabras de Salvador Allende en su último discurso el 11 de Setiembre de 1973: "...tengo la certeza de que mi sacrificio no será en vano, tengo la certeza de que, por lo menos, será una lección moral que castigará la felonía, la cobardía y la traición".

 En suma, podrán seguir escondiendo la información y protegiendo a los culpables; podrán seguir encubriendo el pacto mafioso; pero hay una condena social de la que nunca podrán huir, que es inexorable e imprescriptible, expresada en la lucha de un pueblo que seguirá reclamando y exigiendo verdad y justicia, pese a quien pese.

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