Paro para trabajar
El PIT-CNT ha convocado a un paro general de 24 horas, “contra el hambre y la desigualdad, por trabajo y salario, en defensa de la vida y en solidaridad con los 15 profesores de San José separados del cargo”. Es una medida en reclamo de trabajo y salario para comer.
A nadie le gusta dejar de trabajar, porque no hacerlo significa no ganar, no cobrar y por tanto no pagar cuentas ni comprar alimentos; por los menos por lo equivalente a ese día que no se trabaja. ¿Por qué se para entonces? Porque en la sociedad en que vivimos, la fuerza de las masas radica en su movimiento conjunto, aunque ellas mismas a veces no se den cuenta.
¿Qué pueden hacer un obrero, un maestro, un policía, un arrancador de naranjas, si su clase pierde lugares de trabajo, mientras otros estamentos fortalecen su posición? Ni dejarse morir al costado de la vida, ni cobrarse la existencia de otras personas. Ambos casos van contra la naturaleza humana, además de contra las leyes y la forma de vivir civilizada. El único recurso democrático, contundente, respetuoso y constructivo es parar la tarea, detener la máquina, para que los “malla oro” reaccionen y miren la realidad del pelotón.
¿Qué hacer en este momento de pandemia, pérdida de empleos, baja de salarios, aumento de ganancia de sectores que nada retribuirán al esfuerzo popular? Pues...sacudir el escenario para demostrar que hay vida dispuesta a construir un país mejor, aun a costa de perder un día de salario.
Hay quienes han puesto el grito en el cielo por el paro del 17 de Junio: “No ganarán nada, harán daño al país, donen el jornal para una olla, trabajen el doble...” y otras sentencias similares. Es respetable que cada uno opine lo que le parezca, si proviene de razonamientos sanos, aunque flojos de fundamentos.
Con 73 años y decenas de paros a lo largo de ellos, sé que de la movilización no surgen mágicamente soluciones, pero se encienden luces de atención y de esperanza. Dejar que todo siga con “mallas oro” y pelotones de pobres cada vez más pobres, sólo llevará a un destino de postración, de tristeza y de indigencia. Un pueblo trabajador dispuesto a dejar de comer un día, para que sus iguales aspiren a dibujar una sonrisa, merece total respeto. Quien para, no lo hace para favorecerse, pierde el jornal, pero su valentía puede llevar a generar una posibilidad para quienes no pueden parar: jubilados, imposibilitados, enfermos, desempleados.
El paro no es un arma, es una herramienta que busca construir. Seguramente es un paro político, pero no un paro partidario. ¿No es política la gestión del gobierno que recorta todo a los más humildes? A las acciones políticas se responde con elementos de la misma especie.
Si no pensaba parar o cerrar su comercio, piénselo...por ahora es gratis.