Sócrates, el educador

Columnas 04 de marzo de 2021 Por Jorge Barrera
Una nueva entrega de "Filosofía y doxografía para profanos", serie del Profesor Jorge Barrera.
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Sócrates. 470 a. C. - ib., 399 a. C

Sócrates, (en griego antiguo, Σωκράτης, Sōkrátēs), nació alrededor del año 470 A.C.,en Atenas , en el demos de Alopece. Su padre, Sofronisco, era escultor y su madre, Fenarete, era comadrona.

Pertenecía a una familia que hoy llamaríamos de “clase media”. Probablemente, como muchos hijos de familias medianamente acomodadas, en principio pudo haber trabajado con su padre, aprendiendo el oficio de cincelar el mármol. También, es muy probable que haya frecuentado gramáticos, citaristas y pedagogos, completando una educación tradicional. Seguramente conoció a los poetas Homero y Hesíodo y  los trabajos de Heráclito y  Anaxágoras, también, pudo haber sido discípulo de Arquelao: “(Anaxágoras) Fue maestro de Arquelao, primer filósofo ateniense, quien a su vez fue maestro de Sócrates.” (Barrera, 2021)

El desarrollo de su pensamiento, sin duda, sólo se explica en relación con el contexto político que le tocó vivir y por su enfrentamiento intelectual con los sofistas.

Si tuviéramos que elegir una sola característica, por la cual Sócrates se inmortalizó, diríamos: su principal virtud fue la coherencia entre su discurso y su vida. Sócrates vivió de acuerdo a los valores morales que pregonaba: Como soldado se mostró valeroso en las tres batallas que le tocó servir como hoplita: Potidea (432), Delión (424) y Anfípolis (422). Su apego a sus principios fue mayor que a cualquier otro bien, incluso a su propia vida. En apoyo de esa afirmación, se pueden citar  dos incidentes en los cuales, con gran riesgo personal, desobedeció órdenes injustas del gobierno ateniense. La primera fue cuando habiéndole correspondido ocupar el cargo de “pritano”, se constituyó en defensor de la ley, ante una enfurecida asamblea popular ateniense:
“Yo no he ejercido cargos públicos más que en una ocasión: fui miembro del Consejo cuando mi tribu, la de Antióquida, presidía el juicio contra los diez estrategas que no habían recogido los cuerpos de los soldados caídos en la batalla de Arginusa; vosotros queríais juzgarlos a todos juntos, lo cual estaba en contra de nuestras leyes, como después se demostró. Entonces yo solo y en contra de todos los prítanos, me opuse a que hicierais algo en contra de la ley y voté en contra de todos... creí que era mucho mejor estar de parte de la ley y de la justicia, aunque eso me supusiera graves peligros, que ponerme de vuestra parte en busca de seguridades, si por ello debía ir en contra de la justicia o era movido por el temor de la muerte o del encarcelamiento. ” (Platón, “apología de Sócrates”)

Así mismo,  cuando el régimen de terror de los treinta tiranos, le ordenó que llevaran ante ellos a León de Salamina, para su ejecución, desobedece;  porque sostiene que teme más cometer injusticias, que a la muerte. Sócrates sabía que  León  era un hombre justo de y carácter recto, y no estuvo dispuesto a dejarse intimidar.

Como educador, no trasmitía conocimientos, sino que  fue el creador de un método que partía de encontrar una  contradicción en el pensamiento del educando, promoviendo la autonomía intelectual. El método se puede dividir en tres partes: La ironía , la refutación y la mayéutica. Primero, con un fino manejo de la ironía, a través de preguntas mordaces o afirmaciones absurdas, ponía al descubierto la debilidad de los argumentos en defensa de una posición dada. Con sus sarcasmos desplegaba una argumentación demoledora, que usaba para evidenciar la ignorancia de los pedantes. Segundo, ayudaba a su interlocutor a encontrar el error y las contradicciones en su  pensamiento,  para, por último, guiarlo a buscar la solución racional de la cuestión. El decía que había heredado esa cualidad de su madre, del mismo modo que  ella ayudaba a parir a las mujeres, el asistía a los jóvenes atenienses en el alumbramiento de las ideas. Por su similitud con la práctica de las comadronas, el método en general, también  se conoce como “mayéutica”.
Se cuenta  que su amigo Querofonte,  fue a Delfos, a consultar al oráculo, preocupado por saber quien era la persona más sabia de Atenas.  El oráculo respondió que el más sabio de todos los hombres era Sócrates.  Éste, al enterarse de la respuesta, se sorprende enormemente, no quiere creer;  porque él no reconoce en sí mismo ninguna sabiduría superior a la que poseen los demás hombres. Fue entonces que pensó: “cómo voy a ser yo el más sabio, si yo “sólo sé que nada sé”. Sócrates quedó, de esa manera, frente a un dilema, muy difícil de resolver;  por un lado era conciente de su ignorancia, pero, por otra parte, ¿como podía cometer la impiedad de desconfiar del oráculo?. Se cuenta que la única solución que encontró fue salir a buscar alguien mas sabio que el mismo. Esta decisión, le costaría la vida.

“Cuando fui conocedor de esta opinión del oráculo sobre mí, empecé a reflexionar: ¿Qué quiere decir realmente el dios? ¿Qué significa este enigma? Porque yo sé muy bien que sabio no soy. ¿A qué viene, pues, el proclamar que lo soy?. Pero sé,  que él no miente por su naturaleza, y  que incluso las leyes del cielo, no le permitirían mentir. ” (Ibid)

Comienza entonces su tarea interrogando a los políticos, quienes suelen sostener que lo saben todo y ofrecerse para resolver toda clase de problemas. Sócrates los interpela acerca de qué es la justicia, pero las respuestas que recibe son muy débiles y llenas de contradicciones, por lo cual, las refuta sin problemas. Los políticos se molestan con él por desnudar su ignorancia.

Sigue su sagrada  tarea e interroga a los poetas. Él pensaba  que en los poemas generalmente dicen cosas profundas y maravillosas, pero frente a los cuestionamientos que les realiza, descubre que  resultan incapaces de dar razón de lo que dicen. Comprende que cuando hablan no son sus palabras las que expresan, sino que son las palabras de las musas,. Por esa razón,  no comprendan el sentido de los dichos que sus propias voces enuncian.

Finalmente, Sócrates interroga a los artesanos. ellos  tienen, efectivamente un saber, son capaces de  fabricar cosas útiles y conocen  cada uno de los procedimientos que llevan adelante para hacerlo. El problema es que por conocer todo lo que respecta a sus especialidades, los artesanos creen saber también de las cosas que no son de su especialidad, y opinan de ellas con una autoridad de la cual carecen. Quienes opinan de lo que ignoran, como si supieran,  no pueden ser los más sabios de entre los hombres.

Se fue creando una animosidad y mucha envidia alrededor de Sócrates, más aún, cuando estaba siempre rodeado de los jóvenes, siendo su aspecto todo lo contrario del ideal griego de la belleza. ¿Por qué seguían a este hombre, que se veía  desalineado, que no era rico, ni hermosos, ni tenía una prosapia aristocrática?. Pensaban que su actitud altanera no era propia de su origen.

Acompañando  ese clima que se fue creando,  Aristófanes,  en su comedia ”en las nubes”, describe un personaje alejado del Sócrates histórico, pero que contribuye a generar   ese ambiente contra del maestro de Platón. Acerca de uno de los cargos que se le imputaran de corromper a los jóvenes, parece ser que se sostenía en los escritos del sofista Polícrates, quien lo señalaba como una pésima influencia para la juventud-

Estaban dadas las condiciones para arremeter contra el filósofo. Anito lanzó sus dardos en representación de los políticos y artistas, Melito lo hizo en nombre de los poetas, en tanto que Licón era la voz  de los oradores; cada cual simbolizaba  a un sector influyente de la sociedad ateniense.

El juicio seguido contra Sócrates se realizó en el 399 antes de Cristo. Los tribunales atenienses condenaron al filósofo por el delito de corromper a los jóvenes, por desconocer a los dioses del pueblo y por incorporar otros falsos.

Sócrates fue sentenciado a muerte, asumió su destino con una enorme entereza,  su figura aún hoy sigue siendo el filósofo por antonomasia, un referente moral y un modelo como educador.

Al final de la apología dice al tribunal:
“ahora debo pediros un último favor: cuando mis hijos se hagan mayores, atenienses, castigadles, como yo os he incordiado durante toda mi vida, si pensáis que se preocupan más de buscar riquezas o negocios que de la virtud. Y si presumen de ser algo, sin serlo de verdad, reprochádselo como yo os he reprochado, y exigidles que se cuiden de lo que deben y que no se den importancia, cuando en realidad nada valen. Si hacéis esto, ellos y yo habremos recibido el trato que merecemos. ”

Barrera, J. (2021). https://mediomundo.uy/contenido/3247/anaxagoras-de-clazomene
Barrera, J. (2020). https://mediomundo.uy/contenido/2401/la-filosofia-o-la-piedra-en-el-zapato
 Platón. SF, Apología de Sócrates,

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