La Comuna de París, dos meses de utopía a punto de cumplir su 150º aniversario, aturde a la derecha francesa

Columnas 28 de febrero de 2021 Por Adolfo "Fifo" Guidali
Adolfo "Fifo" Guidali nos regala su mirada sobre uno de los mayores hitos de nuestra historia."A pesar de lo efímero y local fue un suceso sin precedentes en el mundo..."
comuna de paris

La "Commune" de 1871 se caracteriza por ser uno de los mayores y también menos conocidos hitos de la historia de la humanidad, esto último quizás por haber estado limitada al ayuntamiento parisino, por lo que no significaba 'a priori' un acontecimiento con carácter universal, por lo que fue mirado de soslayo y apenas como algo anecdótico. Después muchísimos se retractarían.

Sin embargo, nada más lejos de esto, a pesar de lo efímero y local fue un suceso sin precedentes en el mundo: por primera vez un pueblo organizado, el de París, se sublevó y con la Guardia Nacional (milicia ciudadana), adherida al movimiento, derrocó  a un "establishment" monárquico, capitalista y burgués. Claro, muchos se desgañitarán afirmando que no fue otra cosa que una consecuencia de la guerra franco-prusiana que dio al traste con Luis Napoleón III y paso a la III República.

Pero, los parisinos, extenuados tras haber soportado cuatro meses de asedio y humillación sin tregua por parte de los invasores teutones, en lugar de inclinarse ante éstos decidieron declarar "París independiente". De inmediato se tomaron medidas tan perentorias como igualitarias, fruto de la indigencia provocada por las circunstancias.

Primera vacuna, para no parecer anticuado: se declaró la laicidad del mini-Estado, la Iglesia se vio obligada a acoger asambleas de vecinos-ciudadanos y, a contrapelo  de lo habitual muchos elementos del clero de por aquellos tiempos y lares se vieron de golpe integrados al trabajo social.

Las fábricas, que ante la presencia cercana del ogro del norte habían sido abandonadas por sus propietarios, comenzaron a producir gracias a un modelo autogestionario impuesto por los comuneros(as), por lo que, entre otros, fueron creadas guarderías para los hijos de la trabajadoras durante sus turnos. Se concedieron pensiones de viudez...

A nivel económico, se eliminaron los intereses a las deudas contraídas y se recortaron los alquileres y otras medidas con el mismo sesgo. Y también se le dio descanso (por un tiempo) a la guillotina.

Y, un detalle nada menor, la bandera tricolor fue reemplazada por una de color rojo intenso.          

Pero, todas estas medidas más que justificadas en aquella coyuntura, tomadas por un gobierno igualitario, para la Asamblea Nacional, de corte monárquico, fue algo así como si le mojaran la oreja, sobre todo después de que los prusianos de Otto von Bismarck, con su botín asegurado (Alsacia y Lorena, actualmente de nuevo francesas, y unos cuantos miles de francos-oro) se volvieron contentos a casa y unificaron ese ente tan complejo de la historia moderna: Alemania.

Los comuneros se habían defendido como leones, antes y después, hasta fabricando sus propios cañones. Su ejemplo debería haber tenidido eco y ser imitado, por simple lógica que no ideologica. Pero el poder, refugiado en la elegante Versalles, humillado por aquí y acullá, todo esto fue un acicate, que animó al antisocialista marsellés Adolphe Thiers, quien fuera el negociador con los prusianos y manejaba el "cotarro", por lo que decidió destrozar la Comuna.

Con la III República, Napoleón optó por el exilio en algún lugar de Albión. La Comuna fue oficialmente descrita al mundo como una revuelta de vagos y malvivientes.

La represión fue brutal, monstruosa, en un lapso de una semana fueron fusiladas o asesinadas con otros recursos unas 15.000 personas y otras 40.000 sufrieron represalias o enviadas al exilio. Eran una mal ejemplo para aquella Francia (entonces ya sin Alsacia y Lorena). Eso sí, los resistentes incendiaron edificios y se perdieron obras del acervo cultural. Además, habían tomado "rehenes del pueblo de París" y ejecutaban a tres por cada comunero abatido.

Pero bueno, todo este casi mamotreto anterior intenta ser un marco de referencia, sencillo e incompleto. Lamentablemente, este acontecimiento fermental casi no figura en los libros de historia y, si interesa, hay que echar mano a los especialistas.

Algunos nombres destacados de los protagonistas, aparte de los mencionados fueron: Anna Jadard, Auguste Blanqui, Edouard Vaillant, Nathalie Le Mel, Henri Rochefort, Madame Ager, Gustave Courbet...

En este contexto, recuerdo las clases de historia en Secundaria. Carlos Pittaluga Vidal magistralmente nos hacía "revivir" la Revolución Francesa, mientras encendía un La Paz con otra colilla de La Paz. Otro profesor posterior, de apellido Mangarelli, me despistaba con mucha facilidad y me hacía constatar fuentes. Y nunca mencionó a la Comuna... 

- Una polémica inútil y estéril -   

Antes de entrar en la polémica actual, plagada de olvidos, oscurantismo y contradicciones, es pertinente recordar viejos testimonios de los hacedores de la historia.

Carlos Marx señaló, probablemente ya descorazonado en un análisis 'a priori', lo efímero del alzamiento. Éste, a partir de artículos periodísticos de la época redactó una especie de manifiesto dirigido a los trabajadores del mundo.

Denostando a los "advenedizos" que gobernaban Francia tras la derrota ante Prusia y la creación de la III República, alabó "el coraje de los parisinos". En este texto destacando el resultado de la trágica "semana sangrienta", Marx concluye en que "no es suficiente tomar el poder  cuando se mantiene el mismo funcionamiento de las instituciones".

No obstante, la consideró la primera revolución proletaria del mundo, y hace alusión a ésta en el prólogo de una edición alemana de "El manifiiesto Comunista"

El anarquista ruso Mijaíl Bakunin escribió años después: "soy un partidario de la Comuna de París, que al haber sido masacrada, ahogada en sangre por los verdugos de la reacción monárquica y clerical, no por eso ha dejado de hacerse más vigente, más poderosa en la imaginación y en el corazón del proletariado de Europa".

Ya en 1965, el filósofo francés Henri Lefebvre, quien influenciado por el materialismo histórico profundizó en la sociología, señaló: "La insurrección del 18 de marzo  (de 1871) y los grandes días de la Comuna que siguieron, suponen la apertura ilimitada hacia el porvenir y lo posible . Ya es tiempo de no considerar a la Comuna como el ejemplo típico de un primitivismo revolucionario del cual se superan los errores, sino como una inmensa experiencia negativa y positiva de la cual no se ha encontrado ni realizado todavía toda la verdad".

Lefebvre trazó paralelos y determinó elementos que encuadran en la misma tradición revolucionaria a La Comuna de 1871 con Mayo del '68. En 1971 el festejo del centenario estuvo marcado por una simbiosis entre ambos acontecimientos, a pesar de algunos disensos con la izquierda tradicional..

Pero, hoy, para este 150º aniversario que llega en pocos días, el Ayuntamiento de París se prepara, a pesar de las circunstancias y limitaciones, para conmemorarlo lo mejor posible. La alcaldesa Anne Hidalgo --de origen español--, se ha puesto manos a la obra para en estas pocas semanas concretarlo con una  dosis de optimismo, pero segundones opositores, incluso en cierta manera beneficiarios de aquel logro fallido, pero que dejó su marca indeleble, se dedican a meter palos entre los rayos de las ruedas de la bicicleta.

Un debate, en principio considerado de poco fuste entre dos funcionarios secundarios desató en los últimos días una polémica que ha adquirido dimensiones excesivas en este país que, por momentos, parece sin rumbo. 

En un pleno municipal, Rudolph Granier (del partido Los Republicanos), advirtió con malos modos que entre veintisiete asociaciones a subvencionar, había una a la que su partido vetaría sin concederle un céntimo, Les Républicains (LR), no quieren brindar el menor apoyo a "Las Amigas y Amigos de la Comuna de París de 1871". Para él. esta asociación copresidida por un ex líder comunista (¡válgame dios!) , "glorifica los hechos más violentos de la Comuna", dijo.

Para más pánico en el hemiciclo, evocó "los incendios del 'municipio' que devastaron sectores enteros de la capital", y acusó a la alcaldesa socialista actual de utilizar "una serie de falsedades históricas" con fines políticos. Claro, en tanto esto ocurría hace siglo y medio, el enemigo agresor no estaba cruzado de brazos.

Hidalgo no estaba presente, pero su adjunto, Patrick Bloche, quien presidía el pleno retrucó: “Lo que me tranquiliza es que creo en la escisión entre la izquierda y la derecha, y usted lo ha ilustrado a la perfección, ciento cincuenta años después de la Comuna".

El diálogo continuó una hora larga, pero lo que importa es que despertó  "bichos dormidos" desde hace mucho tiempo,  en una nación que es considerada casi una "democracia plena", por lo cual tales bestias deberían haber muerto hace mucho tiempo. y, lo grave es la dimensión que ha tomado a nivel nacional este dialógo, que bien podría ser de boliche. Si estuvieran abiertos, claro.

Pero, a este hito histórico, en un contexto 'histérico', con un origen honroso y heroico, un necio le dio trasfondo poco feliz y ramplón que hizo demasiado ruido, del malo.

No obstante, tras la pandemia o en el contexto que nos espera, quizás la realidad se imponga al mecanicismo que caracteriza a los espejismos y falacias capitalistas y, los jóvenes en particular reflexionen sobre hitos como éste, la casi ignota Comuna de París de 1871: fuente de utopía y esperanza, y un regalo para el imaginario.

 

Adolfo "Fifo" Guidali

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