Nuevo Round

Columnas 23 de septiembre de 2023 Por Boris Coimbra
La columna del Presidente de la comisión directiva de A.U.P.D (Asociación Uruguaya de Profesionales del Derecho), Boris Coimbra.
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Este pudo ser un análisis estilo exegesis de la ley de teletrabajo, de hecho hace un par de años lo fue, en semanario crónicas (https://www.cronicas.com.uy/columnas/sobre-la-reciente-regulacion-del-teletrabajo-en-nuestro-pais-partei/); (https://www.cronicas.com.uy/columnas/sobre-la-reciente-regulacion-del-teletrabajo-en-nuestro-pais-parte-ii/)  redacte un análisis bastante liviano de dicha ley en representación de una organización y con las limitaciones que implicaba escribir en nombre de una organización que se manifestaba apolítica por estatuto.

Sin las razonables limitaciones de esa instancia, creo este es el espacio para un análisis mas profundo con una visión política real.

Me lleva a este análisis la preocupación sobre una expresión de algunas posiciones presentes en el congreso del Nuevo Espacio de noviembre de 2022 precisamente en la comisión de actualización ideológica.

Algunos compañeros manifestaron que debíamos dejar de usar el concepto proletario, aludiendo que era correcto para la época de las fabricas pero que hoy el concepto no tenia sentido.  

Dos al menos dos cuestiones me preocupan sobre esto, la primera es militantes políticos de izquierda acotando el concepto proletario a una determinada actividad laboral, la segunda que también floto en el planteo de forma menos expresa es el suponer que las condiciones laborales extremas ya no existen.

Aclarare primero la segunda preocupación por entender que es mas sencilla de aclarar, si bien las jornadas de 16 horas mayormente ya no existen(aunque en medios como el rural es discutible)y las condiciones insalubres han mejorado(aunque siguen existiendo en algunos rubros) el abuso laboral es algo mas que presente, porque el parámetro no debe ser el del siglo XIX, necesariamente desde una visión de izquierda el parámetro piso debe ser nuestro derecho laboral y el mismo tiene un sinfín de violaciones, además de ser una visión ultra montevideana metropolitana del tema, para muestra alcanza con la gracia del intendente Caram sobre el trabajo infantil, luego cuando le avisaron que lo que había dicho era ilegal inmoral y varios in mas intento sin mucho existió desdecirse o aclara como acontece normalmente logro oscurecer.

El problema que acabamos de exponer responde al desconocimiento de la realidad actual, lo que entiendo grave para un militante.

El primer problema que planee es más complejo, ya que responde a un desconocimiento de la teoría básica que el militante de izquierda debe conocer.

Sin ofender a nadie y con el fin de que la redacción cobre mayor sentido, aclaro que proletario no implica ninguna actividad en especial, proletario es aquel que vive de su salario, el cual es pago por el dueño del medio de producción, tenemos si proletarios con ingresos a veces tan altos que pueden confundir, pero también tenemos cientos de miles de uruguayos que apenas superan los $20.000(y muchos que están aun debajo de esto) que a pesar de que se intente tapar el sol con un dedo mantienen el concepto de plusvalía tan vivo como el día que se creó. 

Volvamos a la pelea del título, aclarado que lamentablemente proletariado y plusvalía existen aún, la pelea inicia con la revolución industrial (aunque existen opresores y oprimidos desde la existencia misma de la humanidad) y a posteriori de se da formalmente desde la aparición de las primeras leyes laborales a mediados del siglo XIX.

Esta pelea a recibido diversos nombres, normalmente desde la derecha y en las últimas décadas se le ha dado nombres como desregulación o el de mejor márquetin flexibilización.

En que consiste, básicamente en el anelo de la derecha liberal (o versiones peores de la derecha) de volver a la forma de contratación con la que se inicia la revolución industrial que no es otra que el milenario arrendamiento de servicio.

Cual es la ventaja de esto para el empresario empleador seria la pregunta, consiste en que todos somos iguales (sin tener en cuenta diferencias económicas ni sociales entre trabajador y empleador), al ser todos iguales podemos acordar lo que queramos.

Trasladado al inicio de la revolución industrial significa que si el trabajador acordaba turnos de 16 horas estaba bien, si no quería descanso estaba bien, si todo eso era por 100 pesos también estaba bien, porque era libre he igual al empleador.

Si firmaba un contrato por 10 años no era libre de irse cuando desee ya que se arriesgaba a un juicio por incumplimiento contractual, las opciones eran morir en un puesto de trabajo o la cárcel por incumplir el contrato.

Todo esto estaba bien porque eran iguales y libres.

¿Qué viene a hacer el derecho laboral a mediados del siglo XIX? Viene a darnos un nuevo concepto de igualdad, lo que se conoce hoy como igualdad por la ley, reconoce que las partes no son iguales, hay una más débil que la otra (el trabajador) el derecho en consecuencia debe corregir esa desigualdad protegiendo al más débil trabajando para generar una igualdad que no existe.

Esta igualdad por la ley es el mismo principio detrás de toda norma que ataca la discriminación de cualquier clase defender al débil, esta idea hoy afortunadamente difundida en otras áreas es talvez el mayor logro de la normativa laboral.

Desde la primera norma laboral, la derecha a luchado esta pelea por volver al arrendamiento de servicio, a las supuestas libertades he igualdad.

De esta forma como un round mas de la pelea eterna que se acerca a los 200 años, aparece la ley de tele trabajo, la pandemia la trajo casi de los pelos aunque la idea existía de antes, fue una gran oportunidad para regular y flexibilizar derechos conquistados por los trabajadores hace décadas.

El primer punto es la imposibilidad de controlar el horario, si bien se regula un limite de jornada no se establece como controlarlo, por tanto, desdibuja el concepto de horas extra.

La idea de distribuir las horas de trabajo acorde a las necesidades del trabajador suena poética y contemplativa, pero la realidad es una entrada a trabajar mas de lo legalmente permitido.

La ley habla de horas de conexión que es lo controlable pero no da una forma de controlar si se sigue trabajando, aunque no se esté conectado.

Ni la ley ni la reglamentación resuelven quien se hace cargo de los costos, como ser electricidad, internet etc, lo deja al acuerdo de las partes, como veníamos diciendo en pie de igualdad, es decir que el mas fuerte tiene la oportunidad de poner las condiciones y si al trabajador no le gustan no tiene una norma que lo respalde, pululan ya incluso desde antes de la ley los avisos que ponen como requisito conexión a internet, la que debe pagar el trabajador, la redacción de la ley tuvo el cuidado de no resolver este tema.

Estos algunos solo algunos de los regalos de la ley.

Entiendo como conclusión, la que no pude por los motivos expuestos exponer en crónicas, que los militantes de izquierda, debemos sacudir nuestra cabeza, entender que a pesar de lo logrado entre 2005 y 2019 la pelea por los derechos de las personas y específicamente de los trabajadores no ha terminado ni esta cerca de terminar, debemos entender que existen proletarios, existen abusos, existe el trabajo casi esclavo, existe el acoso, existe el intento de sacar derechos a los trabajadores, nos guste o no esto es de lo mas actual, y por sobre todas las cosas, entender que la derecha jamás descansa, como mucho hace silencio un tiempo.

 

 


 

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