Pedagogía de orientación neo marxista

Columnas 11 de agosto de 2023 Por Jorge Barrera
En este artículo intentaré trabajar las ideas más importantes del neomarxismo en sus aportes a la pedagogía. No pretendo ser exhaustivo, sino, simplemente explicitar algunos supuestos y planteamientos que nos permitan tener un primer acercamiento al tema.
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Considero relevante el estudio de estas contribuciones al campo de la educación porque los pensadores que se definen dentro de esta corriente, si bien no niegan algunas ideas del marxismo tradicional, como por ejemplo la reproducción de la ideología dominante, abren un atisbo de esperanza al papel de la educación en la construcción de una sociedad más humana, justa y solidaria. 

Origen y características del neomarxismo 

El “neomarxismo” es una corriente del Siglo XX, que se remonta a los primeros escritos de Karl Marx. En los trabajos, anteriores “al Capital”, el "joven Marx" se enfocó en un conjunto de categorías dialécticas hegelianas, alejadas del determinismo económico posterior y del supuesto fuerte de que "la estructura determina la superestructura". 

En estas primeras investigaciones, el filósofo alemán, se centró en una perspectiva más humanista y antiautoritaria, poniendo énfasis en los males del capitalismo global. 

En la ideología alemana, Marx y Engels, (1974) afirma que: “El poder social, es decir, la fuerza de producción multiplicada, que nace por obra de la cooperación de los diferentes individuos bajo la acción de la división del trabajo, se les aparece a estos individuos, por no tratarse de una cooperación voluntaria, sino natural, no como un poder propio, asociado, sino como un poder ajeno, situado al margen de ellos, que no saben. de dónde procede ni a dónde se dirige y que, por tanto, no pueden ya dominar, sino que recorre, por el contrario, una serie de fases y etapas de desarrollo peculiar e independiente de la voluntad y de los actos de los hombres y que incluso dirige esta voluntad y estos actos”. De ese modo la clase dirigente da a sus ideas la forma de universalidad y las representa como las únicas que tienen validez racional universal. Es decir: utiliza todo su peso político para "naturalizar" su propia ideología. 
Para él, ciertas tendencias específicas se generaban como resultado de las relaciones constitutivas del poder, aunque mediadas por los conflictos y las contradicciones propias de toda sociedad de clases y del sistema capitalista, en particular. 

Entre dichas tendencias 'figuraba la producción «natural» de principios, ideas y categorías que daban soporte, a las relaciones de clase desiguales de determinada formación social. Es decir se busca que todos los miembros de la sociedad admitan como inexorables las diferencias de origen, entre los seres humanos. 

Esta visión "marxiana", en contraposición con el posterior marxismo ortodoxo, incorpora la libertad de incorporar la lucha de clases en el debate pedagógico y cultural, como forma de resolver las diferentes tensiones que se presentan en la educación. 

Freire. (1984) expresa: “La violencia de los opresores, deshumanizándolos también, no instaura otra vocación, aquella de ser menos. Como distorsión del ser más, el ser menos conduce a los oprimidos, tarde o temprano, a luchar contra quien los minimizó. Lucha que sólo tiene sentido cuando los oprimidos, en la búsqueda por la recuperación de su humanidad, que deviene una forma de crearla, no se sienten idealistamente opresores de los opresores, ni se transforman, de hecho, en opresores de los opresores sino en restauradores de la humanidad de ambos. Ahí radica la gran tarea humanista e histórica de los oprimidos: liberarse a si mismos y liberar a los opresores.” 

La filosofía del joven Marx fue tomada por “la Escuela de Frankfurt, un importante movimiento filosófico impulsado por un grupo de intelectuales alemanes que integraron el Instituto de Investigación Social fundado en 1923 en esa ciudad. Entre sus representantes se encuentran Max Horkheimer, Theodor Adorno, Herbert Marcuse, Walter Benjamí, Erich Fromm, Jürgen Habermas, Leo Lówenthal, entre otros. 

Según Ocaño (2010): “... el rasgo más característico del Instituto de Investigaciones Sociales en sus primeros años es su adscripción al marxismo como base de todas las-reflexiones. Sin embargo, al poco tiempo muchos de sus representantes superan el análisis propio del marxismo tradicional introduciendo muchos elementos y reflexiones de otras aportaciones como las constantes referencias al psicoanálisis del que recibieron gran influencia, los 
trabajos de Lukács y la recuperación de la dialéctica hegeliana”. 

La escuela de Frankfurt construye una ciencia social que sirve de apoyo a teorías pedagógicas en las que, por una parte se mantiene la crítica de la educación, pero por otra, se admite la existencia de una enseñanza que supere la funcionalidad al sistema dominante.. 

A partir de esta revisión la escuela crítica transformadora, liberadora o neomarxista, se opone al reproductivismo radical. Este último no da lugar a las esperanzas de las transformaciones progresistas en el marco del capitalismo. Los pedagogos neomarxista como: Apple, Berstein, Freire, Giroux, o Jean Anyon dejan abierta la posibilidad de la escuela como motor del cambio político y social y el docente como intelectual transformador. 

Tomando en particular el pensamiento de Freire, Barrera (2021) expresa: “ La pedagogía liberadora que propone Freire, parte de la concientización, el oprimido se reconoce como tal, van descubriendo “su puesto en el cosmos”. Él debe descubrir, por un proceso similar a la mayéutica socrática, que ha sido despojado de su humanidad, que las estructuras de la sociedad son esencialmente alienadoras y que la única esperanza emancipatoria, es la de poder cambiar la realidad.” 

Las teorías, críticas liberadoras, denuncian la transmisión de valores establecidos y las ideologías implícitas en la selección de conocimientos, pero afirman, que es posible que el estudiante sea más consciente de su sistema de valores, y sea capaz de hacer una reflexión crítica de su realidad y por la emancipación y la concientización “desenajenarse” y evolucionar como individuo y como ser social. 

Otra noción que es clave y eje central del pensamiento de la teoría neomarxista es la idea del conflicto como dato de la realidad. 

El conflicto es inherente a toda acción humana, evoluciona, pero, nunca desaparece. El concepto de conflicto designa dos o más situaciones hipotéticas excluyentes, y contradictorias. Este se presenta cuando los individuos o los grupos no obtienen lo que necesitan o lo que desean, al buscar sus propios intereses. 
La existencia del conflicto está aceptada como una parte inevitable del 
funcionamiento social. Aparece a nivel individual con el mismo nacimiento de los seres humanos, que deben aprender a vivir, en un mundo de escasez, debiendo desplegar diferentes estrategias de supervivencia, para satisfacer sus necesidades y sus apetitos . 

La teoría del conflicto examina códigos simbólicos y relaciones de poder mediatizadas por la cultura, y se centra en las causas y las consecuencias de las contradicciones que afectan a los diferentes sistemas sociales y educativos. La realidad sin conflicto es una ilusión efímera. El conflicto, además, brinda oportunidades para el desarrollo de nuestras habilidades. 

Los conflictos de clase se generaron en cada modo de producción y se fueron acomodando a las nuevas circunstancias, a partir de los cambios. Por ejemplo del régimen esclavista al régimen feudal o del feudalismo al régimen burgués. De donde se puede inferir que siempre existió la posibilidad de diferentes tendencias ideológicas que pudieron subvertir las dominantes. 

El otro tópico que ha considerado el neomarxismo es la crítica a la inexorabilidad de los cambios sociales. El Marx tradicional se apoya en el supuesto del determinismo histórico, enraizado en uno de los supuestos de la modernidad: la idea del progreso. La sociedad debía, automáticamente evolucionar hacia el socialismo y luego al comunismo. Sobre todo en las sociedades industriales, donde la clase obrera sería la nueva clase emergente. Sin embargo, eso no ocurrió. Esas revoluciones anunciadas no acontecieron o, al menos, no sucedieron cómo y cuándo se había supuesto. Entre las principales explicaciones de estos «desacontecimientos» están las que consideran que el capitalismo no es tan sólo un sistema económico sino, también, un sistema cultural que «penetra» hasta lo más hondo del sentido común de las personas; de tal manera que las hace ver la realidad existente como la realidad «a secas», el único mundo posible. Sin embargo, nada garantiza la continuidad de un estado de cosas, para mantenerlo es necesario una atención permanente, es decir, el control hegemónico no está asegurado. Para convertirse en hegemónico, el capitalismo, creó lo que Gramsci, llama «una cultura dominante efectiva» . El propio Gramsci reconoció en sus alegatos contra 
el marxismo economicista, que para ganar el consenso popular es preciso que unos grupos dominantes alcancen el liderazgo en diversos frentes de una formación social. Las batallas y conflictos culturales no son epifenoménicos sino algo real y fundamental en la lucha por la hegemonía. 

Bibliografía 

Barrera, J. (2021. https://mediomundo.uy/contenido/4854/sobre-paulo- freire-parte-i 

Barrera, J. (2021). https://mediomundo.uy/contenido/4863/sobre-paulo- freire-segunda-parte 

Barrera, J. (2021). https://mediomundo.uy/contenido/4867/la-educacion-es-una- praxis-liberadora-y-profundamente-politica 

Marx, C Y Engels, F. La Ideología Alemana. (1974) Coedición Ediciones Pueblos Unidos Montevideo Ediciones Grijalbo, S. A. Barcelona 

Freire, Paulo, 1984, Pedagogía del oprimido, Siglo XXl, España. 

Ocaño, J (2010). Teorías de educación y modernidad .Editorial Grupo Magro. Montevideo. 

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