Los osos polares y los habitantes metropolitanos

Columnas 17 de julio de 2023 Por Ramón Fonticiella
¿En qué pueden parecerse los osos polares y los habitantes de Montevideo y la región metropolitana? En que ambos sufren por la crisis climática y la irracionalidad de procedimientos humanos.
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Se pasa por Netflix una serie documental basada en las migraciones animales, fundamentalmente para alimentarse o reproducirse. La emoción que da la calidad de las imágenes, sólo es superada por la tristeza que emana de la situación crítica de algunas especies en el mundo de hoy. El desastre ambiental provocado por la irracional conducta de la humanidad (recalentamiento, deshielo, desaparición de fuentes de alimentos), pone cada vez en mayor riesgo a las especies, incluída la humana. De la misma manera esa realidad del ambiente, ha condenado  a los metropolitanos uruguayos a no disponer de la mejor agua para uso humano y animal.

La serie fílmica no está específicamente destinada a abogar por los animales y el ambiente, pero las imágenes y narraciones, ponen en evidencia su lamentable presente. La situación de varias especies del Ártico es sublevante. Se dice que los osos polares, gastan cinco veces más energía nadando que caminando, pero el terrible deshielo de su mar natural, los obliga a casi vivir nadando en busca de témpanos donde posarse o lugares para alimentarse; ello obliga a que las crías más débiles tengan serio riesgo de no sobrevivir. Algo similar ocurre con las focas bigotudas, que no pueden cazar para alimentar a sus críos, porque no encuentran suficientes témpanos flotantes donde dejar a sus hijos, mientras hacen la tarea...En hielo se ha derretido.

La realidad del deshielo polar va condenando a la posible desaparición de especies, obligando el cambio del mundo natural. No sería el único riesgo. Estudios sobre los cambios y movimientos en las aguas subterráneas, plantean la posibilidad de modificaciones en la inclinación del eje de la tierra y por tanto en el movimiento de los polos, más allá de los que se operarían naturalmente. Podría tener consecuencias en la producción estacional.

Ambas situaciones, fruto de decisiones humanas que generan recalentamiento, sequías y tempestades, van haciendo al mundo más duro de vivir. ¿Cuándo en Uruguay, bañado por ríos y arroyos, se pensó que faltaría agua para beber? El gran culpable es el desenfreno mundial por producir para lucrar, aún a costo de consumir desenfrenadamente el agua que necesitan todos los seres vivos. Esa "ganancia" del capital no se distribuyen entre todos lo dueños del planeta.  Unos pocos, quizás menos del dos por ciento de los humanos, se queda con el beneficio y reparte sólo desgracias. "Las penas son de nosotros, las vaquitas son ajenas"...

Así como los osos polares o las focas bigotudas, derrochan parte de su vida en buscar dónde posarse fuera del agua para alimentar a sus críos, las familias de la zona metropolitana uruguaya dejan sus salarios en comprar agua embotellada para consumo humano y animal seguro (las mascotas también existen), o su tiempo en ir en busca de abastecimiento en fuentes existentes en los balnearios o en pozos de campaña.

No dudo en decir que mucha gente que debe conducir el país se equivoca, y que la sensación de omnipotencia le hace dirigir mal las cosas. Pero todos tenemos posibilidad de trabajar para que, por lo menos la parte del mundo que nos toca, se conserve lo mejor posible. Hace más de 50 años, cuando estudiaba biología en el liceo, aprendí que sin agua no hay vida; hoy escucho que buscan agua en Marte, para encontrar vida. ¿Es imprescindible por ahora, ir al espacio a buscar otro mundo para habitar?; ¿con mejorar el que tenemos, no es suficiente?

 Uruguay puede y debe hacer lo suyo conservando y administrando sus reservas de agua para atender a sus pobladores.

Leo informes de que habría empresas que explotarían el agua de Uruguay sin beneficios para nuestra gente; el líquido elemental es propiedad de los tres millones y medio de habitantes, cuyas necesidades están en riesgo de no ser satisfechas. No se trata de medidas irracionales o perjudiciales. En mi ilusión de un mundo más justo, reclamo que la democracia uruguaya de una vez por todas mire para adentro de nuestro pequeño país; que no permita la violación sistemática de suelo y acuíferos en beneficio de pocos; que se legisle conforme a la realidad actual y se haga cumplir normas ya existentes. La actividad productiva primero debe atender la vida nacional: abastecer, financiar recursos y reservas. Pocos muy ricos gracias a los bienes comunes, y muchos pobres sedientos, no es una buena ecuación.

No esperemos a que se "derrita el último témpano" de nuestro océano virtual, y peligre la subsistencia de nosotros y de nuestras crías. 

Quien piense que es exageración, rememore cuándo pensó que la mitad de los habitantes de Uruguay quedaría sin agua dulce...

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