Antonio Gramsci y sus aportes al pensamiento crítico
Su padre, Francisco, era empleado del Registro. Con sus escasos ingresos, tenía que mantener a su mujer y a siete hijos. Razón por la cual todos debían aportar a “la olla grande”: la madre, cosiendo y realizando otros trabajos; los hijos buscando, desde niños, contribuir con algo. Cuenta Gramsci, en una de sus cartas, que comenzó a trabajar cuando tenia once años, ganando nueve liras al mes (lo que representaba un kilogramo de pan diario) por diez horas de trabajo en la Jornada, incluida la mañana del domingo. “Ni siquiera mi madre conoce toda mi vida y las adversidades que pasé.”
A las fatigas de la pobreza se unían, para el pequeño Antonio, los sufrimientos de su enfermedad; ya desde chico era frágil y delicado de salud y padecía una deformación física. Sin embargo, su naturaleza era cordial; jugaba de buen grado con los demás muchachos y se extasiaba con sueños de viajes llenos de aventuras. En sus cartas recuerda siempre con nostalgia y ternura los años de la infancia.
Frecuentó con éxito la escuela pública en Santu Lussurgio, donde una aldeana lo tenía a pensión por cinco liras al mes, y, después, el liceo Carlo Dettori, en Cagliari. El 30 de septiembre de 1911 obtuvo el título de bachiller y marchó a Turín para ingresar en la Facultad de Letras de su Universidad.
Gramsci vivió en Turín gracias a una beca, pero como no le era suficiente para mantenerse, debía trabajar para completar sus ingresos. "He vivido durante un par de años —escribe a Scomo, su hermana— fuera del mundo, como en sueños. Viví cerebralmente, no con el corazón. Pero he trabajado para vivir, cuando para vivir debería haber descansado, haberme divertido. Dos años en que no reí nunca, Pero tampoco lloré jamás. Llegó a ser uno de los alumnos predilectos del profesor Bartoli y una positiva promesa para la ciencia de la lingüística. "Uno de los mayores «remordimientos» de mi vida intelectual — escribió más tarde— es el profundo dolor que proporcioné a mi buen profesor Bartoli, de la Universidad de Turín, quien estaba persuadido que yo era el arcángel destinado a «desterrar» definitivamente a los neogramáticos." Paralelamente a los estudios, en aquellos años se acercó al movimiento obrero turinés. Después de pocos meses de estancia en Turín se afilió a la agrupación socialista local y fue el encargado de organizar una sociedad obrera de socorros mutuos.
Ya en aquellos años comienza a entrever que la única solución a las contradicciones de la sociedad italiana es la revolución proletaria.
El 11 de noviembre de 1914 hace su último examen universitario. Es el momento en que definitivamente realiza su elección entre la carrera científica y la actividad política. Así culmina el segundo período de la vida de Gramsci: la etapa de su formación cultural.
Durante la guerra, la actividad de Gramsci aumenta en intensidad. En la práctica ya es un "revolucionario profesional." Es redactor del Grido del popolo, semanario socialista de Turín; muy activo en la agrupación, multiplica sus contactos con los obreros de las fábricas. Al desfondarse, con la guerra, la II Internacional, busca conocer, a través de publicaciones ilegales en todos los idiomas, las posiciones de Lenin y los bolcheviques. Alcanza, así, a captar la importancia de las conferencias de Zimmerwald y de Kienthal, donde precisamente lanzo Lenin la consigna de la transformación de la guerra imperialista en guerra civil. Educa a los cuadros obreros turineses en la polémica contra el reformismo y rápidamente se convierte en el más querido de los dirigentes socialistas de Turín.
En agosto de 1917, luego de la fallida insurrección de los obreros turineses, Gramsci es elegido secretario de la agrupación. Así completa su experiencia práctica de revolucionario y organizador, que une a la madura formulación del análisis de la sociedad italiana y de la línea de lucha y acentúa su enfrentamiento con la dirección del Partido Socialista. Con la publicación de L'Ordine nuovo — el 1º de mayo de 1919— se cierra el periodo de la formación de Gramsci y se abre el de su plena madurez.
En las elecciones políticas de abril de 1924, Gramsci es elegido diputado. Regresa a Italia y vuelve a su puesto de trabajo y de lucha.
La noche del 8 de noviembre de 1926 es arrestado por la policía del régimen. Concluye así el intenso periodo de su lucha directa, intentando crear un gran frente único antifascista.
Comienza, desde ese momento su peregrinaje de cárcel en cárcel, primero en espera de ser procesado, luego para cumplir la condena. El proceso se inicio el 28 de mayo de 1928 y se cierra el 4 de junto con la condena de Gramsci a 20 años, 4 meses y 5 días de prisión.
Es el último periodo de la vida de Gramsci concluye con su muerte.
Murió el 27 de abril de 1937 en la clínica Quisisana, de Roma, una semana después de que, debido a condonaciones y amnistías, acababa de cumplir la condena.
Serían muchos los temas que podríamos destacar del pensador italiano, pero debido al propósito de este trabajo vamos a referirnos solamente a la importancia de los intelectuales, al concepto de hegemonía. a la relación entre sociedad civil y sociedad política y ala relevancia pedagogica de su pensamiento.
Ya Aristóteles en la metafísica expresaba que “los hombres tienen por naturaleza el saber.” Gramsci, se afilia a la tesis de que toda actividad humana, tiene, necesariamente una componente intelectual. No existe ninguna acción humana en la que no intervenga, en mayor o menor grado la inteligencia. El pensador italiano afirma que cada grupo de intereses genera sus propios intelectuales. Es necesario racionalizar el orden social y todo lo que se decide hacer buscando una justificación convincente.
Todo grupo social que surge sobre la base original de una función esencial en el mundo de la producción económica, establece junto a él, orgánicamente, uno o más tipos de intelectuales que le dan homogeneidad, no solo en el campo económico, sino también . en el social y en el político. El empresario capitalista crea consigo al técnico de la industria, al docto en economía política, al organizador de una nueva cultura y de un nuevo derecho.
Todo grupo social "fundamental" que brota como expresión de la nueva estructura en desarrollo —la que a su vez surge de las precedentes estructuras económicas— ha encontrado, hasta ahora, las categorías intelectuales preexistentes, que más bien se mostraban como representantes de una continuidad histórica ininterrumpida.
Según Gramsi, (1967) la más típica de estas categorías de intelectuales fue la de los eclesiásticos. Esta monopolizó por largo tiempo toda una fase histórica, simbolizada en parte por este monopolio. El señor feudal tenía en el clero el soporte argumentativo de sus acciones. La justificación del orden establecido y la naturalización del mismo es fundamental para la persistencia de un estado de cosas. La categoría de los eclesiásticos se puede considerar la jerarquía intelectual orgánicamente ligada a la primitiva aristocracia de la tierra y estaba jurídicamente equiparada con ella.
Con la secularización de las sociedades comienza a formarse “la aristocracia de la toga”, con sus propios privilegios y jerarquías de administradores, científicos, teóricos, filósofos no eclesiásticos. Como estas diversas categorías de intelectuales tradicionales se sentían con espíritu de cuerpo, se auto percibieron en posición autónoma e independiente del grupo social dominante. Esta auto posición tuvo consecuencias de largo alcance, en el campo ideológico y político. La creación de la universidad libre, independiente del príncipe y del obispo está representada por estos intelectuales.
Se pregunta Gramsci (Ibid):
¿Cuales son los "máximos" límites de la acepción de intelectual? ¿Puede hallarse un criterio unánime para caracterizar las diversas y dispares actividades intelectuales distinguiéndolas, al propio tiempo y en esencia, de las correspondientes a otros grupos sociales?
Considera el filósofo que es un error el haber buscado la diferencia en lo intrínseco de la labor intelectual, en lugar de situarla en el complejo conjunto de las relaciones sociales. Por ejemplo el proletario no lo es tal, por la tarea que realiza, sino en función de las condiciones en la que las realiza. No existe trabajo que sea puramente físico, por consiguiente, todos los hombres son intelectuales, pero que no todos tienen en la sociedad la función de intelectuales. Por tanto, el problema de crear un nuevo tipo de intelectual radica en desarrollar críticamente la manifestación intelectual.
Se establecen así, históricamente, las categorías de intelectuales especializados para el ejercicio de su función; se integran conectadas a todos los grupos sociales y, especialmente, a los más importantes, donde experimentan una singular, fuerte y compleja formación, vinculados al grupo social dominante. Una de las características sobresalientes de todo grupo en desarrollo hacia el poder es su lucha por conquistar al intelectual tradicional y asimilar su ideología, y esto se produce con mayor rapidez y eficacia cuando el grupo dado, pronta y simultáneamente, crea sus propios intelectuales orgánicos.
La escuela es el instrumento de preparación de intelectuales de diversas categorías. El conjunto de la labor intelectual en los distintos Estados se puede apreciar, objetivamente, por la cantidad de escuelas especializadas y la jerarquización de que gozan. Las instituciones escolares de diversos grados son los organismos destinados a promover en todo campo de ciencias y técnicas la llamada "cultura superior".
Gramsci advirtió profundamente la ligazón entre pedagogía y política, así como, el problema de la relación entre intelectuales y productores y entre cultura y trabajo. En este sentido se coloca, por tanto, con pleno derecho, en la mejor tradición pedagógica. También, resulta relevante, la plena vigencia y validez científica de su contribución al análisis de la construcción de los sistemas hegemónicos y el papel de la institución escolar en esos procesos; en particular la interacción dialéctica entre conocimiento, currículo y poder en el escenario educativo actual. Así mismo, pone atención a la relación entre resistencia educativa y pedagogía critica. Las Teorías de la resistencia representan, en efecto, una muestra de la actualidad del pensamiento de Gramsci.
Según el pensador italiano, cada nueva clase para constituirse ella misma y lograr un progresivo desarrollo social, si desea conseguir el poder y mantenerse en él, necesita poseer sus propios “intelectuales orgánicos”, para convertir una determinada ideología en hegemónica.
Para Gramsci la ideología representa un sistema de ideas, es una práctica social auténtica y habitual, que abarca supuestamente las dimensiones inconscientes y no articuladas de la experiencia social además del funcionamiento de las instituciones formales.
Según Gramsci se pueden distinguir dos grandes "capas" supra estructúrales; la llamada, por así decir, "sociedad civil", que abarca al conjunto de organismos vulgarmente denominados "privados" y la "sociedad política o Estado", que corresponde a la función "hegemónica" que el grupo dominante ejerce sobre toda la sociedad y al "poder de mando directo" que se manifiesta en el Estado y en el gobierno "jurídico"
La importancia capital de la noción de hegemonía radica en que va más allá del concepto de ideología, es totalizadora. El concepto de hegemonía amplía y enriquece la noción de ideología asignándole, además, a este concepto abstracto una dimensión material y una vertiente política.
En cualquier sistema es indispensable la obtención de una hegemonía ideológica como condición estructural. El poder no se puede mantener sólo con los aparatos represivos.
Es preciso considerar la existencia de dos elementos. Por un lado, el de la superestructura del Estado y de la política (sociedad política) y, por otro, el de la sociedad civil; campo de la hegemonía y de la acción orientada ideológicamente en la transmisión y dirección del consenso, a través de los medios e instrumentos especializados. Es aquí donde la escuela ocupa un lugar primordial.
La teoría gramsciana de los intelectuales, como educadores y persuasores, cuya acción se dirige al establecimiento del consenso del programa político-económico de la clase fundamental, está relacionada con la configuración del proceso hegemónico, especialmente de aquellas personas que asumen las funciones educativas. A ellas les corresponde formular y renovar, a partir de la concepción filosófica integradora del sistema ideológico, el sistema de valores y de creencias y el marco de representaciones simbólicas que fundamenta el bloque histórico; de ahí que asuman la función de organizar el consenso en la población en la dirección establecida por la clase fundamental.
En este aspecto es importante recalcar que las concepciones pedagógicas, las teorías del aprendizaje, los enfoques curriculares y didácticos que integran la política educativa,devienen en elementos de mediación en las relaciones educativas que operanen la sociedad civil, a través del sistema escolar.
El carácter mediador les viene conferido por la orientación político-ideológica en que se fundamenta el programa político, en la medida que el grupo dominante fundamental, a través de los intelectuales, logren instalar una determinada ideología hegemónica aceptada por la mayoría del cuerpo social.
Recordemos, no obstante, que sí “existe un camino para poder escapar de la ideología dominante y del pensamiento hegemónico, es el pensamiento crítico y reflexivo y la filosofía es un buena ruta, para recorrerlo, a través de su función emancipadora”.(Barrera, 2023)
Bibliografía-
(Barrera, J. ( 2023). Ideología y pensamiento hegemónico. Antecedentes y otras cuestiones (mediomundo.uy)
Gramsci, A. (1967) . La formación de los intelectuales. Editorial Grijalbo S.A.. México D. F
Gramsci, A. (2007). La alternativa , pedagogica Colección Fontamara. México, D. F r Vares, G . (2016). Hegemonía y lucha política en Gramsci: Selección de textos, Ediciones Luxemburg, Buenos Aires. Argentina