Los dos empiezan con P
Persona y Programa se inician con la misma letra, pero no son el mismo elemento.
En política electoral, sobre todo uruguaya, pueden llegar a confundirse, y una cercanía tienen o por lo menos deberían tener. Vamos por partes, que nos iremos entendiendo.
Sobre todo en la izquierda, hay tendencia a priorizar el Programa y después (dicen) pensar en la Persona a elegir para gobernar. Algo de eso hay; lo dice alguien que anda en las tareas políticas y electorales hace más de cincuenta años; y en esto los cambios de tiempo han influído, pero no tanto.
La popular pregunta "¿ustedes a quién llevan?, se repite en todas las instancias cercanas a las elecciones (a más de un año). Juan Pueblo está interesado en quién será el candidato, aunque nos empecinemos en decirle que "estamos elaborando el Programa". Puede tratarse de un residuo antropológico acuñado a través de casi doscientos años. Quizás. Puede tratarse de que no es lo mismo votar a una/un desconocida/o, para aplicar una serie de medidas, que dejarlas en manos de alguien que naturalmente genera confianza. Pienso que la presencia de los líderes (cuando hay) garantiza al intelecto popular el cumplimiento de los objetivos. Premisa válida para la izquierda, la derecha y el centro.
Las ideas batllistas no hubieran germinado sin don Pepe; el Partido Nacional pos dictadura, no ganó sin Wilson (preso); el Frente Amplio inició quince años de transformaciones, porque Tabaré respaldó el Programa.
Persona y Programa se inician con la misma letra, y en este país se complementan, se transforman en una simbiosis imprescindible.
No es suficiente con que la Persona atraiga, dé confianza, genere esperanzas, si no tiene un Programa transformador o continuista, según la Persona sea progresista o conservadora.
Como diría el inolvidable Cantinflas "ahí está el detalle" ¿cómo congeniar Programa con Persona? No sé cómo será para los conservadores uruguayos pues nunca milité con ellos. Sé cómo debe ser en el Frente Amplio: la persona debe estar al servicio de la ejecución del Programa. La base ideológica, la línea estratégica de soluciones a los problemas, el análisis de la realidad y el destino final, son elementos que provee el colectivo democráticamente organizado. A manera de ejemplo doméstico: no es lo mismo atender el problema de vivienda con una acción universalista e igualitaria, que entregar casas o terrenos a los amigos políticos. Eso vale para las campañas nacionales y las departamentales. Imaginemos a Tabaré gobernando el país por decreto, por ejemplo: imposible, él no violaría las bases programáticas de la fuerza que lo eligió como Persona para desarrollar el Programa. Acá no hay lugar para excepciones a la regla.
Sé que nos cuesta entender las vueltas que se da, en todos los partidos, para dar con las Personas que, en las elecciones internas, se ofrecerán para ser la Persona de cada partido a la presidencia del país. Seres humanos somos y nada de lo humano nos es ajeno; los intereses sectoriales y personales (en todos los partidos) juegan su papel. Si no los hubiera sería una situación falsa. En serio: quién es candidato (desde edil a presidente) es porque quiere tener poder (de cambiar las cosas, de dejarlas tal cual, de sentirse admirado/a, y muchas características más). Quien no se sienta a gusto con el poder, no puede ser Persona que lo ejerza, estaría en una frustración permanente. Esta condición, humanísima, y las visiones y aspiraciones de los entornos de cada Persona, juegan en esa a veces intrincada tarea de elegir. No hablo de malas intenciones, sino de legítimas esperanzas de individuos y colectivos.
¿Se debe tener primero el Programa o la Persona? Estimo que primero el Programa, porque los perfiles de la Persona deben coincidir lo mejor posible con el Programa. En eso creo que el Frente Amplio viene bien, como siempre, mientras algunos discuten orgánicamente la Persona, otros elaboran orgánicamente el Programa.
No sé si todos los partidos lo hacen así. Estoy tentado de decir que no. El Compromiso con el País, que dice que impulsa Lacalle, se elaboró y firmó después que él era elegido el segundo hombre más votado en primera vuelta...
En todo caso este es un tema de quienes dirigen a blancos, colorados, cabildantes y demás; el Frente Amplio, como siempre, dará garantías de que su Persona, sea cual fuere, tendrá un Programa por cumplir, hecho por TODO el colectivo.
Hay diferentes visiones de quiénes deben ser los precandidatos del Frente Amplio, y se manejan variados porqué. Como militante comprometido con la idea construída desde hace más de medio siglo, tengo claro que sólo una/un frenteamplista puede ser Persona digna de aplicar el Programa del Frente. Esa dignidad surge de su historia de cumplimiento del ideal frenteamplista, de la militancia transparente y sin dobleces en los procedimientos, de la cristalinidad del uso de los bienes públicos (finanzas, estructuras de gobierno, cargos, del cumplimiento de la palabra, y muchas condicionantes más). Si en otras tiendas políticas esos extremos importan poco, en el Frente son Evangelio, Corán, Torá y el libro sagrado que se quiera citar. No se puede confiar en quien tuviera historia de violaciones políticas.
Los lugares cedidos a políticos sin esas máximas, se han pagado en principios y votos perdidos, que costaron la continuidad de la transformación del país.