La barbarie en la MEMORIA

Columnas 16 de agosto de 2022 Por William Marino
“Somos la memoria que tenemos y la responsabilidad que asumimos. Sin memoria no existimos y sin responsabilidad quizás no merezcamos existir” José Saramago.
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Hoy más que nunca, hay cosas que NO se pueden dejar pasar por alto. En nuestro pequeño país –en lo territorial- Memoria, Verdad y Justicia es la consigna del 20 de Mayo, día del detenido – desaparecido. En el mundo por desgracia NO existe una consigna para el recuerdo de una de la barbarie más atroz cometida en tiempo de guerra contra la población civil, como la realizada por el ejército de los EE.UU. por orden de su gobierno, contras las ciudades de Hiroshima y Nagasaki, el 6 y 9 agosto de 1945. 

   Hoy el mundo está viviendo momentos de mucha tensión. La proliferación de armas nucleares en manos de diversos países en cantidades jamás pensadas es realmente espeluznante. Hoy la amenaza es real, hoy la tensión se puede palpar y un error humano puede jugar una mala pasa que sería desastrosa. Hoy puede ser por un error humano, aunque 77 años atrás, 1945 fue  deliberadamente, pensado y analizado lanzar una bomba que causara terror entre los civiles, sin importar las muertes que podría causar.  

    Todo había comenzado, en medio de un gran secreto en la mitad de la década del 30, aunque en 1942 se instrumenta el proyecto Manhattan, el mismo consistía en la creación de una gran bomba que ya era considerada como terrorífica. Los tiempos no dieron para ser lanzada sobre el territorio Alemán, pues recién el 16 de julio del 45, se pudo realizar una prueba, de cómo sería esa monstruosa bomba. Dicha prueba se desarrolló en el estado de Nuevo México, en un lugar conocido como Jornada del Muerto. Ese día se dieron cita 425 científicos y técnicos bajo las órdenes del general Leslie Groves, pues a 35 km. de dicho lugar se iba a desarrollar la primera prueba atómica. La misma se aplazó en primera instancia por mal tiempo, para realizarse a las 5h. 29m. y 45s. “Lo que sucedió en ese momento es algo que nadie podía imaginar que sucediese. Todo sucedió a una velocidad vertiginosa, ya que ningún ojo humano puede captar algo que sucede  en una millonésima fracción de segundo y el cerebro tampoco”. 

Robert Oppenheimer, el llamado Padre de la bomba atómica y todos sus ayudantes se encontraban en un bunker de cemento, desde allí a la distancia pudieron observar, el hongo que se formó luego de la explosión atómica. La bomba había sido colocada en una inmensa torre de acero a una altura de 30 metros, luego de la explosión se podía observar un inmenso cráter de unos 7.50 de profundidad, el hongo producido se elevó a mas de 12.000 metros y producto de la explosión temblaron puerta y ventanas a más de 400 km. de distancia.    

Entre los presentes no reino la algarabía ni la alegría, “sí que muchos observadores quedaron como petrificados, enraizados a la tierra por una mescla de terror y miedo reverencial ante la inmensidad del espectáculo”. El brigadier Thomas Farell, fue el único que se alegró con dicha explosión al decir: “podemos calificar muy bien los efectos, como algo sin precedentes, magnifico, hermoso, estupendo, terrorífico. Nunca se había producido un fenómeno de un poderío tan espantoso que fuese obra del hombre”.  Robert Oppenheimer habría manifestado una línea del libro sagrado de los hindúes: “me he convertido en la muerte, la destructora del mundo”. La desintegración o fusión del átomo había liberado la mayor de energía que pueda imaginar la mente humana, la destrucción de una ciudad en una fracción de segundo”.  

    A finales de julio de 1945, en Europa hacia casi dos mes que había finalizado la guerra con la rendición de Alemania e Italia y sus aliados europeos. En el oriente Japón languidecía ya casi agotado y derrotado por los EE.UU. que había ya tomado Iwo Jima y Okinawa, Japón ya casi no tenía aviación ni marina, su ejército estaba siento derrotado por las tropas China y birmanas.  A fines de julio Tokio había sido bombardeada por los EE.UU. durante 48 horas, dejando caer en ese tiempo casi 10.000 toneladas de bombas, destruyendo en casi su totalidad  la ciudad. El resultado más lamentable, decenas de miles de civiles muertos.

    El 24 de julio de 1945, el general Thos T. Handy, jefe del estado mayor (interino) envía una carta al general Carl Spaatz  que estaba a cargo del mando general de la aviación estratégica de los Estados Unidos, donde dice: 1) El Grupo Compuesto 509 de la 20* Fuerza Aérea lanzara su primera bomba especial tan pronto como el  tiempo permita bombardeo visual, después del 3 de agosto de 1945, sobre uno de estos objetivos: Hiroshima, Kokura, Niigata y Nagasaki.  

  A fin de transportar personal científico militar y civil del Departamento de Guerra, que observara y registrara los efectos de la explosión de la bomba, otros aviones acompañaran al aeroplano que transporte la bomba. Estos aviones de observación permanecerán a una distancia de varias millas del punto de impacto de la bomba.

      2) Otras bombas adicionales serán lanzadas sobre los objetivos citados tan pronto como se halle dispuestas.

    Esta fue la orden militar, dada por el ejército para lanzar una bomba terrorífica, sobre la población civil. La primera el día 6 sobre Hiroshima. Ese día estaba despejado. El avión que transportaba la bomba era un B29 que tenía una inscripción: Enola Gay. Cuando este solitario súper avión aparece en los cielos de Hiroshima, las alarmas anti aéreas no sonaron pues se trataba de un solo avión. El mismo volaba a una altura de unos 8.000 metros de altura, desde ahí deja caer una caja que explotara a unos 300 metros de altura, a las 8 y 15 hora de la mañana. Al explotar la bomba atómica liberara unos 5.000 grados de calor en una fracción de segundos. Morirán en una fracción de segundos más de 100.000 personas, el 99% civiles. En una superficie de 11 Km cuadrados no quedo un edificio en pie, ni ser viviente alguno. Era como si hubiera explotado 18.000 toneladas de TNT.  El 9 de agosto, a la hora 11 y 2 minutos, el valiente ejército de los EE.UU. arrojara una segunda bomba sobre la ciudad de Nagasaki, la misma será al equivalente de una 22.000 tonelada de TNT.

   En un acto por la Paz y el desarme atómico, el Alcalde de Hiroshima decía que al 2018 los muertos y desaparecidos de esa ciudad sumaban 308.725 y en Nagasaki más de 200.000 seres humanos.

La gran pregunta que muchos en el mundo se hacen si las 80 bombas atómicas que en su momento (1949) tuvo listas, eran para ser lanzadas sobre el territorio europeo de la URSS. ¿O nos equivocamos?

                                          WILLIAM  MARINO 

     


        

  

  


       

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