La LUC: Entre el republicanismo y un gallo bien corneta

Columnas 04 de marzo de 2022 Por Ismael Blanco
La nueva columna de Ismael Blanco, a menos de un mes del referéndum que busca derogar 135 artículos de la Ley de Urgente Consideración.
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Mientras escribo esto, tengo bien presente que lo hago a poco más de veinte días del Referéndum, que se propone eliminar de la actual normativa 135 artículos de una Ley de Urgente Consideración, que  -para quien esto escribe-, tiene mucho de urgente para unos pocos y de ninguna consideración para las grandes mayorías de los compatriotas, que día a día, se han ido desayunando que lo “urgente” resultó ser edificar mecanismos para que de manera gamberra se suban los combustibles, al puro prepeo del mercado, sin conmiseración  alguna con los ciudadanos que ya tanto vienen sufriendo. 

Lamentablemente, puedo seguir en otras materias tan sensibles como los Arrendamientos; Colonización; Empresas Públicas y  en todas las falacias que en materia de Seguridad se pretenden instalar. 

Más allá del sueño hipnótico que el gobierno y sus medios replicadores intentan imponer; la realidad sobresale y se impone por su crudeza, destruyendo los relatos de la derecha punitivista; que centra sus cifras y estadísticas en las comisarias; en sus bien mandadas jefaturas policiales, que ya no toman todas las denuncias y en el mejor de los casos las seleccionan, y de esa manera, groseramente, pretenden obviar la existencia de los números implacables y absolutos de los hechos que se agolpan, día tras día, en las puertas de las Fiscalías Penales, donde el crimen y la violencia no se puede disimular.

Y para peor, -porque se puede aún estar peor-, cuando se trata del relato de la derecha; con su petulancia clasista y represiva; el traslado del crimen y de sus criminales, se manipula según convenga, al extremo que  se presenta a los victimarios como “víctimas” y a las víctimas como “buscones”,  creando un estereotipo visual de “culpables” en razón de su apariencia, de su sexo, o condición social. Así la historia se repite de Lombroso a la fecha: si usted es joven, mujer y pobre; lleve cédula y que Dios lo ampare, porque la LUC, esa de herreristas y asociados, para empezar lo sospechará y para seguir, lo criminalizará. 

Admito que si lo que se quería era cambiar, lo han cambiado todo; en esta y en otras materias a considerar. El resultado de esos cambios es ajeno al Republicanismo Solidario, ya que la LUC trae consigo menos derechos y menos garantías para los ciudadanos, envenenando de esa forma al Estado de Derecho. 

Lo que hay que advertir es que la LUC es la muestra de cómo se piensa un país y más específicamente una sociedad. La meritocracia es una expresión monárquica que ataca a la verdadera Democracia; porque en la práctica  se reduce a que el futuro de cada uno de los ciudadanos dependerá de designio del azar o de la divinidad; a cada uno le deparará un destino de acuerdo a la cuna que le toca nacer; el determinismo del mercado a la escala individual. Alea iacta est: “La suerte está echada”.

Se acabó la concepción del Estado  como “escudo de los débiles”; o aquello de “la dignidad abajo”; a cada uno su cada cual; los pobres son y morirán pobres hasta donde resistan su pobrezas y los “señoritos” o la frase de neto contenido feudal:  “los mallas oro” -copyright  de uso presidencial-, como Dios manda, alcanzarán las estrellas. 

Dice Manuel Rivas en “Todo es silencio” que la mejor forma de hundirlo a uno en la miseria es elevarlo a las alturas”; esa es la impresión me lleve escuchando a la ministra Arbeleche; cuando describe que estamos en el mejor de los caminos; que salieron 50.000 pobres de su pobreza y que se bajó el déficit que tanto la obsesiona. Era para aplaudir de pie su tan esmerados logros; salvo que atrás de esas magnas cifras se hunden más en la miseria a jubilados y pensionistas, que a puro galope sus ingresos se ven depreciados frente a la inflación y el aumento del IASS; o que se disuelven los salarios de los trabajadores, sea por su rebaja y por pagar más impuestos por su trabajo; y que en las ollas populares donde come el pueblo, siguen agolpándose familias enteras, donde muchas veces obtienen su único plato completo del día. 

El gobierno con sus acciones embauca y tima a todos; pero en particular, a los que confiaron en sus promesas; falsas y cínicas, como aquella que a puro grito de gallo desgañitado, el actual presidente nos prometía –y a mí también-, que no se aumentarían los combustibles y que él no se metería con el “bolsillo de Juan Pueblo”.

La realidad mata los relatos y al decir de Andrea Camilleri: La lengua bate donde duele el diente”.

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