El diablo en el corazón de Uruguay

Columnas 10 de febrero de 2022 Por Germán Mato Alves
Sobre la perdida de algunas de nuestras identidades y la división en la sociedad uruguaya.
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Uruguay conserva un sistema de partidos que es sólido y estable, donde existen Partidos Políticos que compiten entre sí, pluralista y con Partidos Políticos fuertemente institucionalizados.

 No es el caso de Uruguay donde hay un sistema de partidos con un Partido Político con predominancia sobre otros ni mucho menos, claro está, cuando existe una hegemonía. El caso uruguayo es ejemplar, porque a lo largo de su historia ha existido alternancia en el poder político (a pesar de dos interrupciones en el siglo XX e inestabilidad política en el siglo XIX). Pero esto no le fue sencillo, ya que para que en Uruguay exista una democracia sólida, estable y duradera, fue necesario que existan algunas condiciones que hicieron que esto fuera posible, marcado principalmente por un siglo XIX con conflictos internos. Esto ha generado que a lo largo del siglo XX Uruguay haya sido atravesado por un bipartidismo que incluía al Partido Nacional y al Partido Colorado, con cierta predominancia de este último, pero en el siglo XXI comienza a existir un nuevo partido en disputa y que accede al poder como es el Frente Amplio, quien logra, hasta el momento, ser el Partido Político con más tiempo en el poder en lo que va del siglo XXI.

Suele ser bastante extraño, y pueda incluir algunos aspectos a ser estudiados por la Ciencia Política, pero la realidad es que tanto a comienzo del siglo XX como a comienzos del siglo XXI tanto el Partido Colorado como el Frente Amplio comenzaron a generar una gran cantidad de reformas revolucionarias para su época, en el caso del Partido Colorado, incluye reformas vinculadas al krausismo, y en el caso del Frente Amplio en un sentido u otro también, si bien el Partido Colorado fue un partido que se opuso a la iglesia católica, el Frente Amplio mediante la aprobación de algunas de sus leyes también fue parte de esta cuestión, que por ejemplo se oponían colectivos que incluyen aspectos religiosos, claro está, nos referimos a el aborto, la ley integral para personas trans, entre otras leyes que marcaron un hito, pero que actualmente tienen continuidad con el gobierno del Partido Nacional, lo que también marca una forma de hacer política en el Uruguay, marcado por una forma de construcción de políticas públicas en clave gradualista he incremental, aclarando, por supuesto que el Partido Nacional tiene su propia agenda política y que difiere en muchas cuestiones con la del Frente Amplio, sin embargo hay que ser justos, el gobierno del Partido Nacional no borra de un plumazo lo realizado por el Frente Amplio como si sucede en otros países de la región.

Sin embargo esta forma de generar políticas de forma gradualista, podría llegar a verse afectada, es que en nuestro país comienzan a existir divisiones que cada vez son más evidentes, marcadas por un contexto social bastante crítico, y donde el poder está claramente en disputa. Es en este sentido que las divisiones no son solamente políticas, sino que también se dan debates éticos, morales, de principios y de valores. Es decir, parece cada vez más evidente que estamos en un proceso de discusión de un nuevo mundo, en el que nos encontramos en una especie de claro-oscuro, sin embargo, este nuevo mundo que está cerca de nacer dispone el día de hoy de un amplio debate que se enmarca en la opinión pública.

Es que si vamos al asunto hay una necesidad que es bastante evidente de dividirnos, es como si en estos tiempos que estamos transcurriendo de crisis sanitaria y económica existiera la necesidad prácticamente natural de lograr generar rupturas en las que veamos a algunos como aliados y a otros como crueles enemigos.

Recientemente el debate en la opinión publica estuvo fuertemente marcado por diferentes cuestiones, el primero es el más evidente, el que tiene décadas, y es  muy simple, es el debate que se enmarca y nos divide sobre el futbol, que si somos hinchas de Nacional o de Peñarol, es la división más evidente y tal vez, ¿Por qué no? De las más irracionales, como si un cuadro de futbol fuera motivo suficiente para enemistarnos, para pelearnos o tal vez, en el peor de los casos, matarnos. No digo que no se grite un gol, somos seres completamente  pasionales, ahí está la esencial de la vida, en lo emocional y en lo pasional, pero tampoco es bueno que estas esferas nos dominen dejando lo racional completamente de lado.

Asimismo, otra de la materia que nos divide es lo que sucedió a partir del COVID, por supuesto con una implicancia global y tal vez, en Uruguay la división no esta tan acentuada como en algunos países de Europa, donde los anti-sistema tienen el poder de incidir en los procesos políticos. Los anti-sistema, se posicionan en contra de las vacunas, del pase sanitario, y de un montón de cuestiones que el poder político y económico democráticamente situó, en donde estas cuestiones están claramente avaladas por la comunidad científica de diversos ámbitos. Es en este sentido que existe una división mayúscula, sobretodo fuertemente marcada sobre los derechos, es allí donde se encuentra la especial disputa, entre quienes piensan que se deberá restringir ciertos accesos a los no vacunados.

Pero además, en el caso uruguayo existió otra cuestión, y fue la de los escraches que pudimos experimentar a comienzos de la pandemia, donde el “hombre era el lobo del hombre” y donde existía un control de los mismos uruguayos, en donde el que salía de sus casas era ridiculizado y escrachado, ¿Se acuerdan? Ese control, y que generamos entre los mismos uruguayos ¿No nos habrá dañado entre nosotros? En este sentido el filósofo argentino Dario Sztajnszrajbe dijo en una nota que le preocupa que este estilo de vigilancia policiaca se convierta en un estilo de vida “Algún día la pandemia se irá, de repente quedara impregnada el distanciamiento social, que además de excluir la posibilidad del encuentro hace del otro un potencial enemigo a ser delatado permanentemente. Ese espíritu de vigilancia policiaca es muy seductor en relación a un ejercicio de poder, pero en el fondo se reduce siempre a lo mismo: priorizar lo individual”.

Así mismo, la situación ocurrida recientemente en Punta del Este, marco un periodo de disputa en Uruguay, todos sabemos que se utiliza de manera peyorativa el término “apariencia delictiva” desde que la LUC entro en vigencia. Lo que sucedió en Maldonado marca un antecedente complejo de digerir, un joven de dieciocho años fue agredido brutalmente por vecinos de la zona, si bien no es una ocasión que divide, es bastante compleja la situación, marca una forma de resolver los conflictos en sociedad marcados por la violencia, es que tal vez, estamos en un periodo donde los violentos sean integrados en sociedad, la violencia normalizada, el escrache normalizado y también la intolerancia, normalizada, integrada y aceptada.

Otra de las cuestiones que nos está dividiendo en los últimos tiempos es la cuestión de la Ley Urgente Consideración, lo malo, es que muchas veces se subestima a la ciudadanía, son muchos artículos, es normal que el ciudadano más “de a pie” no conozca en su totalidad los artículos que pretenden ser derogados, y esto también genera que desde los dos lados se intente generar una lucha que muchas veces peca de soberbia, aprovechándose de ciudadanos que la ley claramente les afecta y mucho, es que si vamos al caso esta ley afecta a los sectores sociales más desprotegidos y donde el estado no llega ni tiene, ni tuvo el interés de llegar. El problema, es que a veces, nosotros (militantes, dirigentes) en un intento por querer cambiar situaciones injustas, llegamos al punto de polarizar y decir “ellos o nosotros” cuando muchas veces la verdad de las cosas se encuentra en un todo, y generalmente, no hay verdades absolutas, es en este sentido, que el deber militante por razones obvias es defender las ideas con pasión y convicción, el problema, es cuando no logramos llegar a debates que logran hacerle llegar a la opinión publica cuestiones esenciales de la LUC que le decidan elegir con ideas claras y si, que muchas veces en las Redes Sociales y/o en otros ámbitos, se recurra al agravio y a las “fake news” como método para conseguir que quien opine distinto se sienta ridiculizado. 

Esto es algo que es curioso también, resulta completamente novedoso como antes de las Redes Sociales la ciudadanía se quejaba de las “mentiras” y “manipulaciones” de los medios de comunicación masivos y actualmente, resulta bastante llamativo como el ciudadano se han convertido en participe de generar “fake news” y manipular, con el fin de que sus ideas se impongan ante el resto.

Si seguimos, la lucha política está dejando algunas secuelas, y no hablo específicamente de izquierdas ni de centros, porque hay centros políticos que son fanáticos, he izquierdas ortodoxas que son sumamente sensatas, como también los hay de centro con un sentido de la ubicación absoluto y de las izquierdas ortodoxas que pretenden imponer su verdad cueste lo que cueste, el problema, es que últimamente, los y las candidatas políticos han intentado polarizar su voto, se han dado cuenta que el caudal de votación se encuentra preferentemente en el voto fanático, en el “ellos o nosotros” posicionando a los “nosotros” como los buenos y como los que “no estamos equivocados” y a “ellos” como los malvados de la película.

Es en este sentido que se utiliza frecuentemente y de forma peyorativa la palabra “tibio/a” y se utiliza de los dos partes, de la izquierda más ortodoxa y de la ultra derecha, es que no olvidemos que Manini hace unos días declaro tratos “tibios” de los socios de la coalición, es decir, lo mismo de siempre, a quienes no le sirven los tibios, son a los extremos, que parecen buscar el frio y el calor, que muchas veces, son climas inhóspitos. 

Adentrándonos un poco más en el término tibio, parece estar dirigido a los moderados, muchas veces a los tolerantes, a los que si toman posición pero de forma mesurada y racional, de nuevo, una cosa es ser neutral, no tomar posición sobre los asuntos, hacer caso omiso y que las injusticias sociales no nos muevan un pelo, otra distinta es ser mesurado, seguir convicciones, pasiones y siendo racional.

La política, parece claro, se trata de seguir ciertas convicciones, de seguir las pasiones, de seguir ideas, principios valores, es que los actores políticos deben ser sensatos, no se pueden dejar guiar por “Fake News” ni tampoco por un titular tendencioso, es en este sentido que el deber ser del político no puede ni debe ser el de posicionarse en calentar la discusión en la opinión pública, a nuestros dirigentes los siguen muchos militantes, muchos de sus comentarios en algún que otro debate son tomadas en cuenta por la opinión pública y expresada en diferentes ámbitos, en un bar, en las redes sociales, en el trabajo o en los centros de estudios. Es por este motivo que la responsabilidad mayúscula en estas cuestiones la tuvieron y la tienen actualmente los políticos que tienen la posibilidad de salir en televisión, apelando a debates y opiniones calificadas, intentando en este sentido posicionar con altura las diferentes visiones.

Las divisiones en la sociedad se dieron siempre, lo que sucede es que actualmente y cada vez más, se crean burbujas entre quienes piensan de una u otra manera, parte de esto lo venimos hablando hace tiempo, nos referimos a las redes sociales, capaces de generar convencimiento y re-afirmamiento de ideas entre quienes piensan de una manera. Esto hace que cuando se vea posiciones contrarias a las que mi burbuja reafirma se genere indignación y rechazo, en este mundo, parece cada vez más evidente, que todos siempre tenemos razón, todos somos sensatos, menos el que opina distinto a mí.

Es por este motivo, que en este Uruguay herido, golpeado, por una crisis económica y sanitaria, en el que se habla de que el desempleo bajo, pero poco se habla de la creación desmedida de empleo precario, es decir, se crea más empleo pero el poder adquisitivo de los uruguayos de todas maneras disminuye. En este Uruguay donde se apela muchas veces a escrachar al vecino, a disminuir al que piensa distinto, en este Uruguay que parece existir una especie de ojo por ojo, donde algunos quedan aislados y otro marginados, en este Uruguay del estado ausente, del “sálvese quien pueda” y donde no hay ningún alma que ayude y le tire un salvavidas al que está pasando un momento complejo, en este Uruguay competitivo y poco colaborativo es que queda seguir luchando por una tradición que parece cada vez pasar de moda, y es que si, paso hace un siglo, la figura esta de una u otra forma completamente desgastada, pero nuestra historia demuestra que fue el batllismo lo que hizo fuerte al Uruguay, el estado interventor, los partidos políticamente institucionalizados, los uruguayos unidos frente a cualquier tipo de adversidad o división, el Uruguay que apela por el dialogo tolerante y donde quienes lo merecen están en lugares de decisión y quienes no lo merecen enfrentando a la adversidad para posteriormente merecerlo, no siendo designados a dedo sin tener ningún mérito. Ese es el Uruguay al que apelamos, al de la igualdad, al de la solidaridad, al de la juventud, al de la formación universitaria, al batllismo, a la figura de Zelmar, de Seregni, al del espíritu colaborativo y cooperativo por encima del individualismo irracional y poco empático.

 

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