Chorros, maquiavelos y estafaos

Columnas 30 de noviembre de 2021 Por Ramón Fonticiella
Usted sabe que no me equivoqué en el título; que conscientemente puse estafados (estafao) en el argot popular que usa Discépolo cuando escribe Cambalache. Ese trozo de verso se inicia con “siempre hubo...”, queriendo simbolizar la precariedad ética del siglo XX...
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Enrique Santos Discépolo

Cambalache es hoy de plena y profundizada vigencia, sobre todo en política. La inclusión de “maquiavelos”, obviamente se relaciona con Nicola Macchiavello, el filósofo y diplomático florentino del Renacimiento, mucho más citado y criticado que leído (me incluyo). Es una visión angustiosa de la realidad, que se mantiene, pero que lamentablemente se vuelve normal. Cuántos se han quejado de trato desigual, que los han estafado, pero tan pronto pueden consiguen una ventaja ilegítima.

La existencia de chorros, maquiavelos y estafaos, obedece a que los príncipes de hoy (algunos políticos), utilizan formas maquiavélicas (hacer el mal para conseguir el bien), y terminan estafando (por lo menos a los que no se benefician de esos bienes, productos del mal).

Algunos de quienes utilizan medios no éticos para lograr beneficios propios o para otros, pueden estar estafando, sobre todo si son gobernantes que se han comprometido a trabajar por el bien de todos, no sólo para algunos. 

El gobernante (haya leído o no a Macchiavelo) puede disponer de bienes de toda la población (terrenos, recursos, empleos) para hacer obras buenas para unos, seleccionados por él mismo. Seguramente los favorecidos quedarán satisfechos (habrán recibido el “bien”), aunque la acción haya sido discriminadora. Otro gobernante necesita dar tranquilidad a quienes le brindarán su apoyo político y partidario, pero no usa sus propios bienes, dispone de los del Pueblo para generar empleos y remuneraciones a quienes le servirán; en el trayecto estafa al resto que aporta sus impuestos para obras comunes y no personales. En una república, los bienes de la comunidad (maquinarias, insumos, mano de obra) son del Estado y para él deben usarse; si se destinan conscientemente sólo para quienes son cercanos al gobernante, o para generarle apoyos, se junta los tres conceptos discepolianos : chorros, maquiavelos y estafaos...

Dice Enrique Santos Discépolo en 1935 que “ ...el mundo fue y será una porquería, en el 506 y en el 2000 también...”; lo hace con una visión muy negativa de la realidad, propia de la desolación tanguera que capturó una y otra vez a los letristas de la Guardia Vieja. No comparto ese negativismo. Con sólo recordar a Mahatma Ghandi, a Nelson Mandela, José Artigas... y tantos otros que son contracaras de los chorros y maquiavelos en el poder, me alcanza para ayudar a descontruir esa imagen y trabajar para que no haya estafaos. No es fácil, todo lo contrario. El mal llamado “gobernante maquiavélico”, ejerce porque hay quienes quieren beneficiarse de sus actos, ante la pasividad de quienes piensan diferente, pero no mueven un dedo.

En instancias tan cambiantes y profundas como las que viven el país y la región, quien es omiso, puede transformarse en cómplice de los “chorros”; quien está esperando que le caiga alguna migaja, mañana puede ser un estafado; quien se beneficia y no considera la ideología que declama...es un maquiavelo, en el peor sentido.

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