Más Estado, menos pobres

Columnas 01 de julio de 2021 Por Ramón Fonticiella
Estoy convencido de la veracidad del título y lo explico. Cuanto mayor incidencia tiene el Estado Democrático en una sociedad, es esperable una menor cantidad de pobres.
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He aprendido de la historia reciente, y de la remota, que el Estado es la mejor herramienta de equilibrio entre la opulencia de unos y la fragilidad de individuos y colectivos vulnerables. Un Estado orientado al “bien común”, por un gobierno humanista trata de construir una sociedad equilibrada.

Seguramente es una utopía, pero sin ellas el mundo sería un terreno de antropofagias y carnicerías innecesarias, donde la codicia y egoísmo intrínsecos de la especie forjarían permanentes ciclos de escarnio de los débiles. Las explotaciones, rapiñas, conquistas y matanzas en pos de las riquezas del mundo, tapizan la historia. La permanente aparición de ciclos donde una superestructura (el Estado), contiene el individualismo de los fuertes, permite la existencia y desarrollo de colectivos e individuos vulnerables.

Se dirá que es filosofía “barata”. Para mí es la base de la acción política de quienes creemos que los humanos somos iguales en derechos, aunque desiguales en aptitudes. Puede ser un residuo cristiano de pensamiento, pero no es esta filosofía la única que iguala a los seres humanos. En todo caso, ¿qué derecho tienen una clase social o unos individuos para avasallar a los demás? 
Ninguno.

No respetar las desigualdades y aprovecharse de ellas es un acto inhumano. La garantía de ese respeto debe darla el Estado.

Por eso creo que quienes quieren “menos Estado”, generan “más pobres” en una conducta inmoral.

“Menos Estado, menos impuestos, menos regulaciones laborales, menos vagos mantenidos, menos presión de los sindicatos....” Todos reclamos de quienes quieren más pobres sumisos, que trabajen por lo imprescindible o menos, para que los poderosos aumenten sus fortunas. 

Lamentablemente el Uruguay ha entrado en un ciclo de presión contra el Estado garantista de derechos de todos, de la mano de un gobierno elegido democráticamente con el voto de quienes más sufrirán. ¿Ironía? Quizás. La manipulación de conciencias por medios de prensa y redes sociales...y la soberbia de quien se cree potente porque come las migajas del poderoso, han empujado a ese estadio transitorio.

La decisión de URSEC de rebajar de 2,2 pesos a 0,88 el costo del minuto de uso de redes de ANTEL por parte de las telefónicas privadas, es un evidente acto de opresión hacia los desvalidos. ¿Qué hace ANTEL con sus ganancias? Las vuelca al ESTADO, del que forma parte y éste, bien dirigido, orienta esos dineros a equilibrar las diferencias entre individuos. Sólo es un ejemplo, de millones de dólares que irán a la bolsa privada y no a los estómagos de los pobres, si el gobierno no da marcha atrás.

Tratar de contener salarios (y por tanto jubilaciones) para que ganen más los empresarios, es inmoral, sobre todo cuando a un sector que se carga de beneficios no se le ajusta los impuestos: el agroexportador. “Deben funcionar los motores”, aunque su combustible sea el destrozo de personas y familias trabajadoras. El Estado Democrático es garantía de equilibrio; el libertinaje del capital, es opresión.
¿Entendiste?

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