Llegó la hora de Construir el Futuro de Río Negro

Columnas 26 de junio de 2021 Por Tany Mendiondo
Reiteramos siempre lo mismo, seguramente aburriendo, pero es central para afirmar lo que sigue. La Política no es la campaña electoral, etimológicamente tiene que ver con la ciudad y con el gobierno de esta, “ciudad” que excede los centros urbanos, es donde hay gente.
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En el Uruguay cada cinco años hay elecciones, que por impacto seguramente no deseado, nos extienden las campañas a un año por lo menos. Pero la vida de la sociedad es diaria y por tanto la Política no sería tal sin representantes en los distintos niveles de gobierno que asuman y tomen decisiones. El cálculo del costo político no solo es mezquino, es contrario al gobierno de la polis. La ciudadanía atribuye los roles con su voto, en el caso de Uruguay que es presidencialista, el Ejecutivo de turno más allá de su fuerza parlamentaria siempre necesita interactuar con el resto de los partidos. Es el mandato constitucional, a unos toca gobernar y a otros controlar. El Frente Amplio sostuvo durante quince años mayorías parlamentarias propias (no especiales) con excepción de un año en el período pasado, en el que uno de nuestros legisladores se fue de nuestra fuerza política. Eso obligó a una negociación con sectores de la oposición para aprobar la rendición de cuentas en nuestra Cámara de Diputados. Las condiciones básicas para generar un ámbito de diálogo que permita llegar a acuerdos son la apertura al otro, la ponderación de la demanda, y fundamentalmente la discreción durante el proceso.

Si se tienen los votos se imponen y es legítimo, pero por el contrario, cuando se requieren apoyos desde otras tiendas hay que respetar. No se negocia discutiendo en los medios y metiendo el dedo en la llaga de las diferencias. Quien va por ese camino hace como que negocia, pero por ignorancia o mala fe su objetivo final es que no haya acuerdo. Cuando se están negociando acuerdos para llevar adelante políticas públicas valen dos certezas: el respeto y la discreción. 

Reconocemos y asumimos el rol de nuestra diputación en el marco institucional del país. Como también respetamos estrictamente los Gobiernos Departamentales en lo ejecutivo y lo legislativo. Los presupuestos quinquenales y las rendiciones de cuentas se tramitan y laudan en el parlamento nacional, así como los presupuestos departamentales y municipales legítimamente son definidos por la Junta Departamental ante la iniciativa del ejecutivo (Intendente). Dicho esto, como simples ciudadanos y además con la responsabilidad que el pueblo depositó en nosotros, opinamos: Río Negro debe generarse un ámbito de intercambio entre los partidos políticos con representación en los distintos niveles de gobierno, que ponga como objetivo la búsqueda de acuerdos políticos. Porque para eso fueron elegidos. Hay suficientes patologías que período a período se vuelven más estructurales, como para que nosotros todos miremos para otro lado esperando la campaña electoral de 2024. 

Está de más, pero por las dudas a nadie se le puede escapar que hicimos campaña para un nuevo mandato del Frente Amplio en el Gobierno Departamental. Nos pegamos al compañero Óscar Terzaghi poniendo en valor lo que fue una muy buena gestión, recorrimos el departamento pidiendo el voto y la renovación de la confianza. Pero eso pasó, se perdió y en el 2021 no hay elecciones. ¡Es la hora de la Política! Hoy lo que nos debe mover es nuestra gente, su calidad de vida y un Estado Departamental sostenible y adecuado a los propósitos. Primero, los niveles de responsabilidad para la generación del diálogo fructífero es la que puso la ciudadanía el 27 de setiembre pasado. Y quienes integramos la minoría contribuir al mismo con propuestas, con autocrítica y con buena fe. Se debe de terminar de una vez y para siempre con el facilismo inconducente de que el que llega al gobierno le echa la culpa al que se va, perdiendo el más valioso de los objetivos políticos, que no es otra cosa que construir entre todos. Hay que abandonar las prácticas que bastardean la política, victimizarse y pasarse la mayoría del tiempo buscando culpables. Porque culpables somos todos si no somos capaces de sentarnos a una mesa por lo menos a intentar lo mejor para la gente. 

Todas las intendencias del país tienen en mayor o en menor medida dificultades económicas, financieras, etc. El mal manejo de la autonomía ha generado bolsones de clientelismo que se llevan puesto estatutos y carreras de funcionarios. Nos cuesta por aquello de los mal llamados costos políticos hacer lo que debe hacer un cirujano frente a un tumor, pero es lo que hay que hacer y no seguir en esa búsqueda interminable de herramientas financieras que terminan, no solo comprometiendo la sustentabilidad institucional sino el futuro de las generaciones. Porque alguien lo va a terminar pagando. Siempre antes o después los contribuyentes terminan pagando el mal desempeño o las malas decisiones. 

Lejos de pretender inmiscuirnos en donde no nos corresponde pero con la Autoridad que siempre acompaña nuestro accionar político, no nos tiembla ni la voz ni el pulso para descarnadamente decir lo que nos parece conveniente. Los costos políticos son propios de la parálisis y la mediocridad. Siempre nos anima la esperanza y el positivismo sobre lo que emprendemos, ya habrá tiempo de reflexionar si no se dan nuestros propósitos, por eso hoy más que nunca las fuerzas políticas, con la responsabilidad mayor de quien fue electo para ejercer el ejecutivo departamental, deben encarar un proceso que asegure el intercambio virtuoso. Si al final no se da, que no sea porque no se puso el mejor talante para ello. Es tiempo de construir, dejemos la campaña electoral pasada en la historia, y la que viene para el futuro.

-Tany Mendiondo-

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