Se nos ha ido un imprescindible. Murió el Maestro Miguel Soler

Columnas 04 de junio de 2021 Por Jorge Barrera
“Hay hombres que luchan un día y son buenos. Hay otros que luchan un año y son mejores. Hay quienes luchan muchos años y son muy buenos. Pero hay los que luchan toda la vida: esos son los imprescindibles.” Bertolt Brecht
Miguel-Soler
Miguel Soler Roca (1922-2021)

El Maestro Miguel Soler, era uno de estos últimos,  nació en Barcelona, Cataluña, el 10 de abril de 1922. En 1926, cuando apenas tenía cuatro años,  llegó a Uruguay, en compañía de sus padres: Emilio Soler y Serafina Roca, que, al igual que tantos emigrantes españoles, venían a nuestro país, en busca de mejores horizontes.

Como tantos grandes hombres de nuestra nación, fue hijo de la escuela pública, decidió seguir la carrera de Magisterio y se graduó de la misma en 1939. Comenzando a trabajar como maestro pocos años después. En 1943 y 1944 trabajó en la campaña de ganadería extensiva del norte uruguayo, más precisamente en “Los Vázquez”, departamento de Tacuarembó, siendo ésta su primera escuela. Desarrolló allí una intensa obra social y educativa en un contexto caracterizado por estructuras sociales y económicas de extrema pobreza, manifestadas en los rancheríos rurales. Como recogiera de su copiosa producción la FUM, esta frase lo pinta de cuerpo entero.: “Cuando por primera vez actué frente a niños descalzos, sucios, hambrientos… comprendí que ser educador era realmente un compromiso simultáneo con la realidad cargada de problemas y el ideal poblado de esperanzas.”

En 1945 participó de la creación de la Federación Uruguaya de Magisterio (FUM). En tiempo donde el individualismo campea, nos deja el ejemplo de que es necesario valorar el instrumento, ya que solamente unidos, podremos construir una pedagogía potente que nos permita, a los colectivos docentes, contribuir en la construcción de una sociedad más justa.

En 1949 fue uno de los miembros de la Comisión redactora de los programas de estudio para las Escuelas Rurales en Uruguay, junto a Julio Castro y Enrique Brayer Blanco. Un concepto pedagógico fuerte, que lo ubica al maestro Soler al lado de las teorías críticas de la educación es el que se refleja en la expresión: “ la escuela sola no puede”. Este supuesto se reflejará en sus convicciones acerca del carácter político  del hecho educativo, principio que quedó plasmado en los fundamentos, concepto y fines del Programa para Escuelas Rurales aprobado en el Congreso de Piriápolis de 1949.

Entre 1948 y 1954 fue director de la Escuela Rural Nº 59, en Soriano . En ese lapso, la UNESCO  le otorgó una beca para realizar estudios durante un año y medio como Especialista en Educación Fundamental en México. La formación que la UNESCO desarrollaba allí estaba destinada a trabajar con comunidades indígenas y campesinas en América Latina. Soler se sintió muy marcado por esa formación y por la realidad latinoamericana que años más tarde reconocería de forma directa trabajando él mismo para la UNESCO.

A su vuelta presenta una proyecto, que a partir de 1954 llevó adelante en un conjunto de escuelas de la quinta sección del departamento de Cerro Largo. Fue allí que  organizó y dirigió una experiencia extraordinaria, “el Núcleo Escolar experimental de la Mina”. Los núcleos escolares, venían a dar respuesta a la situación de marginación y abandono de nuestra población rural. Los rancheríos y pueblos de ratas, eran la realidad que primaba en nuestra campaña, la modernización había cambiado radicalmente el contexto. La precariedad de la vivienda, la salud, la higiene, la pobreza en su múltiples manifestaciones y la absoluta falta de recursos, era la moneda corriente de nuestro medio rural, vulnerando los Derechos Humanos más básicos. Los núcleos tenían como objetivo luchar contra el aislamiento y la pobreza, en zonas despobladas se construyeron  redes, con otras escuelas y organismos públicos.

El modelo educativo del Maestro Soler,  recoge los postulados de la pedagogía progresista, pero, al mismo tiempo le da una impronta propia, comenzando a esbozar una pedagogía rural característica de nuestro magisterio;  desarrolla un modelo  educativo social y dialógico con el medio, respetuoso de las manifestaciones culturales locales y tendientes a “ayudar a vivir mejor”.

 El proyecto se vio truncado y en 1961, renunció a la dirección de la experiencia; el nuevo gobierno negó el mínimo apoyo necesario para continuar una tarea sumamente valiosa y alentadora. Fue entonces cuando el Maestro Soler prefirió renunciar, en desacuerdo con resoluciones del Consejo de Enseñanza Primaria, que atentaban, en su opinión, contra los objetivos de un sueño hecho realidad.

“En 1973, cuando se consuma el Golpe de Estado, las puertas del Uruguay se habían cerrado para Miguel Soler. La dictadura uruguaya se ensañó con la educación, y cientos de educadores y educadoras fueron perseguidos, marcharon a la cárcel y el exilio, o fueron destituidos e imposibilitados de ejercer su profesión bajo sospecha de subversión. El Instituto Cooperativo de Educación Rural (ICER), de cuya creación Soler había sido protagonista, fue clausurado” (ttps://udelar.edu.uy/portal/2021/05/udelar-recuerda-al-maestro-miguel-soler-roca/2021)

Entre 1961 y 1982, trabajó para la Unesco en diferentes países, volcando su experiencia en aras de una mejor educación. En 1982, volvió a Barcelona. Entre 1984 y 2007, ya jubilado,  participó como asesor, tanto de comisiones de la Unesco como de gobiernos de Argentina, Nicaragua y Uruguay.

En el año 2005, escribió un libro titulado: “Replica de un maestro agredido”  como respuesta al libro escrito por la dictadura militar en 1978, titulado:”Testimonio de una nación agredida”. Este había sido redactado por “un grupo de jefes del ejercito”, que pretendían, a través de esa obra, justificar la instauración de la dictadura militar uruguaya. En ese libro responde a las calumnias con las que, los usurpadores de poder, pretenden acreditar las acciones ilícitas realizadas. Pero además, aborda otros temas educativos de gran valor testimonial y pedagógicos.

Entre los aspectos interesantes de ese libro autobiográfico, el capítulo ll, está encabezado por una frase de Carlos Quijano del 27 de setiembre de 1968, que muestra claramente el espíritu republicano del maestro Soler. El texto  elegido dice lo siguiente: “Quienes disponen del poder confunden autoridad con mando y no quieren oír, ni escuchar, ni atender, ni entender. El Estado soy yo ; la ley soy yo; la revelada verdad soy yo, la justicia soy yo.”  ¡Que bien vendría escuchar la voz que nos viene del pasado en este presente tan complejo!

Entre 2005 y 2007 volvió a vivir en nuestro País  luchando activamente por el esclarecimiento de varios asesinatos cometidos durante la dictadura, incluyendo el de su colega y amigo Julio Castro. Un educador comprometido con su tiempo no podía ignorar la lucha por la memoria,  verdad y la justicia. Como antes había sido sensible a la situación de abandono de tantos compatriotas en situación de desesperanza, por razones sociales y económicas, se convierte en un luchador por los Derechos Humanos, en la búsqueda de los desaparecidos, entre ellos sus colegas y amigos. Todas las tribunas que reclamaban por dichos valores lo tuvieron presente.  

Al regresar a Uruguay, en el contexto de un cambio de gobierno que le despertaba esperanzas. Colaboró en la organización del Debate Educativo  del año 2006, fue integrante de la  Comisión Organizadora (CODE). Así mismo, en el 2006 la Universidad de la República le otorgó el título de Doctor Honoris Causa.

En septiembre de 2016 le fue otorgado el Premio Internacional de la  Fundación Mario Benedetti, a “la Lucha por los Derechos Humanos y la Solidaridad.”

Me permito un comentario personal, en oportunidad de realizar el curso para inspector de Educación Secundaria, tuve el placer de conocer personalmente al Maestro Soler,  cuando nos dio una conferencia en el Latu, sobre el rol de la inspección. Su claridad en la exposición, era la propia de quienes saben. Sin parafernalia, sus palabras las recuerdo por su claridad y precisión. A pesar de sus años, seguía aportando lo mejor de su saber y experiencia, a la educación pública uruguaya.

Falleció en Montevideo la tarde del 19 de mayo de 2021, a la edad de 99 años. Su partida es una pérdida irreparable.

Bibliografía

https://udelar.edu.uy/portal/2021/05/udelar-recuerda-al-maestro-miguel-soler-roca/2021

Soler Roca, Miguel (2005). Repica de un maestro agredido.Trilce. Montevideo. Uruguay

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