Historias de calles desiertas - Remedio

Columnas 25 de septiembre de 2020 Por Ezequiel Yebara
Navegaba entre los pensamientos de otra noche de insomnio. De pronto un sonido empezó a rodear la casa. Era como un canto triste, melancólico como un atardecer con nubes en el horizonte. Todo se enfrió.
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Remedio Por Ezequiel Yebara

Navegaba entre los pensamientos de otra noche de insomnio. De pronto un sonido empezó a rodear la casa. Era como un canto triste, melancólico como un atardecer con nubes en el horizonte. Todo se enfrió.

Buscó algún que otro recuerdo divertido o relajado, para no escuchar el ruido que iba y venía como si alguien le bajara o subiera el volumen a propósito.

Escuchó cómo la puerta principal se abrió de golpe. El sonido empezó a recorrer la casa, buscándolo habitación por habitación.

Fue en vano taparse para protegerse de ese viento ya incontrolable como las olas que se forman en el medio del océano. Sintió cómo la fuerza de ese frente helado lo levantaba de la cama y lo deshacía lentamente.

Ahora todo era velocidad, no sabía si hacía frío o calor, no reconocía la temperatura del cuerpo. Tampoco dónde estaban cada una de sus partes.

Perdió la noción del día y de la noche, lo consoló el saber que ya no naufragaría dentro de su mente.

Y sumó su voz, a ese canto que sonaba como el lamento de miles de insomnes deshechos por el viento. 

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