¿Debería Uruguay romper todo vínculo con la FIFA?

Columnas 16 de diciembre de 2022 Por Adolfo “Fifo” Guidali
¿La AUF debería desafiliarse de la FIFA? A muchos puede parecerles una idea estrafalaria, una verdadera locura, en tanto otros es más que posible que ya lo hayan pensado hacia sus adentros o planteado en su entorno más cercano. Sin embargo, objetivamente, ¿qué sentido tiene integrar un organismo deportivo internacional que por vocación o intereses espurios nos perjudica y ningunea sistemáticamente? He aquí un asunto importante a someter a una consulta popular.
Uruguay en Qatar

Cuando se trata de la Celeste, la FIFA no hesita en aplicar la sierra eléctrica en las “patas” de nuestros jugadores y aplicarles sanciones “ejemplarizantes” por el simple hecho de reaccionar humanamente ante robos perpetrados frente a sus propias narices por tipejos con licencia de árbitro, que perjudican con absoluta desfachatez y por igual a nuestra selección, nuestra asociación y nuestro país, o sea, a todo un pueblo. Parece que molestamos, entonces, ¿por qué mejor no nos vamos?

Está por finalizar el polémico y extraño Mundial de Catar 2022, ¿quién levantará la copa el próximo domingo? A título personal me importa muy poco, tal vez por afecto opto por Argentina, pero me da casi igual tras el atraco a mano armada que sufrió nuestra selección en la fase de grupos.

La AUF se encuentra en plena labor de hacer descargos para evitar sanciones “sin precedentes”. Esto último no lo creo, puesto que lo ocurrido a Luis Suárez por su mordisco a Giorgio Chiellini en Brasil 2014 no tiene antecedentes y probablemente nunca será igualado. Una comisión de disciplina integrada por delegados títeres de países inexistentes en el plano futbolístico intentó truncarle la carrera y lo expulsó del territorio brasileño, arrogándose una competencia que era y es exclusiva del gobierno de ese país (como recordarán, un vehículo de la “mafia” del balompié pasó a recogerlo en la concentración de nuestro equipo nacional para llevarlo directamente al aeropuerto). En la ocasión, la actitud “benévola” del FC Barcelona, que todos sabemos no se trata de una entidad samaritana, le permitió a Lucho seguir depredando redes en Europa.

Pero, todos creíamos que con la caída de la mafia encarnada por Joseph Blatter & CIA, herederos directos del inefable João Havelange cuando éste abandonó su trono, la transparencia se instalaría en la entidad rectora del balompié mundial, con sede en la rica, elegante y culta Zúrich, una de las capitales económicas del mundo, pero no fue así, lamentablemente.

Permítanme un inciso. Havelange, un personaje siniestro, que manejó la CBD, luego la CBF, y la FIFA a su antojo, e inclusive gozaba de un escaño en el COI hasta su aparente “caída en desgracia”, fue en su juventud un fervoroso simpatizante del nazismo, y cuando era “pope” del mundo deportivo se vio salpicado por supuestos vínculos con los tráficos de armas y drogas. Bien, llegó a ser centenario, al punto que había invitado a todos los miembros de la FIFA y el COI a festejar su siglo de vida en mayo de 2016 en la playa carioca (como él) de Copacabana, aunque entre tarros destapados y achaques de salud esto fue imposible y tres meses y monedas más tarde descendió al horco (con h para no confundir con el cetáceo). 

Henry (Heinz Alfred) Kissinger, nacido en Alemania en el seno de una familia de origen judío, tras refugiarse en Estados Unidos en su adolescencia a causa del nazismo, ya adulto fue durante muchos años consejero de Seguridad Nacional y secretario de Estado (canciller) en su país de adopción, en particular bajo los gobiernos de Richard  Nixon y Gerald Ford (tras el Watergate), fue galardonado con el premio Nobel de la Paz en 1973, junto a  Le Duc Tho, destacado dirigente norvietnamita, por los acuerdos de París que pusieron fin a una guerra que el país norteamericano ya había perdido. 

Bien, este señor que fue distinguido con uno de los premios que Alfred Nobel instituyó, en este caso para limpiar la conciencia, y que tiene la particularidad de que se entrega en Oslo, por esa misma época se ilustró como artífice de un genocidio al asesorar y apoyar política y logísticamente a las dictaduras del Cono sur de América y su siniestro plan Cóndor. Una monada este viejo, a meses de convertirse en centenario, y un gran futbolero, al punto que fue mediador clave para que “O rei” Pelé fichara por el Cosmos neoyorquino, allá por 1975, en su afán por popularizar al “soccer” made in USA. Eso sí, el Fürth FC, club alemán de su pueblo natal y fruto de la fusión del suyo con otro de la misma localidad, no le gana ni a los perros. Dos perlitas: fue invitado, en tanto amigo de la FIFA, a ayudarla a resolver sus problemas intestinos. Sí, en 2011, por un tal Sepp Blatter. Y, dicen las malas lenguas, algo habría tenido que ver con algún resultado en aquel Mundial “castrense” de 1978.

¿Por qué esta digresión? Bueno, mientras escribía y me vi obligado a recordar a Havelange no pude olvidarme de este otro vejete. El primero admirador del nazismo, el segundo exiliado para huir del mismo, y a pesar de su origen judío y el horror que significó la Shoah (Holocausto) para su pueblo y toda la humanidad, no dudó en convertirse en genocida “para combatir al comunismo” en América Latina. Pero, lo que los unía eran una perniciosa longevidad y el gusto por los deportes, en particular por el que nos ocupa en este momento, en tanto uno fue presidente y el otro “un amigo” de la FIFA.

Bien, como suele ocurrirme, y como dirían en España, “me fui por los cerros de Úbeda”. Me olvido de este par de gerontes malvados y aterrizo en segundos.

Creíamos, pobres inocentes de nosotros, que con la llegada de Gianni Infantino al frente de la mafia, perdón, Federación de fóbal, Las cosas nos irían mejor. Pero no, el helvético-italiano a pesar de su prominente cabeza de huevo tiene muy mala memoria. Se olvida de que el pequeño Uruguay fue clave para que llegase a buen puerto (hay buenos puertos, aunque no lo crean, la macana es que muchos se entretienen nomás llegar en boliches y lupanares, donde gente de avería les propone negocios “non sanctorum” y los corrompen), al arrimar los votos de varias federaciones de su región que desconfiaban del pelado. Bueno, en el fondo tenían razón el “Kojak del fútbol” nos salió rana y poco o nada tiene que envidiarles a sus ilustres antecesores.

Para colmo, ni siquiera nos equipa la marca “oficial”, Adidas, sino el hermano pobretón, Puma. ¡No vendemos! Aquí está el “quid” del asunto. Somo cinco gatos. Desde Catar, la escribana salteña Angelina Díaz dejó muy claro este aspecto en un video que fue viral. Dijo toda la verdad, la única pena es que el video sólo circuló masivamente en Argentina y Uruguay.

El Telly Savalas o Yul Brinner (nada contra los calvos, es sólo una seña de identidad particular) del balompié ya se había ilustrado en su rol de Padrino afirmando que solamente tres obreros perdieron la vida durante las obras faraónicas (con esclavos, como debe ser) en el país del Golfo de cara a la (in)justa deportiva, refiriéndose en su caso a la construcción de estadios, porque el resto a él no le incumbía, aparentemente. Gran-disparate-gran, repetido por sus papagayos mediáticos, en tanto los anfitriones, o sea las autoridades cataríes, reconocen que serían unos 50 y hasta 400 los muertos, considerando todas las obras al margen de los coliseos. Por su parte, el diario inglés “The Guardian” asegura que fueron unos 6.500. Es imposible recabar datos fidedignos, se sabe que las condiciones de trabajo fueron terribles, en pleno desierto, con jornadas interminables y sin contar con las medidas de seguridad más elementales.

Eso sí, seamos honestos, fue comenzar el Mundial y todos nos olvidamos de los muertos y de la situación de las mujeres, que en ese país es similar a la que deben sobrellevar en los otros de la región del Golfo, amén de que durante el torneo las aficionadas occidentales han gozado de algunos privilegios y ventajas respecto a las locales.

Gianni, un apócope de Giovanni, o sea Juan que provendría del vocablo compuesto hebreo Yehohanan, que significa “dios perdona”, y además Infantino, que de infante no tiene nada, también, y así como justifica las muertes evitables de parias del sudeste asiático, aprovecha la antigua y proverbial neutralidad de su país de origen (muy federal, democrático, pero paraíso fiscal institucionalizado para delincuentes y alimañas de todo el mundo) para cargar contra las salvajadas del colonialismo europeo en el pasado y, seguramente, justificar así también que pasen a degüello, futbolísticamente hablando, al equipo nacional de ese pequeño país que lo ayudó y es mal llamado (es insultante, al menos para mí y varios otros), “la Suiza de América”, mejor dicho, Uruguay. 

Es tan floja su memoria, vieja y reciente, que olvida también que Catar estuvo marginado por sus hermanos regionales del Consejo de Cooperación para los Estados Árabes del Golfo, acusado de financiar al terrorismo yihadista. Bueno, tampoco faltaron multimillonarios de los otros integrantes del CCG (por sus siglas) que a título personal brindaron medios para mandar a degolladores al degüello, en su mayoría muchachos y muchachas que nunca en su vida leyeron ni una sola aleya (versículo) del Corán, ni siquiera los que se refieren a la Yihad (guerra santa), pero que dieron rienda suelta a resentimientos con sus sociedades de acogida a cambio de una más que improbable “salvación”, pero a su  vez el miedo que generaban entre el pueblo llano supo ser muy bien instrumentalizado en tanto mecanismo de control social por varios “mandamases” occidentales.

Pero, tras contextualizar e irnos por las ramas debemos al menos ser autocríticos. Uruguay se mostró tímido y timorato en el primer partido de su grupo ante Corea del Sur. Es fácil hablar y escribir con los diarios de varias semanas ya publicados, pero hubiese alcanzado con poner una marcha más para liquidarlo y luego enfrentar a Portugal con otro estado de ánimo, con el equipo más distendido. Por supuesto, el penal señalado a Josema Giménez ante los lusos fue de opereta. El árbitro iraní y la propia FIFA, dicen (no vi nada oficial), reconocieron el “error”, dado que contradecía precisamente una nueva regla relativa a la pena máxima que había sido explicada en la previa a todos los equipos participantes. Eso sí, me parece de una hipocresía flagrante reconocer un error de este calibre con todo el pescado vendido, ¿para qué sirve el VAR? En lo personal, creo que para institucionalizar la estafa y diluir responsabilidades.

Cuando menciono la palabra estafa me refiero al delito, no a la tradicional queja futbolera. No me quedo con aquello "bueno, es sólo fútbol". Da asco la mercantilización en la que se sumió el fútbol, los intereses pecuniarios enormes que lo rodean y en definitiva, controlan el cotarro, llámense FIFA, televisión, multinacionales de equipamiento, casas de apuestas online o fondos de inversión cataríes en previsión de que se les agote su “oro negro”. En este marco actual, si un árbitro estafa eso debería juzgarlo la justicia penal, no la deportiva. Aquí se plantea un problema serio de jurisdicción. ¿En la ocasión correspondería a la de Catar? ¡No, gracias! Pero tampoco hay que olvidar que naciones catalogadas como del primer mundo cuentan con sistemas judiciales controlados y manipulados por el poder político (v. países del sur de Europa, en particular).

Volvamos unos días atrás, al Uruguay-Ghana, VAR mediante, se le pita un penal increíble al arquero Rochet. Sin embargo, como lo atajó de manera brillante se convirtió en simple anécdota, sobre todo porque casi enseguida un genial y casi olvidado hasta entonces De Arrascaeta clavó dos golazos a los africanos en sociedad con Lucho Suárez. 

En el segundo tiempo el equipo celeste medio que se dedicó a dormir la siesta sin pensar qué podía pasar en el otro partido del grupo, pero incluso así le cometieron dos penales clarísimos, uno a Darwin Núñez que el árbitro nazi, perdón, alemán (es que los otros están tan de moda que uno se aturulla), no cobró VAR mediante (una primicia en este Mundial), y a pesar de haber sido más claro que el agua, y ya en los descuentos hubo otro grande como el estadio a Cavani, que no sólo no señaló sino que ni siquiera solicitó el VAR, ni éste actuó de oficio. Es que en ese momento Portugal perdía 2-1 a Corea del Sur y ésta clasificaba segunda por mejor saldo de goles que Uruguay (+1). 

Lo de Portugal fue una parodia, aseguró el empate hasta el final. Muy simple, si Ghana le ganaba bien a Uruguay quedaba primero de grupo y en este caso Portugal perdiendo era segundo y hubiera tenido que cruzarse en octavos con Brasil. O sea, “se dejó" hacer el gol de la derrota ya con todo “decidido” y sin posible margen de error (minuto 90+1). ¿Amiguismo? Es probable. Por un lado, el ing. Fernando Santos se había sacado la espina de Rusia-2018 y de paso cañazo, por otro, le hacía el favor a su compatriota y antecesor en el cargo, Paulo Bento, actualmente entrenador surcoreano.

No obstante, ¡oh casualidad!, un país potencia económica seguía adelante, aunque sin pena ni gloria pues en el partido siguiente apenas haría de “sparring” para los brasileños. Los surcoreanos son efusivos y se fanatizan con facilidad, y en esos tres días, además coincidiendo con un fin de semana, deben haber comprado tantas camisetas oficiales como no lo hacían desde que fueron anfitriones del torneo junto a Japón, veinte años atrás.

¡Bien!, sigamos con Uruguay que es el que nos interesa. Diego Alonso, ¿pecó de conservador? Sí, sin la menor duda. Pero, los jugadores son los que saltan a la cancha y algunos no estuvieron a la altura de las circunstancias. Unos porque empiezan a sentir el peso de los años y otros por ser aún bisoños. Personalmente, esperaba más de Núñez y Valverde. Ahora fluyen historias de cacicazgos en el vestuario con ninguneo al DT, y hay quienes hasta la han emprendido con el “profe” Ortega. Único corolario válido: la Celeste no pasó la primera ronda y se fue de Catar con una pistola en la nuca.

En este contexto, no dejó de sorprenderme la actitud de los jugadores de Ghana, contentos por haber “evitado” que Uruguay pasara de ronda pese a haber quedado eliminados. Desde que se sortearon las series hablaban de “venganza”, de comerse a Lucho Suárez a la olla o en dos panes, pero a la hora de la verdad se olvidaron de que empatando o derrotando a la Celeste pasaban ellos a octavos del torneo y no los surcoreanos. En cualquier caso, no fueron ellos quienes nos dejaron afuera del Mundial. No sueñen muchachos, y mejoren su fútbol, condiciones no les faltan, no son los de 2010 pero andan cerca.

Acabamos de mencionar al Mundial de Sudáfrica-2010, escenario de otro gran robo a la Celeste. Cierto, la diferencia es que entonces intentaron estafarnos en cuartos de final precisamente ante Ghana y no lo lograron, pero sí en semis frente a Holanda. ¿Hubo diferencias? En el espíritu no, pero respecto a las barbaridades de los árbitros portugueses y uzbecos (en ese orden) en aquella ocasión, los rostros de piedra de Zúrich podrían hoy aducir que aún no contaban con el artilugio del VAR.

Esta estafa institucionalizada ha provocado perjuicios económicos enormes a todo nuestro país, no sólo a la AUF, clubes y jugadores, sino a los ciudadanos de a pie, tanto a aquellos que invirtieron pequeñas fortunas para viajar al otro lado del planeta, sino también a quienes dedican su tiempo a seguir a este circo programado, por lo que es menester ponerle punto final y la única manera eficaz es rompiendo todo vínculo con la nefasta FIFA.

Creo que la medida debe ser tomada democráticamente, como corresponde a una sociedad pluralista en los papeles. Eso sí, en el caso que nos ocupa lo más adecuado sería una iniciativa popular o ciudadana, y que por el momento se abstengan de participar aquellos políticos que no han podido sacar rédito de un buen desempeño en Catar. Es decir, que sea un acto cuasi “espontáneo” de ejercicio de la democracia directa sin intermediarios que ensucien la cancha.

Es necesario hacer del fútbol una escuela de vida, y para ello desde el momento en que los niños y niñas comienzan a patear un balón habría que acompañar su evolución con una adecuada educación en valores. Esto atañe tanto al sistema educativo nacional como al baby-fútbol, recientemente escenario de hechos por completo opuestos a la que debería ser su esencia, su razón de existir, que son el deporte y su carácter lúdico y formativo.

Por supuesto, tomada una decisión de tamaño calibre la sucedería una etapa en principio difícil y compleja, que en líneas generales tendría como objetivo la creación de una asociación mundial para el fomento del fútbol ético. Ese camino de transición hacia tal entidad estaría, sobre todo, plagado de trampas y cortapisas, pero, vale la pena intentar recorrerlo.

El gran circo mediático global ha creado una nueva clase de gladiadores, muy variopinta pero con denominadores comunes. Se trata de jóvenes talentosos pero, en muchos casos, por completo anómicos (días atrás, en otro artículo  mencionaba una categoría de lúmpenes burgueses, bien, aquí se trataría de lúmpenes deportivos). Nuevos ricos mimados, que lo han recibido todo incluso antes de demostrar su verdadera valía. Muchos viven en una burbuja, sólo les interesa la ostentación y la fama, hoy traducida en el impacto obtenido en las redes sociales, y algunos hasta olvidan para qué están en la gran arena, o sea, jugar bien al fútbol; pero, no importa, la exposición y los derechos de imagen se encargan de subsanar este pequeño defecto.

Tenemos la suerte de que nuestros jugadores, en su gran mayoría, no integran esta casta. Guardan aún rasgos de humildad, la de perfil bajo y saber justipreciar las cosas. En esto, sobre todo en lo que respecta a la selección, hombres como el maestro Óscar Washington Tabárez han sido claves para ayudar a formar hombres ubicuos, conscientes de que la bonanza excesiva, el maná del circo, no dura para toda la vida. Pero, lamentablemente, también hubo excepciones, muchachos que han dilapidado auténticas fortunas ya sea por no saber prever o invertir, o simplemente dejarse rodear de parásitos que, por supuesto, en este ámbito los hay y a todos los niveles.

Este camino de Damasco auguraría desde ya muchas caídas y posibles desvíos a causa de espejismos. Para empezar, ¿cómo conciliar la situación de los jugadores en activo si nuestra AUF abandonase la FIFA?, continuando, ¿habrá muchas otras asociaciones o federaciones dispuestas a adherirse a tamaña causa?  Si imperase la lógica la respuesta sería sí, pero, me temo que… 

Ahora bien, qué aburrida sería la FIFA con sólo seis selecciones que acaparasen todos los títulos de sus diferentes federaciones y torneos, apenas rodeadas por una pequeña cohorte de cipayos y amanuenses. Las leyes del libre mercado, de la libre competencia (no la deportiva) que cimientan su reinado podrían volverse en su contra, en cuanto el hastío y el hambre fruto de no poder degustar parte del pastel desataran una auténtica rebelión.

¿Qué pasaría? Seguramente implosionaría engullendo a padrinos, ahijados, sicarios, grandes inversores, simples obsecuentes y alimañas de toda clase y especie.

Dejo de soñar y bajo a la realidad…

Como dije, sin descorchar champagne, el domingo hincho por la albiceleste. A pesar de haber vivido casi treinta años en Francia, no me inspira, y quiero que Lionel Messi tenga al fin su recompensa sólo por haber sido el mejor jugador del mundo en las últimas décadas. 

Pero, que la FIFA respete a nuestros hermanos rioplatenses no justifica que a nosotros nos ponga siempre una pistola en el pecho sin que le tiemble el pulso. Ciao, Gianni! Con suerte la vida te va a enseñar a no escupir la mano que te dio de comer. ¡Ah!, y nunca olvides el séptimo mandamiento cristiano.-


Adolfo “Fifo” Guidali Etcheverry

Montevideo, 17/06/1955

Graduado (magister) por la EHESS (París)

Máster en Guiones de cine (UAM, Madrid)

Periodista, escritor y guionista desde hace más de cuatro décadas, sobre todo para grandes agencias de prensa, en Francia principalmente, y corresponsal de medios latinoamericanos. Algunas novelas y cuentos publicados sin pena ni gloria, aunque con buenas críticas, en varios países. Guiones realizados para televisión, en España en particular. 

Hobbies: cada vez menos.

En la cuneta: futbolista y físico investigador

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