Pompa y circunstancia(s)...
"Pompa y circunstancia", la célebre composición del músico británico Edward William Elgar, tiene la característica de mezclar solemnidad con festividad, lo que la hace pertinente en diferentes tipos de eventos, a veces antitéticos. Puede dar entrada a un baile de 15 años, a una coronación --que todavía existen--, una caminata interior o exterior, un desfile militar e, inclusive, a un funeral; un eclecticismo que la convierte en una fuente de inspiración y análisis varios.
La pompa puede aludir a cosas muy diferentes, desde lo protocolar hasta cierta ostentación, y también a transparentes o muy coloridas burbujas de diferentes líquidos, globos gaseosos que suelen implosionar con suma facilidad. Pero dejémoslo aquí, porque la palabra burbuja puede también hoy asociarse con muchos tipos de especulaciones.
Las circunstancias tienden per se hacia lo infinito y las hay de todo pelo y color. Lamentablemente, las actuales no son las mejores a nivel global.
Mejor, volvamos con el amigo Elgar. A sus comienzos, en tanto católico e influenciado por la música clásica del continente, a pesar de su talento no despegaba. Sin embargo, entre el apoyo de su mujer Caroline y su genio y voluntad comenzó a descollar hacia fines del siglo XIX y principios del XX, hasta convertirse en el gran referente de la música culta británica.
Fue en 1901 que compuso la primera y más conocida marcha de las cinco que integran esa obra que le llevó tres décadas terminar. ¿Qué es eso, una serie, un conjunto o una coalición de piezas desperdigadas en el tiempo? ¿Cuánta gente habrá podido seguir aquellos avatares musicales de manera sincrónica y coherente? Probablemente poca, si tenemos en cuenta que entre medio se produjo la Primera Guerra Mundial.
Desde mi confinamiento europeo, vacunado y con varias pruebas negativas por covid-19, practicando una verdadera "libertad responsable", aprovechando sólo las exenciones para toda actividad realmente esencial (comunicándola mediante una aplicación móvil, claro), con los dirigentes con las riendas ahora mejor sujetas frente al bicho tras cometer todo tipo de errores, lo que más se intenta es evitar la promiscuidad que significa la aglomeración de personas, aislar focos de contagio y, vacunar y vacunar. Empezaron tarde, pero no tanto y con criterios lógicos, no como en nuestro querido paisito.
Empezaba a olvidarme de Elgar, pero su quinteto de golpe me hizo evocar a la coalición multicolor que dicen, gobierna Uruguay. La integran cinco partidos, tradicionales y ad hoc: PN, PC, CA, PG y PI (¿todavía existe?), desde el punto de vista político abarcan todo el espectro de la derecha, revueltos "como valija de turco" (nada contra los turcos, que ya bastante tienen con Erdogan), cuyo único objetivo ha sido poner fin a 15 años de gobierno del Frente Amplio (FA), ¿para hacer qué? Una cosa es llegar al poder, otra muy distinta es qué hacer con éste.
Una última alusión al músico inglés: en 1904 recibió el título honorífico de sir. Precisamente cuando en nuestro país finalizaba la última gran guerra civil y pudo lanzarse (Batlle y Ordóñez mediante) a desarrollar una nación progresista, casi utópica, cuna de la social democracia.
Por entonces, Luis A. de Herrera, a posteriori gran caudillo blanco, uno de los bisabuelos paternos del actual presidente y Pedro Manini Ríos, un joven abogado en ciernes (Herrera ya lo era), que entabló amistad con el general Pablo Galarza (ascendido al final del conflicto) y, además tras abdicar del batllismo fue creador del sector "riverista", y abuelo del Gral. (R) Guido Manini Ríos, combatiendo en bandos enemigos. Bisnieto y nieto, respectivamente, hoy son figuras esenciales del multicolorismo. Es decir (nunca mejor dicho): "pompa y circunstancia".
Un detalle anecdótico: Manini abuelo pudo alistarse en las filas batllistas gracias a la ayuda de un amigo, también estudiante de Derecho, batllista entonces, y tiempo después además de abogado, fundador del Partido Socialista Uruguayo (PSU, FA), Don Emilio Frugoni. Los entonces amigos pudieron costear los gastos que les supuso poder enrolarse porque este último empeñó un reloj. ¿Qué hubiera pasado si éste no tuviera aquella máquina del tiempo? (hipotético).
También, un paralelismo menos anecdótico. Herrera y Manini se mantuvieron fieles a sus divisas, blanca y colorada, respectivamente. Nada nuevo bajo el sol. Pero, pasaron las décadas y en algunas circunstancias, eso sí, sin pompa, estuvieron muy cercanos geopolíticamente. En tanto, don Luis Alberto --al igual que más tarde su nieto y tocayo Lacalle (abogado y presidente)--, hacía en prensa o en público el panegírico del caudillo español, el generalísimo Francisco Franco y otros elementos de su misma ralea, los Manini, desde el diario "La Mañana", quizás por su origen italiano, admiraban al 'duce' Benito Mussolini, "qui aveva sempre ragione".
Pero mientras el español murió en la cama, dejando una herencia nefasta para su país, incapaz de lograr hacer su catarsis, el dux fue ejecutado y colgado junto a su amante 'Claretta' Petacci y otros, como si estuvieran en un matadero. Una imagen muy fea, muy poco estética pero, aunque también suene muy feo, cargada de ética en aquel contexto.
Sin embargo, recientemente, y a golpe de martillo, en el caso de los uruguayos, en cierta manera, persevero, se refrendó aquel viejo proverbio: "dios los cría y ellos se 'arrejuntan'".
Bien, pero tras esta larga y pesada especie de exordio vuelvo al presente y planteo varias inquietudes, algunas que realmente me abruman. Espero que algunos aún me sigan.
- Uruguay tras poco más de un año multicolor -
Como tantos uruguayos que vivimos lejos, intento balconear, estar al tanto de lo que ocurre en el llamado paisito. De manera cariñosa, puesto que es una gran nación y me preocupa que deje de serlo por simple desidia o cruces de intereses, en los que parece que ahora gana siempre el más fuerte y no la razón.
No puedo votar, me caí del padrón por una reglamentación draconiana: además de que no es posible votar desde el exterior, vía correo o consular, como en cualquier país medianamente civilizado, de no hacerlo en dos elecciones consecutivas aquella credencial o balota en la que aparecía la imagen de tu perfil adolescente, se convierte en una antigüedad o simple papel mojado. Mala cosa para una democracia que haya ciudadanos de segunda categoría.
Hasta 2004 viajé expresamente para cada una de las consultas electorales. En aquella época, respiré tranquilo cuando el Dr. Tabaré Vázquez obtuvo la presidencia en la primera ronda, después se me complicó viajar en octubre por motivos que no vienen al caso. En todo caso, el país quedaba en buenas manos, y de una manera general así lo estuvo durante quince años.
De golpe, Uruguay, apenas conocido por su fútbol y a veces por su carne, publicaciones, insospechables de derivas izquierdistas o abrazos con el oso ruso, como The independent, The Economist o Global Markets --que designó en alguna ocasión a Danilo Astori como mejor ministro de Economía latinoamericano-- lo sacaron de las sombras para destacarlo como modelo político, de inclusión social y desarrollo financiero. Le Monde --cuidado, que se inclina hacia el centro--, llegó a denominarlo "El paraíso en la Tierra". Excesivo, ¿de acuerdo?
Eso sí, siempre entre los primeros en los índices de Democracia y de países con menor Corrupción, aunque no estoy de acuerdo con Transparencia Internacional, la organización basada en Berlín que establece este último, presenta su listado de menor a mayor, en tanto, creo, para evitar errores o alguna confusión debería hacerlo al revés. Bueno, son puntos de vista.
Y, hablando de éstos, que son tan variados como respetables, quiero hacer un pantallazo de mi percepción del primer año del gobierno de la muy colorida coalición creada ex profeso para arrebatarle el gobierno a la izquierda, lo que logró por monedas. Un guirigay del cual en poco tiempo podremos hacer un análisis tan objetivo como respetuoso, tal cual debe ser.
Es cierto que la distancia muchas veces distorsiona la percepción, sobre todo el volumen y las consecuencias de los hechos. Por lo tanto, desde mi sempiterna modestia, que pueden avalar mis conocidos de todo palo político, hago una especie de balance imbuido de todos los elementos mencionados ut supra.
Por lo general se valora la gestión de un gobierno a partir de la concreción de sus promesas electorales. Soy honesto, y creo que la pandemia de covid-19 postergó muchos proyectos, lo que no quita poder analizar el manejo de ésta, precisamente, y una serie de actitudes sesgadas y hesitaciones de todos los colores.
En su programa, si es que existe una verdadera base programática, la derecha siempre ha dicho tener en la mira aspectos muy específicos que, por supuesto ya están en números rojos y empiezan a ser preocupantes: salarios, jubilaciones, tarifas, impuestos, un presupuesto que forzosamente debe ser austero --aunque no equilibrado según los sectores--, obras públicas perentorias y, bueno, todo lo que pinte. Si se concreta o no, es harina de otros costal y queda para una próxima.
Por supuesto, convengamos que las 50.000 viviendas prometidas por la ministra del ramo, Irene Moreira, cónyugue del militar retirado y senador Guido Manini, líder de Cabildo Abierto --partido bisagra en la ocasión--, además de ser una quimera es inabordable en la coyuntura actual.
Salarios que empiezan a ver un precipicio cuya profundidad es, por supuesto, una incógnita para todos, o casi todos. Impuestos solventados sobre todo por asalariados, del sector público y privado, jubilados, clase media pura y dura con suerte, pero no aparecen los aportes fiscales de "los que nos van a sacar de ésta" como diría nuestro joven presidente, única fuente aparte de algún eventual empréstito para poder aplicar políticas distributivas.
Tarifas que aumentaron sin tomar en cuenta precisamente los salarios ni tampoco la inflación. Vamos mal. No, es la visión de un sesentista abrazado a la utopía. Se trata de detalles, pequeñas desprolijidades de las que el Frente Amplio tampoco estuvo exento, más allá de lanzar al país a la prosperidad y no olvidarse de ninguno de los uruguayos.
Pero, de golpe, actualidad y recuerdos me hacen viajar hasta 1973. Mientras, covid-19 de por medio, todo se desbarranca, hay excepciones. De pronto, salarios y jubilaciones militares aumentan. Se "crean" cincuenta nuevos cargos de generales y coroneles. Se compran dos aviones Hércules KC-130H al Ejército del Aire español, que es como llaman allí a la Fuerza Aérea. Estos aparatos panzones, ideales para el transporte de tropas o vehículos y pequeños blindados, podrían tal vez ser útiles si no hubieran cumplido ya su fecha de caducidad. Ojalá, no tengamos que lamentar ningún incidente negativo con éstos.
Al ministro del ramo, Javier García, se le ve muy dinámico, visitando unidades militares, a algún marinero cantante premiado, y en toda ocasión que tenga tufillo castrense. A veces saludando antes de ser recibido, trastocando lo que debería ser el protocolo militar, muy distinto al civil. ¿Ministro cuartelero? Bueno, en tanto pediatra no creo que haya perdido su vocación y se acerque una y otra vez para constatar la salud de sus muchachos, sobre todo en las circunstancias actuales. Además, por supuesto, primeros en el orden de vacunación contra el coronavirus, en tanto, en casi todo el resto del mundo, como es lógico, la prioridad ha sido para el personal sanitario, en primera línea de fuego en la lucha contra la pandemia, seguido del sector de la enseñanza, por motivos obvios..
¿Los cargos de confianza? ¡Muy bien, gracias!
Escucho a la senadora Bianchi y me asusto. Bueno, tampoco debo ser el único. En su discurso destila su rencor hacia la izquierda, absolutamente comprensible. Pero, al referirse a la educación suelta comentarios por completo apocalípticos: a su entender la mayoría de los escolares y liceales orientales de hoy no son capaces de reflexionar, de comprender razonamientos simples, y los define más o menos como a una caterva de lelos.
A mí me ocurre, al escucharla a ella, que entiendo lo que dice pero me da la impresión de no saber adónde quiere llegar y menos aún plantear soluciones. Y, si como fuera poco, su nueva alianza política rebaja el presupuesto destinado a la educación. Complicado, ¿verdad?
La calidad de la educación uruguaya seguramente ha disminuido. Al igual que en todo el resto del mundo, salvo excepciones que no sabría enumerar, porque en lugares, países donde la formación académica es eficaz, hay una crisis de o casi no existen los valores.
Precisamente, esa anomia social, que significa la pérdida de valores, se instituyó en Uruguay con la dictadura 1973-1985 y, lamentablemente, con tres generaciones de muchos uruguayos viviendo al raso, se necesitan décadas para reconstruir y actualizar lo que se destruyó.
Pero, esta buena señora, con formación académica, debe comprender que la humanidad cambia. Las nuevas tecnologías, con sus defectos y virtudes, inciden de diferentes maneras en los más jóvenes, que van desde la alienación a la excelencia. El plan CEIBAL, no quepa la menor duda, en un tiempo marcará una gran diferencia a favor de nuestro país.
El razonamiento lógico está cambiando con gran rapidez, pero aún ni la senadora ni cualquier otra persona estamos en condiciones de evaluar los pro y las contras. Es la humanidad toda la que está cambiando. A mí no me convence lo que percibo, pero tampoco pierdo las esperanzas: siempre hubo etapas de transición.
Eso sí, señadora, usted asusta al decir "¡ES LA GUERRA!", refiriéndose a la pandemia. Muchos políticos del mundo ya la han mencionado así, pero no con su apasionamiento. Uruguay comenzó este combate al que se refiere de manera ejemplar --gracias a la comunidad científica y a la herencia sanitaria del FA--, para después dormirse en los laureles hasta llegar a una etapa de confusión, sin ni siquiera un plan de vacunación clave contra covid-19. Nos fuimos al otro extremo. Estamos entre los peores pero, y por el momento hay una única solución: VACUNAR Y VACUNAR, pero con criterio. Primero los grupos de riesgo y así sucesivamente, no al voleo y de manera discriminada.
El concepto de "libertad responsable", tan aludido por nuestro presidente, si existió en algún momento se transformó en irresponsabilidad, ignorando los consejos de los expertos y científicos del GACH, Instituto Pasteur, UDELAR y SMU. Hay que tomar decisiones a favor de la vida, no de la libertad de mercado.
No me extrañaría que cuando esto pase, si es que alguna vez termina, ONGs y miembros de la sociedad civil intentasen hacer inculpar a mandatarios y altos funcionarios de sus países por parte de la Corte Internacional de Justicia (CIJ, organismo de la ONU con sede en La Haya) por la pésima gestión de la pandemia. No se preocupen, muchachos, ésta sólo se ocupa de exdictadores africanos en desgracia y de algún destacado asesino durante la guerra de los Balcanes. Este genocidio que están practicando, primero será rebautizado con algún eufemismo anodino, del estilo "eutanasia amiga", y después de un poco de ruido mediático todo se archivará como mandan los que mandan.
Volviendo a la afirmación de Bianchi, no creo que nuestro país se esté involucrando en una guerra soterrada, de baja o mediana intensidad. Pero, con lo complejo que se ha vuelto el mundo, con conflictos cuyos intereses están tan mezclados al punto que potencias mundiales y regionales apoyan directa o indirectamente de manera simultánea a los distintos bandos beligerantes (v. Siria), casi todo es posible.
Pero, tampoco creo que el coronavirus pueda combatirse a tiros con fusiles de asalto FAL, Steyr AUG o HK G36. Poco eficaz y muy caro, en este contexto estadísticamente tendría más chances una escopeta de perdigones calibre 12, por ejemplo. Pero, mejor no hacer humoradas entre tanta desgracia.
La manera en cómo el presidente Lacalle se dirigió a Alberto Fernández en el Mercosur, tuviera razón o no, no es digna de un caballero. Bueno, para serlo no hay que provenir de familia patricia o mostrar blasones de algún virrey. El querido Dr. Tabaré Vázquez, de origen muy humilde, cuando le pidió que lo acompañase a la asunción de Fernández, precisamente, dio una muestra de caballerosidad y tolerancia.
Sin embargo, señor presidente, recientemente intentó groseramente ningunear al Frente Amplio ante medios argentinos preguntando "¿quién y qué era?". Hay que reconocer que un título de abogado de universidad privada y una carrera legislativa heredada y plagada de ausencias no hacen a nadie experto en Ciencias Políticas, pero todo tiene un límite.
No voy a contarles yo qué es nuestro FA, pero creo que esa herramienta que todo lo contamina, llamada política, debe ser utilizada en pos de la felicidad, bienestar y prosperidad de la sociedad toda, y no en provecho de cierta clase o grupos de interés. Bueno, una idea tan ramplona en su planteamiento como de una veracidad incontestable. Es que llevo mucho rato escribiendo y temo aburrirlos.
Es fácil generar una imagen bien valorada hablando con dureza y gesto adusto (jamás una sonrisa), más allá de contradecirse más de una vez en un discurso de unos cuantos minutos, contando con el apoyo incondicional de los grandes medios periodísticos, de radio y televisión, y una guardia pretoriana de comunicadores amanuenses, capaces de inventar o distorsionar lo que sea. Una enorme pompa o burbuja, pero muy inestable
Pero, cuando todas las cartas estén vistas sobre la mesa, se tratará de "surfearla" como sea y no precisamente en las olas del Atlántico de Rocha.
Quisiera poder desearle una excelente gestión por el bien de todos, pero para lograrla tendría que dar varios golpes de timón para corregir por completo la singladura de ese enorme barco "Uruguay" que, precisamente, es de todos.
Corolario: la pompa, como no puede ser de otra manera, antes o después implosionará, y la circunstancia cambiará, esperemos que para el bien de la mayoría... ¿Elgar? Abrazado a la gloria eterna.-
Adolfo "Fifo" Guidali