Tabaré Ramón Vázquez Rosas (1940 – 2020)

Columnas 10 de diciembre de 2020 Por Tany Mendiondo
La muerte de Tabaré Vázquez obliga, fundamentalmente a quienes hicimos política junto a él, a emitir un análisis, aún pecando de la inmediatez, que permita que se conozca nuestra mirada.
Tabare Vazquez
Tabaré Ramón Vázquez Rosas (1940 – 2020) Por Tany Mendiondo

Para ser absolutamente transparentes sobre los insumos que forman nuestra opinión sobre la vida, la obra y la trascendencia de Tabaré, debemos dejar constancia que el trato personal fue inexistente, que no tenemos (a juicio de algún olvido) más de dos fotos juntos, lo que hace que aspiremos a la mayor objetividad posible, manejando hechos, circunstancias y anécdotas de los que sí las tuvieron.

Recuerdo al Vázquez con el que compartí actos de campaña, periódicas reuniones de bancada (ejercí la representación nacional en su período de gobierno), pero no más que eso. Eso puede ser una limitante, pero también me permitió verlo siempre desde afuera de ese círculo que tuvo con sus más allegados.

Tabaré nació en el año 40 en el seno de una familia trabajadora, en un barrio muy populoso de Montevideo, la Teja, concurrió a las aulas públicas de educación, llegó al grado cinco en su especialidad de radioterapia y oncología, pasó por las mejores universidades del mundo primero realizando postgrados y después como referente y conferencista. Toda su formación la hace a partir del esfuerzo de la familia y sobre todo de la que sería su compañera de toda la vida, María Auxiliadora Delgado. Pero también de un estado uruguayo que posibilitó y posibilita eso. Su carrera fue brillante, nunca perdió una materia, obviamente un hombre con capacidades singulares.

Este hombre de familia, producto del barrio, hijo de un trabajador de ANCAP y como el tantas veces recordó, educado en una casa muy humilde ¿cómo comienza eso que finalizó el 1º de marzo de 2020, al concluir el segundo mandato como Presidente de todos los uruguayos? Los hechos cronológicos detallan que en 1958 fundó el Club Deportivo y Social El Arbolito. Aún hoy emblema de La Teja, institución con múltiples fines sociales, policlínica, merendero, en definitiva, un gimnasio abierto a su comunidad. Tabaré tenía 18 años, seguramente estaría ingresando ese año a la facultad y ahí aparece lo que sería (al menos lo que se conoce) la primera expresión de su vocación solidaria en contextos de trabajar con los humildes y necesitados. Luego aparece Progreso a cuya directiva accede por el año 79, club de sus amores que le venía como herencia de sus abuelos, allí, dicho por sus compañeros dirigentes, comenzó a desarrollar una obra que dejó la marca hasta los días de hoy en lo deportivo, social y cultural, ya aparecía con claridad la impronta de Tabaré. A Progreso estuvo ligado hasta su muerte y en el año 89, en lo deportivo, fue campeón uruguayo por única vez en la historia. Tabaré había iniciado el año como presidente del club, seguramente de su planificación nació el resultado final.

Dos hechos más debo recordar, se lo menciona a Vázquez, y es correcto, como integrante de la Comisión de Finanzas del Mundialito del 80. Éste, como algunas becas, han quedado absolutamente calificadas con documentación, por lo que aquellos que intentaron difamarlo se tuvieron que llamar a silencio.

Cuenta una vecina de La Teja, militante del Partido Socialista, que en el año 1983 se lo presentó al Dr. José Pedro Cardozo. Y que su presentación tenía que ver con las condiciones y el enorme potencial que demostraba tener Tabaré. Luego aparece en la campaña por el voto verde, después a fines de la década del 80, donde él integra la Comisión de Finanzas en representación del Partido Socialista. En el año 89 no logra la Presidencia de la Asociación Uruguaya de Fútbol por falta de un voto, no es difícil inferir que lo tiraron para afuera por las dudas…o no tantas.

En ese año aparece su candidatura a la Intendencia de Montevideo. Año muy difícil para la fuerza política que había sufrido una división importante, candidatura para la que no muchos se animaban. Ahí aparece Vázquez definitivamente en la política. Cuentan sus adversarios que el primer análisis que se hizo desde los partidos tradicionales era despectivamente llamado “Vázquez, el de Progreso”. Cuánto lo subestimaron. También se le atribuye al Gral. Seregni que cuando desde la interna se le preguntaba por qué finalmente se decidió por Tabaré, el General manifestaba “porque es el único que me dice que va a ganar”.

Y acá quiero detenerme y que se detengan conmigo a reflexionar sobre esta historia hasta los 49 años de un hombre que falleció a los 80. Es algo así como un outsider de la política (viene de afuera), no se le conoce militancia en las organizaciones estudiantiles. Desarrolló su carrera y trabajó en el período de la dictadura, porque para honrar al muerto hay que decirlo todo, reafirmando lo que él repitió tantas veces. Pero es allí donde hay un quiebre que cambió a la izquierda, que cambió la forma de gobernar y que sin dudas cambió al país.

El Vázquez que ingresa a la política en el año 89 permite ganar a la izquierda ese bastión electoral donde reside la mitad de los uruguayos y que abre la huella con un histórico proceso que perdura hasta el día de hoy. Se le pide que no vaya a la reelección para transformarlo en el candidato presidencial a futuro de la fuerza política. Disciplinadamente lo hace y en el 94 ya pone al sistema político uruguayo en tercios. La lucha de tantas décadas de la izquierda para ser opción de gobierno, en cinco años encontró en Tabaré Vázquez el liderazgo necesario para cumplir este sueño. En el 99 el Frente Amplio ya fue mayoría, Vázquez pierde al balotaje con el Dr. Jorge Batlle respaldado por los partidos Nacional y Colorado. El crecimiento exponencial del progresismo elección a elección, tuvo mucho que ver con ese proceso de acumulación, permeado por la amplitud donde se forma el Encuentro Progresista que hace de un nuevo paraguas para que blancos, colorados e independientes, disconformes con el rumbo de sus colectividades, como en el 71, se sumaran al nuevo proceso. El balotaje de noviembre del 99 consolidó la última gran acumulación antes de ese 31 de octubre de 2004 donde la izquierda gana por más del 50 % de los votos. Cito las palabras del líder del Nuevo Espacio, entonces senador Rafael Michelini, cuando de inmediato a la elección de octubre del 99 anunció “izquierda vota a izquierda”. La vida política creó lo que fue Frente Amplio-Encuentro Progresista-Nueva Mayoría, instrumento político electoral que coronó el acceso al gobierno en las elecciones del año 2004.

Siempre la mirada larga de Vázquez. Esa vocación desarrollada en su vida, mamada en la academia del barrio, sumada a su rigurosidad científica y su sensibilidad social permitieron el inicio de la era progresista cuyo primer gobierno encabezó y que quedará en la historia, la encargada de las valoraciones a partir de ahora, y de darle la medida justa. Tabaré Vázquez tanto desde su gobierno municipal como desde el gobierno nacional produjo las mayores transformaciones sociales, políticas, económicas y culturales de lo que podría llamarse la era contemporánea del siglo XXI.

Insistir puede ser contraproducente para facilitar la lectura de lo que pretendemos que sea analizado, pero hay algunos hechos que tienen que ver con los procesos de autocrítica que lamentablemente solo aparecen cuando se pierde. Observemos la vida del Dr. Vázquez, a nuestro juicio el más exitoso presidente que nos tocó ver en nuestros 67 años de vida. Entra a la política casi a los 50, hay una construcción mezcla de sus condiciones naturales, su capacidad, y de cómo desarrolló su vocación siempre: primero con su familia y con sus amigos. Con enorme amplitud, en general los núcleos que rodeaban a Vázquez partidariamente eran muy heterogéneos. Sus profundas convicciones, ideológicas por supuesto, centradas en los humildes y en los desamparados. Se puede decir que a los casi 50 años llegó a la política sin prejuicios, esos que se generan en los dogmas y en los vanguardismos, e impuso su formación del barrio, del vecino, de la solidaridad, de la empatía y del respeto al ser humano. No fue un iluminado, pero cómo iluminó; no tenía pensado ser un líder, pero qué bien y que suerte que se decidió a hacerlo; jamás se le pasó por la cabeza la idea de ser presidente, el quería repetir en la Intendencia de Montevideo para hacer las obras que le había quedado por hacer, y qué suerte que entendió el planteo de la fuerza política y desembarcó en la arena de la política nacional.

La dignidad que lo acompañó desde el origen mismo de su vida, desde su abrazo a la uruguayez, la sostuvo a la hora de su muerte, dándonos una gran lección. El Presidente Vázquez, el compañero Tabaré, dejó huella hasta el final en esa pelea “mano a mano” con su enemigo de siempre.

Ha sido un privilegio para este humilde diputado haber compartido con él un pedazo de nuestra historia. Hasta siempre Tabaré.

-Tany Mendiondo-

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