
“Al lado de las catedrales y en los monasterios se abrieron las escuelas a las que se puede considerar como el primer embrión de nuestra vida escolar.” (Böhm, 2010)
La historia de Sócrates y los sofistas es una danza entre el afán de la verdad y la habilidad de convencer. Sócrates, como representante incansable de la búsqueda de la esencia detrás de las palabras, contrasta con los sofistas, maestros del discurso y de la manipulación de las percepciones para moldear la realidad al servicio de los intereses humanos.
07/04/2025 Jorge Barrera
Este debate, aunque originado en la Grecia clásica, encuentra ecos claros en las reflexiones de Zygmunt Bauman sobre la modernidad sólida y líquida, dos conceptos que capturan la evolución de las estructuras y valores sociales a lo largo del tiempo.
Sócrates y los sofistas: ¿verdad o conveniencia?
Los sofistas eran figuras influyentes que cobraban por enseñar el arte de la persuasión y el manejo de la retórica. Para ellos, el lenguaje no era un vehículo para alcanzar la verdad, sino una herramienta para conseguir poder y éxito. Sócrates, por otro lado, desafió esta visión al argumentar que el conocimiento y la virtud son universales y que la verdad se encuentra a través del cuestionamiento constante y el diálogo honesto.
Bauman, aunque siglos después, identifica una tensión similar en su análisis de la modernidad. La modernidad sólida, caracterizada por la búsqueda de estructuras firmes y principios universales, refleja el espíritu socrático. Por el contrario, la modernidad líquida, fluida y adaptable, recuerda el enfoque de los sofistas, donde las certezas se disuelven y las verdades se moldean según las necesidades del momento.
La modernidad sólida: Sócrates como modelo eterno
Bauman describe la modernidad sólida como un período en el que las instituciones y normas sociales se establecen como pilares fundamentales de la sociedad. Es el tiempo de los grandes ideales, de la razón como guía y de la búsqueda de la verdad objetiva. Sócrates encarnó este paradigma en su rechazo a las fórmulas fáciles y su insistencia en que el conocimiento auténtico solo se alcanza mediante la confrontación y el diálogo.
Sin embargo, esta búsqueda de solidez también tuvo sus riesgos. La rigidez y la incapacidad de adaptarse a los cambios llevaron eventualmente a la transición hacia una modernidad más líquida. La figura de Sócrates sigue siendo una inspiración, pero su enfoque se enfrenta a la inestabilidad y los desafíos de las sociedades modernas.
Los sofistas: arquitectos del debate democrático y la construcción de la razonabilidad
Los sofistas, frecuentemente desacreditados en los diálogos platónicos, merecen ser reconocidos como figuras esenciales en la construcción de los pilares democráticos de la sociedad. Su énfasis en la importancia del debate público y su capacidad para articular diferentes perspectivas colocaron al discurso en el centro de la vida cívica, un legado que sigue vigente en los marcos democráticos contemporáneos.
En la Atenas del siglo V a.C., los sofistas revolucionaron el modo en que se percibía el conocimiento y el poder del lenguaje. Al enseñar la retórica, otorgaron herramientas a los ciudadanos para participar en los foros públicos, contribuyendo a una democratización del acceso al diálogo político. Fueron pioneros en valorar la legitimidad de las ideas no por su origen divino o absoluto, sino por su capacidad para convencer y resonar en el ámbito público. En esencia, para los sofistas, la verdad no era fija ni inmutable, sino una construcción social, moldeada y legitimada a través del intercambio argumentativo.
La nueva retórica de Perelman: un puente con los sofistas
El enfoque innovador de los sofistas encuentra ecos en la "nueva retórica" desarrollada por Chaim Perelman y Lucie Olbrechts-Tyteca en el siglo XX. Este marco teórico rescató la importancia de la argumentación en la esfera pública, alejándose de la lógica formal tradicional para centrarse en la razonabilidad, un concepto más fluido y humano. Para Perelman, la argumentación eficaz no busca alcanzar una verdad absoluta, sino construir adhesión entre los interlocutores, apelando a sus valores, emociones y contextos compartidos.
Aquí yace el paralelismo con los sofistas: ambos subrayan que las ideas adquieren legitimidad no en abstracto, sino a través de su capacidad para persuadir y encontrar aceptación en una audiencia específica. Este enfoque, lejos de reducirse a mera manipulación, rescata la complejidad del ser humano y su relación con la verdad como un proceso dinámico y colectivo.
La razonabilidad en el contexto contemporáneo
En un mundo marcado por la modernidad líquida que describió Bauman, donde las certezas se diluyen y los discursos se multiplican, el legado de los sofistas adquiere nueva relevancia. La razonabilidad se convierte en un faro para navegar en un mar de perspectivas divergentes. En este contexto, la "nueva retórica" ofrece herramientas cruciales para fomentar un diálogo democrático en el que la diversidad de ideas enriquezca, en lugar de fragmentar, a la sociedad.
Valorar a los sofistas implica reconocer su aporte como defensores del pluralismo y de una concepción del conocimiento que no se impone, sino que se construye. Reivindicarlos significa también abrazar la posibilidad de que, a través del debate y el intercambio razonado, podamos seguir edificando un espacio público donde la democracia florezca.
La modernidad líquida: los sofistas resucitados
En el mundo actual, marcado por la modernidad líquida, las certezas se han diluido. Las instituciones pierden su autoridad y los individuos se enfrentan a una multiplicidad de opciones que los llevan a buscar soluciones rápidas y adaptables. En este sentido, los sofistas resurgen como representantes de una realidad donde la persuasión y la percepción son más valiosas que la búsqueda de una verdad universal.
En la esfera líquida, la retórica sofista encuentra un terreno fértil. Bauman describe cómo las verdades están sujetas a constante negociación y cómo las redes sociales, el marketing y el discurso político han evolucionado hacia formas modernas de sofistería. Sócrates, con su insistencia en la verdad y la virtud, parecería una figura desfasada, pero su legado nos invita a reflexionar
sobre el precio de abandonar la búsqueda de profundidades y abrazar la superficialidad.
El desafío contemporáneo: reconectar el diálogo
El enfrentamiento entre Sócrates y los sofistas nos recuerda que las preguntas sobre el valor del conocimiento y la autenticidad son eternas. Bauman pone en el centro del debate la capacidad de las sociedades modernas para encontrar equilibrio entre la solidez y la fluidez. En un mundo líquido, ¿es posible rescatar el espíritu socrático y aplicarlo a las incertidumbres de hoy?
Tal vez la respuesta esté en recuperar el arte del diálogo socrático, no como una búsqueda inmutable de verdades, sino como un medio para construir puentes entre la fluidez de la vida moderna y los principios que nos guían. El desafío es enorme, pero como Sócrates mismo dijo: “Una vida sin examen no merece ser vivida”. Examinar nuestra modernidad, sólida o líquida, es un paso hacia un futuro más consciente y auténtico.
En conclusión, el diálogo entre Sócrates y los sofistas, junto con las reflexiones de Bauman y Perelman, nos invita a explorar cómo conciliamos la búsqueda de verdades universales con la aceptación de la fluidez y diversidad del pensamiento. En un mundo que oscila entre la solidez y la liquidez, queda abierta la pregunta: ¿podremos construir espacios democráticos donde la razonabilidad y el debate sigan siendo los pilares de nuestra convivencia? El desafío, sin duda, merece continuar en discusión.
Bibliografía.
Bauman, Z. (2000). Modernidad líquida. Editorial Paidós. España.
Barrera, Jorge. (2021). https://mediomundo.uy/contenido/3420/los-sofistas
Julián Marías (1958). Historia de la Filosofía. Revista de Occidente. Madrid
Los sofistas: testimonios y fragmentos, traducción de José Solana Dueso, Madrid, Alianza Editorial
Perelman y L. Olbrechls-Tyteca.(1989). Tratado de la argumentación. La nueva retórica. Gredos, España.

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