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En América Latina necesitamos otra perspectiva global. Por eso deberíamos mirar con mayor atención los formidables procesos históricos africanos.
31/08/2024 Agustín CourtoisieSi las personas de apariencia más exuberante tuvieran el abdomen transparente, de pronto veríamos sus tripas y adivinaríamos el balanceo de sus heces. Nuestra percepción acerca de ellas cambiaría por completo.
África es la panza transparente del planeta. Si nos decidiéramos mirar allí veríamos con claridad la deglución de recursos ajenos gigantescos y los más repugnantes procesos del capitalismo, maquillado con eficacia en otras latitudes por los medios masivos. Para ellos, África es apenas un continente tribal, violento, atravesado por epidemias y por hambrunas. La culpa sería de los africanos, claro está.
Pero algo no calza bien entre esas noticias reiteradas y el más reciente informe del Banco Mundial titulado El pulso de África (2024): “El crecimiento repuntará en 2024, ya que pasará de un umbral de 2,6 % en 2023 a 3,4 % en 2024 y 3,8 % en 2025”. Hace poco más de un siglo, Leopoldo II de Bélgica, cuando no habilitaba asesinatos ordenaba la amputación violenta de alguna extremidad ante la desobediencia, en los territorios bajo su “civilizadora” obra, área que coincide hoy en forma aproximada con la República Democrática del Congo. Todavía se discute la cifra exacta de sus masacres pero su fotografía debería figurar junto a la de Adolf Hitler.
La tragedia africana no cesa hoy, aunque cada tanto se perciba algún destello de esperanza. Hace una década el periodista Jon Lee Anderson publicaba La herencia colonial y otras maldiciones. Crónicas de África (2012). Allí nos explicaba que Angola era “una de las mayores catástrofes colectivas de África producida por una guerra pagada con petróleo y diamantes”. También hablaba de “Somalía, el Estado más fallido” (título que yo me atrevería a cambiar por “el Estado más presionado a fallar”). Y de “los últimos días de Muammar Gaddafi” (Libia), o de Sudán como de “una historia de violencia” dividida en dos países.
En octubre de 2023, la activista congoleña Christine Schuler Deschryver, militante contra las violaciones sexuales usadas como arma de guerra de las milicias, declaró lo que habría que señalar con el dedo cada vez que miremos uno de los desgradables estómagos del capitalismo:
“La historia del país de donde vengo, la República Democrática del Congo, ha consistido en colonizar, desempoderar, extraer recursos y eliminar la capacidad de acción del pueblo sobre sus cuerpos, sus tierras, sus corazones y sus destinos. La razón de esta violencia incesante es la guerra subsidiaria que se libra actualmente por los vastos recursos minerales del país, esenciales para la producción de sus ordenadores, teléfonos y aparatos electrónicos”.
A cuenta de futuras entregas sobre África –ojalá podamos referirnos a los recientes “golpes de Estado” de las excolonias francesas–, recordemos aquello que con enorme lucidez, dijo el filósofo francés Bruno Latour en su libro Donde aterrizar (2017). Allí Latour pone de manifiesto la enorme hipocresía de los países supremacistas, colonialistas, cruelmente imperialistas:
“Europa se creía capaz de dominar el mundo. De todos esos crímenes el más importante es el haber creído que podía instalarse en lugares, territorios, países y culturas eliminando a sus habitantes o reemplazando sus formas de vida por las suyas –en nombre de la necesaria civilización–. Es como si Europa hubiera hecho un pacto centenario con los migrantes potenciales: nosotros vinimos a vuestro territorio sin consultaros; vosotros vendréis al nuestro sin consultarnos. Toma y daca. Después de haber invadido todos los pueblos, todos los pueblos vienen a Europa”.
En América Latina necesitamos otra perspectiva global. Como sugería hace décadas Carlos Quijano, debemos asumir nuestra condición de “nación de repúblicas”. Salvando mil diferencias con África, la disyuntiva esencial aquí también es Patria o Colonia. Por eso América Latina debería mirar con mayor atención los formidables procesos históricos africanos.
Publicado en Frente Obrero, Nº 1055. Montevideo, julio de 2024.
Crédito: Getty images.
https://aventurasnahistoria.com.br/noticias/reportagem/o-horror-do-estado-livre-do-congo-em-imagens.phtml
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