Kant: “gigante en los hombros de gigantes”

19 de abril de 2024 Por Jorge Barrera
Continuando con la serie de artículos sobre el pensamiento kantiano, en esta entrega me voy a referir a los elementos que Kant hereda de la modernidad. Tanto aquellos que recoge del racionalismo, como los que toma del empirismo.
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Seguramente no voy a agotar estos aportes sobre los cuales Kant construye su pensamiento, pero intentaré mostrar que más allá de su indiscutible originalidad, al igual que el famoso obispo de Chartres,  evidencia que “somos enanos en los hombros de gigantes”.

El pensamiento crítico: cimiento de la modernidad

El pilar fundamental de la modernidad, el pensamiento crítico, encuentra en Kant un heredero y defensor. Si bien no adopta la radicalidad cartesiana de demoler todo conocimiento previo, sí comparte la actitud crítica de no aceptar nada como verdad sin un examen riguroso.

Recordemos que Descartes sugiere tirar abajo todos los conocimientos y comenzar a construir nuevamente a partir de una certeza, en del discurso del método decía: : “Fue el primero, no admitir como verdadera cosa alguna, como no supiese con evidencia que lo es; es decir, evitar cuidadosamente la precipitación y la prevención, y no comprender en mis juicios nada más que lo que se presentase tan clara y distintamente a mí espíritu, que no hubiese ninguna ocasión de ponerlo en duda.” (barrera, 2022)

Descartes, al igual que un arquitecto que pretende construir una ciudad desde los cimientos, busca fundamentar todo el saber en la evidencia. Con posterioridad otros filósofos, tanto racionalistas como los empiristas. también realizaron nuevos aportes, exhibiendo esa misma actitud de no dar nada por cierto sin someterlo a crítica.

La objetividad: una construcción entre sujeto y objeto

Kant aborda el problema de la objetividad desde una perspectiva novedosa, superando las limitaciones tanto del racionalismo como del empirismo. Para él, la objetividad no reside únicamente en los objetos externos, sino que se configura en la interacción entre la estructura cognitiva del sujeto y el mundo exterior. Estamos también aquí frente a una innovación cartesiana modificada por Leibniz. Sin embargo, hasta Kant no se aclara del todo ni el planteamiento, ni las vías de solución.

Kant considera que el conocimiento no puede representar la realidad trascendente. El neumeno es incognoscible. Lo conocido es un saber instrumental en manipulación científica de un mundo de “cosas” que permanecen desconocidas. Solamente conocemos los  fenómenos. Hay un cierto pragmatismo científico en la concepción de la objetividad.

Para Kant, la objetividad no es simplemente una característica de los objetos externos, sino que está intrínsecamente relacionada con la estructura cognitiva del sujeto. El  argumentó que nuestra experiencia del mundo está mediada por las categorías a priori de la mente. Estas categorías, como la causalidad, la sustancia y la temporalidad, son fundamentales para nuestra comprensión del mundo. La objetividad no se encuentra en los objetos mismos, sino en cómo nuestra mente organiza y estructura la experiencia,  por lo tanto, no se refiere a la realidad absoluta de los objetos, sino a cómo se presentan a nuestra conciencia. Así mismo, la objetividad no es una propiedad inherente a los objetos, sino una construcción en la que interviene también la mente humana que nos permite comprender el mundo y tomar decisiones,  tendrá que reaccionar y superar la disolución de la objetividad en los procesos psíquicos que propone el empirismo.

La gnoseología: una ciencia de los límites del conocimiento

En consonancia con el empirismo, Kant reconoce que la gnoseología debe enfocarse en los límites del conocimiento humano. No busca abarcar la totalidad del saber, sino comprender las condiciones que lo hacen posible, refiere al planteamiento de toda gnoseología especulativa como gnoseología de límites.

En este punto el pensamiento kantiano es más deudor del empirismo que del racionalismo. Ya que es Locke quien realiza un planteo claro y decisivo, comenzando  su ensayo centrado en las habilidades humanas y la naturaleza de la mente,  antes de investigar sobre la realidad, argumentó que debemos examinar nuestras propias capacidades cognitivas. Su objetivo era despejar el camino hacia el conocimiento, eliminando obstáculos y basándose en la experiencia.

El estudio genético del conocimiento: desentrañando las estructuras mentales

La mirada de Kant no se dirige al contenido del conocimiento en sí, sino a las estructuras mentales que lo posibilitan. Introduce la distinción entre fenómeno y noúmeno, estableciendo que solo podemos conocer el mundo tal y como lo experimentamos, filtrado por nuestras estructuras a priori.

Kant no se centra en el contenido de nuestro conocimiento, es decir, en qué cosas conocemos, sino en las condiciones que hacen posible ese conocimiento. Se pregunta: ¿cómo es posible que tengamos un conocimiento objetivo del mundo? ¿Qué estructuras mentales hacen posible que la experiencia sea coherente y significativa?

Para responder a estas preguntas,  introduce la distinción entre fenómeno y noúmeno. El fenómeno es el mundo tal y como lo experimentamos, es decir, el mundo filtrado por nuestras estructuras mentales a priori. El noúmeno, en cambio, es la realidad en sí misma, tal y como existe independientemente de nuestra mente.

Según Kant, solo podemos conocer el fenómeno, ya que el noúmeno está más allá de nuestra capacidad de conocimiento. Sin embargo, las estructuras mentales a priori que nos permiten conocer el fenómeno son trascendentales, es decir, no derivan de la experiencia, sino que son condiciones necesarias para la misma.

Kant buscaba establecer una base sólida para el conocimiento científico, que había sido cuestionada por el empirismo y el racionalismo. El empirismo sostenía que todo conocimiento proviene de la experiencia, mientras que el racionalismo sostenía que existe un conocimiento innato e independiente de la experiencia. El intenta superar estas dos posturas proponiendo una síntesis entre ambas. Afirma que el conocimiento se compone de dos elementos: materia y forma. La materia proviene de la experiencia, mientras que la forma es aportada por las estructuras mentales a priori.

De esta manera  establece una base trascendental para el conocimiento científico, es decir, una base que es universal y válida para todos los seres humanos. Las estructuras mentales a priori son las mismas para todos nosotros, por lo que el conocimiento científico puede ser objetivo y universal.

En resumen, la filosofía de Kant se llama trascendental porque se centra en las condiciones del conocimiento (no en su contenido) y porque busca establecer fundamentos universales para el conocimiento científico,  introduce la idea de las categorías del entendimiento, que son estructuras mentales a priori que nos permiten organizar la experiencia. Las categorías son conceptos como causa y efecto, sustancia y accidente, etc.

Para Kant se debe distinguir entre el mundo fenoménico que es el mundo tal y como lo experimentamos y el mundo nouménico es la realidad en sí misma. sostiene que solo podemos conocer el mundo fenoménico, ya que el mundo nouménico está más allá de nuestra capacidad de conocimiento.

Kant, el gigante sobre hombros de gigantes

En esta entrega, hemos explorado la profunda conexión de Kant con la modernidad, evidenciando cómo su pensamiento se nutre de las ideas y aportes de sus predecesores, a la vez que las trasciende con originalidad.

El legado de Kant: una filosofía trascendental

La trascendentalidad de la filosofía kantiana radica en su enfoque en las condiciones del conocimiento y en su búsqueda de fundamentos universales para la ciencia. Las categorías del entendimiento, estructuras mentales a priori, permiten organizar la experiencia y dotar al conocimiento de objetividad y universalidad.

El pensamiento de Kant ha trascendido los confines de la modernidad, dejando una huella imborrable en el desarrollo de la filosofía y el conocimiento. Su obra continúa inspirando y desafiando a pensadores de todas las disciplinas, consolidándolo como uno de los gigantes intelectuales de la historia.

En definitiva, Kant no solo heredó y reelaboró las ideas de la modernidad, sino que las elevó a nuevas cotas, sentando las bases para el desarrollo del pensamiento filosófico y científico en los siglos venideros.

Bibliografía

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