¡La bolsa o la vida! Nuestro territorio Mal... donado

Carlo Goldoni, hace más de tres siglos, redondeó una commedia dell’arte inolvidable, Servir a dos amos; la  historia y las cabriolas del protagonista para atender a dos amos, a veces con intereses dispares, y sobre todo, para atenderse a sí mismo; un “muerto de hambre” modelo siglo xviii. El intendente fernandino Enrique Antía, Mr. Simpatía, el de la eterna sonrisa, ha superado ampliamente esa duplicidad del protagonista goldoniano –“Truffaldino, que puede traducirse al español como Fraudolent” (según wikipedia)−.

17/01/2025 Luis E. Sabini Fernández
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El intendente fernandino Enrique Antía, Mr. Simpatía, el de la eterna sonrisa, ha superado ampliamente esa duplicidad del protagonista goldoniano –“Truffaldino, que puede traducirse al español como Fraudolent” (según wikipedia)−.

Antía, atraído no sabemos por cuáles atractores, tiene estrechísima vinculación con CIPEMU (Comité Israelita Punta del Este, Maldonado, Uruguay), que desde su no muy remoto origen ha ido estrechando sus vínculos con Israel, visible en los contratos que la autoridad política de Maldonado ha establecido con empresas israelíes vinculadas a la seguridad (compra de cámaras de vigilancia… para evitar robos; preocupación que parece vertebral entre los forjadores de CIPEMU).

Pero no solamente esa actividad, empresaria, nos muestra CIPEMU. Un lado sustancial de su actividad es pedagógica, el International College, todo un semillero de futuros dirigentes o población alfa más. Sus veladas al aire libre, a la orilla del mar en el verano puntaesteño, con damas desplegando sus ropas talares, apuntan al mundo ideal que imaginan.

Entre bambalinas, CIPEMU despliega su poder ideológico o de policía del pensamiento, cuidando que Mr. Simpatía no se exceda en sus sonrisas y por ello, en su momento, le señaló la inconveniencia de autorizar sesiones de un congreso de docentes de historia, en salones del gobierno fernandino.

La razón en ese caso, fue sagrada: CIPEMU percibió que dichos docentes eran antisemitas, o al menos que entre dichos docentes había antisemitas. Y CIPEMU declara luchar contra el antisemitismo. La verdad de la milanesa es que CIPEMU no acepta críticas a Israel (es fácil: toda crítica a Israel es antisemita según las instrucciones del IHRA (International Holocaust Remembrance Alliance) en castellano, Alianza Internacional para el Recuerdo del Holocausto, que ha dictaminado que está de más toda aporte histórico que ponga en entredicho la historia oficial del Holocausto. Así que chau investigación.

A la vista de la violencia claramente genocida del Estado de Israel, un estado condenado hasta desde la mismísima ONU, Antía ha desplegado su vuelo político: “Reivindicó los ataques de Israel sobre la Franja de Gaza.“ (https://ladiaria.com.uy › maldonado › articulo › antia-r..., 5 ene 2025).

Pero a la vez, tal vez imaginándose ecuánime, ha agregado: que «apoya todos los intentos de paz» (ibíd.). Y mostrando su persistente bizquera, Antía apostrofa: “Israel tiene derecho a defender a sus familias.” (ibíd.) ¿Se defiende a sus familias asesinando colectivamente a miles de bebés de la población a la que se quiere despojar de sus tierras (y junto con los bebés, sus hermanitos, sus padres, madres, tíos, primos, abuelos)?

Por lo visto, la piedad de Antía alcanza a los torturadores sionistas y a sus familias, pero nada le queda para los palestinos victimizados desde hace tanto tiempo (es el conflicto más largo, cronológicamente, de nuestro tiempo).

Antía tiene otras facetas, no todo lo que brilla es CIPEMU.

Cuando una empresa argentina, quiso convertir la rocosidad  de Punta  Ballena en asiento de centenares de viviendas, en edificios de altura para “pasar a cobre” el extraordinario valor paisajístico y geológico del lugar (único en nuestra geografía, que no es la de un Canadá o una Rusia euroasiática con la superficie de sus millones de km2…), fue únicamente el rechazo de la sociedad local la que permitió arrinconar primero el proyecto, que fue finalmente desechado, sin participación a la vista del sr. Intendente.

Antía tiene sus miras: fomentar la implantación de asentamientos argentinos, lo que resulta a la larga, entregar la tierra a ajenos.

En Maldonado, con la “administración” Antía, ahora mismo, se está intentando entregar tramos de costa a extranjeros (lamentablemente no es el único caso; vimos años atrás, otros intentos, como el del expresidente José Mujica, con las ”granjas marítimas”).

Empeñado en venderlo todo, se está ahora plasmando la concesión de 700 viviendas sobre la minúscula Laguna del Diario, arruinando un exquisito lugar que ornitólgos califican como de parada y descanso de aves migratorias, que resulta un entorno sumamente agradable de la costa oriental de nuestro país. Queremos suponer que con exquisita delicadeza la intendencia proveerá algún otro sitio de descanso para las aves, a las que se les informará en idioma castellano, sitio que dispondrá de comida perfectamente balanceada para aves y hasta con primorosos bebederos con alguna bebida cola, siempre fresca y, sobre todo, saludable.


Dijimos que Antía supera el número dos que nos recordaba Goldoni. Antía no sólo ha generado una alianza de la cual apenas arañamos la superficie (porque el Estado de Israel tiene una dimensión oculta enorme, incomparable respecto de su lustrada superficie tecnológica y de su sórdida política de mano dura), no sólo parece empeñado en estimular negocios con Israel y con inversionistas argentinos, regalando el territorio para que sus empresas lleven a cabo sus emprendimientos como si fuera  en “tierra conquistada”.

Parece resuelto a vender todo el territorio a su alcance despojándolo de “obstáculos”.

Ya hemos visto como el cerro San Antonio está siendo parcelado y vendido mediante la participación de inmobiliarias privadas (que no sabemos de dónde extraen sus derechos de propiedad, aunque imaginamos, claro, que “todo es legal”), como si se tratara de una manzana urbana más y no de un monte perteneciente a la naturaleza y a la fauna y flora locales.

Últimamente ha declarado con descaro que jamás ha estado de acuerdo con el proyecto de los edificios gigantes que inversionistas, con el signo de pesos en las pupilas, habían proyectado encima de Punta Ballena, usurpando y trastornando las riquezas naturales de nuestro país.

A esta altura tales declaraciones suenan más bien a “que las uvas están verdes”.

Porque persistentemente ha criticado a quienes procuran cuidar el ambiente, a estudiar los arenales, las dunas, las corrientes marinas, los cerros y la fauna y flora autóctonas. Son gente molesta, ‘fábricas de impedir’ ha dicho.

Para los negocios, obviamente.

Y tiene razón, don Enrique. Hay un cierto conflicto entre la salud, el cuidado del ambiente, la alimentación, y los negocios.


El problema sobreviene cuando quien es votado para cuidar la salud, el ambiente, la alimentación de los habitantes, opta por cuidar… los negocios.□

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