Los límites del macaneo

Columnas 06 de febrero de 2024 Por Luis E. Sabini Fernández
Glosando decires del absolutismo mental: “Por siempre Israel”, de Ruben H. Díaz.
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Lo que sorprende de la profesión de fe del conocido activista político colorado es su escuálida contextura racional, lógica, conceptual. Pensemos que estamos leyendo o tomando contacto con el discurso de un referente político nacional.

Como recordaba mi inolvidable docente Mario Sambarino, catedrático de Filosofía de la práctica (ética, política), hay límites para el macaneo.

En su primer párrafo habla de judíos, aunque en rigor se refiere a sionistas: “defendiéndose con serenidad, grandeza”.

¿Fue sereno el operativo en el recinto de la fiesta rave y en su playa de estacionamiento en la cual los helicópteros israelíes barrieron con artillería pesada todo el suelo matando a judíos, palestinos, guerrilleros, rehenes, todo mezclado?

Y siguiendo, ¿cuál es la grandeza en el derribar edificios de vivienda desmoronándolos hasta el suelo, enterrando vivos a muchos de sus moradores (tanto porque dieran pocos minutos para la evacuación como porque no dieran tiempo a la evacuación, generalmente muy dificultosa para enfermos y ancianos; lo prueba la cantidad de cadáveres rescatados de los escombros… y la cantidad que nadie sabe que permanecen allí, debajo de los escombros porque no hay maquinaria de despeje que exige alto consumo energético y a los palestinos se los ha reintroducido, deliberadamente –como con orgullo ha proclamado algún dirigente israelí− en la “prehistoria”. Y la carne putrefacta podrá ser junto con otros desperdicios buen motivo para focos patógenos en esas ciudades destrozadas.

Si en el pasaje que comentamos luce cierta insuficiencia intelectual o ética, en el que ahora transcribimos: “Moisés invocó a dios […] al hacerlo fundó a la civilización occidental y cristiana […] no fue la única civilización que construyó monumentos ni puentes  de la vida real y del pensamiento humano. Es cierto, pero es la nuestra. Así se forjó lo que somos.”¿Qué falta, a ver alumno de tercer año…? ¿Y la griega, la grecorromana, la grecorromanavikinga (suma y sigue)? ¿Quién le contó a Díaz que “la nuestra” es la cultura judía? Cero en historia. Medio cero, que es lo peor.

“Los ataques fueron los peores, los más arteros, los que nunca se detuvieron ante nada.” ¿Conoce Ruben H. Díaz la labor de los mistarviim durante “la guerra de la independencia” de 1947, 1948 o incluso antes, durante la huelga general palestina de 1936 a 1939? ¡Hay que cachar lo’ libro’ que no muerden! Lea, por favor, un historiador, judío, Ilan Pappé La limpieza étnica de Palestina, Editorial Crítica, Barcelona, 2011. O a Chomsky, Noam, también judío, por favor! O a Sand, Morris, Shlaim o Simha Flapan.

En el pasaje que voy a transcribir, la cuestión se espesa, porque no sabemos si el origen de la mala fe, la falsedad mecánica,  es solo producto de insuficiencia mental o de una mendacidad que no merece respuesta honorable: define el asalto del 7 de octubre como “Un nuevo intento para terminar con Israel. Por una gente que recibía agua y alimento de quien tanto odian.”

Cero en historia, otra vez dicente de lengua suelta: la Franja de Gaza era un pequeño territorio milenariamente autosuficiente, con dátiles, aceitunas, naranjas, pesca, que se conoce como uno de los primeros lugares agrícolas de la humanidad. Sobrepoblado con la Nakba de 1948. Pero esa inmigración repentina no fue nada al lado de la política del Estado de Israel para adueñarse del territorio. Una política cerebralmente construida: malograr cultivos mediante contaminantes, dirigiendo los efluentes israelíes situados detrás de la franja, hacia Gaza para que deriven al mar, malogrando campos a su paso; inutilizar mediante  bombardeos las plantas potabilizadoras de agua en la Franja (y que Mekorot les  venda el agua mucho más cara que a los enriquecidos israelìes), arruinar también sus centrales de producción eléctrica mediante bombardeos; arruinar todos los vínculos con el mundo “exterior” inutilizando el puerto, impidiendo la llegada de barcos, bombardeando el aeropuerto (construido mediante asistencia española), impedir el paso de alimentos que sobrepasen límites de calorías por habitante establecidos por Israel, con lo cual Israel fue  desmejorando progresivamente la calidad alimentaria de sus habitantes. Debilitándolos, enfermándolos.

También encerrados sanitariamente: para franquear una de sus fronteras, palestinos con enfermedades que no podían ser tratadas o enfrentadas dentro de la franja, eran sometidos al chantaje de ceder información, hacerse “buchones” para obtener el remedio o la cura. Lo cual, una vez más, califica moralmente, a Israel.

RHD insiste: “Era de Israel de donde llegaba agua y alimentos para la gente que vive en Gaza. No iba de Egipto ni de ningún otro lado.”

Precisamente: llegaba exclusivamente de Israel para poder controlar el hambre y la desnutrición programada, estimado. La hostilidad con que han tratado desde el 7 de octubre al personal contratado por ONU para proveer de alimentos o medicamentos a los gazatíes (llevan asesinados más de un centenar de ese personal; un fenómeno sin precedentes en ningún otro operativo del PMA, Programa Mundial de Alimentos, que en las últimas décadas han llevado a cabo decenas, en el Cuerno de África, en el Sahel, etcétera), revela el interés de Israel en conservar el monopolio alimentario (es decir, el torniquete genocida mediante alimentos).

RHD no debería ser tan, tan ingenuo.

“Los obligaron a luchar de vuelta.”, sigue nuestro multicitado. Que nos diga cuando el gobierno sionista ha dejado, no ya de “luchar” que es una concesión deportiva que no se compadece con la realidad, sino de abusar, atropellar, asesinar a población palestina.

El desprecio que deja traslucir hacia los palestinos con su suposición “porque sus propios hermanos no quieren saber nada con ellos” ignora supinamente la historia tal cual es y revela una visión de la colonización al estilo de cowboys e indios con una carga de                   desprecio al débil que solo refleja la estulticia del autor. En los primeros años, los sionistas reservaron su violencia para acallar voces judías discrepantes; a los campesinos palestinos despojados se los trató indirectamente, mediante la policía turca, luego la inglesa. Los sionistas esquivaban la carga represiva. El sionismo reveló sus simpatías fascistas en los ’20, los ’30 (y las demócratas, desde 1945).

“En un mundo que vivió un largo proceso de paz, de desarrollo, de crecimiento”. Aquí entramos a la página de humor de nuestro mal aventurado RHD.  ¿Cuál es ese largo proceso de paz, desarrollo y crecimiento” que nuestro redivivo Pangloss ha descubierto? Sería bueno que nos diera siquiera algún ejemplo. ¿Estará deslumbrado por los rendimientos monetarios de las grandes corporaciones? ¿Por la cantidad de autos por habitante?, ¿por el valor del dólar?, ¿por el porcentaje de vacunados contra pandemia covid?, ¿por la expansión galopante de los cánceres? Que nos dé alguna pista, please (se lo rogamos en inglés para que nos entienda).

Tras esa visión idílica, nuestro autor prosigue un poco indescifrablemente: “se ven cada vez más tendencias y organizaciones que ante nada se detienen. No solo quieren destruir a Israel. Otros quieren encender los bosques en distintos sitios del planeta para demostrar que lo bueno es malo.” ¿Entiende el lector? Explíquemelo.

El final de su alegato no merece comentarios. Porque no sigue desbarrando como en los pasajes que examinamos. Nos alegramos por él.□

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