Política y educación

Columnas06 de septiembre de 2022 Por Jorge Barrera
Todos los pedagogos, más allá de su ideología, coinciden en admitir que existe una íntima relación entre la educación y la política. La importancia del sistema educativo, en la permanencia y progreso de cualquier sistema, es un supuesto compartido por los diversos actores y la totalidad de las corrientes de la enseñanza.
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Las confrontaciones planteadas en el escenario de la política, tienen, necesariamente, su correlato en el campo de la educación. Por esta razón, de pronto, se constituye  la educación en un escenario de conflictos y contradicciones. Se pueden distinguir siempre dos funciones, que están en constante tirantez: una función conservadora y una función transformadora.

 Las diferencias entre los diferentes teóricos,  quizás, no se refieren, solamente,  al fondo del problema, sino también, a la manera en la que esta tensión se resuelve.

No hay dudas que la educación forma parte de la cultura. Es así que en cada etapa histórica y en cada civilización, tiene una función importantísima, tanto,  en la integración de las nuevas generaciones a la vida social, como, por otra parte, en la promoción del cambio y el progreso, a través del desarrollo de mejores formas de convivencia. 

Si hay algo en lo que también acuerdan la gran mayoría de los pedagogos, es en la importancia de la educación para preparar para el mundo del trabajo. Por supuesto que aquí tenemos un nuevo problema, el mismo radica en que no todos, los teóricos de la  educación, coinciden en lo qué se entiende por trabajo. Mientras unos lo identifican con el empleo, otros, poseen una visión más amplia que incluye toda actividad humana destinada a modificar la realidad.

Realizada esta breve introducción, intentaré centrarme en la importancia de la educación y su relación con la política.

La educación tiene como principal  finalidad la formación del ciudadano. Las virtudes cívicas se identifican, por una parte, con la capacidad para participar activamente en la vida ciudadana. La persona educada será capaz de distinguir las informaciones correctas de las falacias, no se dejará manipular facilmente. La educación permite a los sujetos comprender su lugar en la sociedad, realizar un análisis propio de la realidad, conocer sus derechos y obligaciones y actuar conforme a ellos. 

Solamente con una buena educación , tendremos una democracia fuerte.

“La importancia de la labor de las instancias educativas en favor de la constitución de sociedades democráticas ha sido proclamada en forma reiterada en diferentes épocas y por diferentes autores. En el siglo XX, desde el campo propiamente educativo encontramos desde principios de siglo voces como la del filósofo y pedagogo norteamericano John Dewey, hasta las de pensadores y pedagogos contemporáneos tales como Paulo Freire, Henry Giroux, Michael Apple, Carlos Torres, Donald Macedo o Jurjo Torres, entre otros. “(Ovelar, Nora. 2005).

La segunda finalidad de la educación es preparar para el mundo del trabajo, para el presente y para el futuro. Asegurar el derecho al trabajo es también  un imperativo político ineludible.

En la sociedad de la información el conocimiento se ha constituido en uno de los bienes más valiosos. 

¿Qué se puede hacer desde la política para que los ciudadanos se puedan integrar exitosamente a la nuevo orden económico mundial? Robert Reich, analiza el nuevo contexto en un trabajo que titulo: “El trabajo de las naciones, 1993”.

Para este autor, ni el proteccionismo, ni la vieja política de apoyo a industrias específicas, son la solución. A juicio de Reich la preocupación del Estado debe ser invertir en la educación de sus ciudadanos. Más allá de la falsa oposición planteada, es evidente que sin educación es dificil lograr la inserción de la mayoría de los ciudadanos en el mundo del empleo.

A partir de un prolijo estudio de la sociedad norteamericana, el  autor realiza un análisis de la economía actual, que se puede aplicar en todo el mundo globalizado, distinguiendo tres tipos de ocupación:

“Básicamente, están surgiendo tres amplias categorías de trabajo, que corresponden a 

las tres diferentes posiciones competitivas en las cuales se encuentran los norteamericanos. 

Estas mismas categorías están tomando forma en otras naciones. Las denominaremos 

servicios rutinarios de producción, servicios en persona y servicios simbólico-analíticos.” (Reich, Robert, 1993)

Los servicioss rutinarios son los que requieren menor especialización y poco a poco se van sustituyendo por automatismos.

En esta categoría encontramos los cajeros de los supermercados y otros comercios, así mismo, toda la serie de actividades que poco a poco son desplazados por máquinas. Estos trabajadores son sustituibles facilmente, debido a su escasa especialización. Por otra parte son prescindibles, en la medida que su función puede realizarse con menos costo. No solamente ciertas funciones tradicionales se agrupan en esta categoría, también algunos de los nuevos empleos se ubican en esta clase.

“Contrariamente a lo que predijeron muchos profetas de la "era de la informática", 

quienes auguraban con entusiasmo una abundancia de puestos bien remunerados, incluso para la gente con las habilidades más elementales, la dura realidad es que muchas tareas del procesamiento de datos entran fácilmente dentro de esta categoría. Los "infantes" de la economía moderna son las hordas de operadores que, instalados en oficinas apartadas, trabajan en las terminales de las computadoras conectadas con los bancos de datos mundiales. Ellos introducen rutinariamente en las computadoras -o extraen- los datos con las listas de compras y cancelaciones de las tarjetas de crédito, cheques librados, cuentas y correspondencia de los clientes, nóminas de sueldos, listas de pacientes, facturas de internación, fallos judiciales, listas de suscriptores, catálogos, y así sucesivamente. La "revolución de la informática" nos ha hecho ser más productivos, pero también ha generado una enorme acumulación de datos, los cuales deben ser procesados con métodos tan rutinarios como los de las líneas de montaje de una fábrica” (Ibid)

En la grupo de los servicios personales encontramos una serie de actividades que se podrían considerar “artesanales”. Quien busca ocupación en este sector debe poseer atributos que le permitan relacionarse de manera empática, para lo cual necesita poseer competencias comunicativas y  habilidades sociales, además de saberes propios de una profesión, arte u oficio. Su labor suele estar precarizada, ya que no existen las seguridades laborales de tiempos anteriores y los cambios en las demandas del mercado son constantes.

La educación debe hacerse cargo de formar a los estudiantes para poder insertarse en alguno de los sectores. Y la política destinar los recursos necesarios para que el sistema educativo pueda cumplir su labor.

“Los trabajadores de los servicios en persona se supone que deben ser puntuales, fiables y dóciles, como los empleados de los servicios rutinarios de producción. Pero muchos de estos trabajadores deben satisfacer un requisito adicional: tener un trato afable. Tienen que saber sonreír y transmitir confianza y optimismo, incluso cuando se sientan abatidos. Deben ser corteses y serviciales, aun con el más aborrecible de los patrones” (Ibid)

Por último los analistas simbólicos

 “Incluidos dentro de esta categoría están los individuos que se denominan a sí mismos investigadores científicos, ingenieros proyectistas, ingenieros de sistemas, ingenieros civiles, biotecnólogos, ingenieros de sonido, ejecutivos de relaciones públicas, banqueros de inversión,abogados, planificadores de bienes raíces e incluso algunos contadores creativos. También abarca gran parte de la tarea que cumplen los consultores de varias especialidades: management, finanzas, impuestos, energía, agrícolas, armamentos, arquitectura; los especialistas en manejo de información y en desarrollo de las organizaciones, los planificadores estratégicos, los buscadores de talentos y cerebro para las empresas (headunters) y los analistas de sistemas. Además: los publicistas, los estrategas de marketing, los directores de arte, los arquitectos, los cineastas, los guionistas, los editores y escritores, los periodistas, los músicos, los productores de cine y televisión, e incluso los catedráticos universitarios.” (Ibid)

Estos trabajadores deben poseer los saberes necesarios para poder analizar la realidad.

Por otra parte, sería de extrema justicia que todos los ciudadanos puedan acceder, si es que así lo desean, al tipo de trabajo en el que se sientan mejor.  Y el sistema político debería crear las condiciones para una verdadera equidad en el acceso al empleo, independiente de la situación social, económica o geográfica de cada persona.

La tercera finalidad de la educación es la de legitimar las diferencias, todos los hombres somos iguales ante la ley, pero somos diferentes. En nuestra sociedad las diferencias se validan por nuestras virtudes y talentos. Cuando no es la educación quien realiza la tarea de diferenciación, la realizan otros medios más injustos, como son las relaciones familiares, las influencias o el mercado. Por eso la importancia de asegurar a todas las personas la mayor igualdad posible en el acceso a los diferentes niveles educativos.

En consecuencia, la política del estado debe velar por asegurar, a todos sus habitantes, el derecho a la educación, como forma de promover una mejor democracia y una sociedad más próspera y justa.

Parafraseando a José Pedro Varela podemos afirmar que “La educación del pueblo es la verdadera locomotora del progreso”

Bibliografía

OVELAR, Nora. (2005). Educación, política y ciudadanía democrática. a través de la especial mirada de paulo freire. Revista de Pedagogía, 26(76), 187-206. Recuperado en 03 de septiembre de 2022, de http://ve.scielo.org/scielo.php?script=sci_arttext&pid=S0798-97922005000200002&lng=es&tlng=es. 

REICH, Robert.: El Trabajo de las Naciones - Hacia el Capitalismo del Siglo XXI. Edit. Vergara, Buenos Aires, 1993.

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