Cómo mentir citando verdades
Lo viví una vez más este jueves de tarde mirando uno de los programas de televisión capitalinos, donde se exhibe sin pudor la mayor gama de inexactitudes imaginables, aunque las frases utilizadas puedan ser verdaderas.
La “discusión” entre panelistas sobre la posible donación del BID a la Intendencia de Montevideo, para seguir comprando agua para los necesitados, destapó una caja de pandora de monstruos dialécticos. Asegurar que el BID no había concedido el “prestamo no reembolsable” a la Intendencia es una verdad, pero obviar afirmar que la operación no fue posible porque el gobierno uruguayo no dio su consentimiento, transforma aquella frase verdadera en una mentira global. Además acusar a Cosse de querer ayudar para “apuntarse” méritos, es una infamia. Soslayar la desidia del gobierno nacional, al afirmar que se está ocupando del asunto, es utilizar otra verdad para aumentar la mentira; el ministerio de Economía impidió la intervención de la Intendencia, verdad no citada que aumenta la infamia de mentirle a la población menos formada políticamente, la que puede mirar tele al inicio de la tarde. ¿Se entiende cómo es mentir citando verdades?
Lo más grave es que esas falsedades no son hechos puntuales, situaciones anecdóticas, son engranajes de una maquinaria diabólica. No exagero. Escuchar un día si y otro también, un informativo hoy y otro pasado mañana, generando elementos para la charla vecinal o para las redes sociales, es como el agua salobre o salada en las calderas y calefones: va quedando un sedimento que obstruye los espacios (del razonamiento) y cada vez pasa menor cantidad de veracidad. Esto no es casualidad. Por lo menos son actos de irresponsabilidad, cuando no de mala intención, para sojuzgar la mente de la gente más sencilla.
No es necesario ser mal pensado o ladino, para contestarse por qué Lacalle hizo conferencia de prensa con el escultor, para anunciar que transformaría el “águila nazi en una paloma de Paz”. Seguramente porque el hecho logró sus objetivos: atraer la atención de un pueblo, en algo que más allá de lo histórico es una soberana pavada desde el punto de vista político. Pero eso motivó que nadie pensó ni habló de Penadés, y hasta aflojó su inquina hacia la impresentable decisión de Lacalle de no dar la cara en el reconocimiento de las violaciones condenadas por la Corte Interamericana, o los metropolitanos se olvidaron de la imbebible agua de OSE. Las impactantes actitudes histriónicas del presidente son también una forma de gobierno. El ahogo político que baja de los lamentables casos jurídicos de personajes del gobierno, no tienen arreglo. El presidente sólo puede hacer como el tero, tratar de distraer gritando lejos del nido.
La fusión del Banco Hipotecario con el República, propuesta para licuar las cuentas en UR de los deudores de vivienda, puede ser otro alarido distractivo. No creo que los proponentes de la idea tengan fundamentos serios. Uno de ellos en cinco años hundió la Intendencia de Salto en el mayor endeudamiento de la historia del departamento. Es un antecedente financiero lamentable.
La simulación, la falsedad, la falta de responsabilidad, la improvisación, llevan al pueblo uruguayo a un desastre.
¡Basta de creer mentiras!