¿Es Uruguay “el país de nunca jamás”? (Parte II)

Columnas 14 de diciembre de 2022 Por Adolfo "Fifo" Guidali
Segunda entrega de la columna de Adolfo “Fifo” Guidali.
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CORTE Y A (otra cosa): 

¿Están hartos, es verdad? Yo también, en medio de este “imbroglio” quiero cambiar de tercio y quebrar una lanza por el senador Juan Sartori. Sí, es verdad que se encuentra en situación irregular al no declarar los bienes de su legítima esposa, la rusa Yekaterina Rybolóvleva, como exige el reglamento parlamentario uruguayo.

Ahora bien, es probable que ni la propia señora de Sartori sepa a ciencia cierta cuál es su verdadero patrimonio personal. Por un lado, el gran magnate de la familia es su progenitor, don Dmitri Rybolóvlev, conocido sobre todo por ser propietario y presidente del club AS Mónaco, de la Ligue 1 francesa de fútbol, y por su divorcio de la madre de su única hija, que dio carnaza a las publicaciones financieras y a la prensa rosa de todo el mundo, al ser considerado uno de los más “caros” de la historia y, por otro, es más que probable que ella no tenga ni la menor idea sobre cuántas empresas, islas en el mar Jónico o en el Egeo posee (aquí exagero), o bienes que están a nombre de fideicomisos, pudiendo desembocar su eventual declaración (que imagino jurada) en un monto con un margen de error de +- centenares de millones de dólares. Las cosas hay que hacerlas bien, con precisión, o mejor que no se hagan, ¡joé!. 

Esto nada menos que en el país de los “malla oro”, que no pagan impuestos elevados porque después “desparraman” (¿guita? ¡No! ¿Están mamados?  Sí dispersan, revuelcan al pelotón, integrado por esos que meten palos en las ruedas de la bicicleta oficialista); esto de acuerdo a palabras del propio señor presidente, Luis Lacalle Pou, que parece tener alergia al verbo distribuir (es que suena medio izquierdoso), o porque tiene claro que esos señores capitalistas no van a distribuir otra cosa que no sea hambre y miseria, como es el caso de su amigo cuyo avión, dicen, duerme bajo techo en la Base aérea Nº 1, y quien paga a la mayoría de sus empleados por debajo del laudo. 

Pero, lo que nos preocupa en este preciso momento es el matrimonio Sartori-Rybolóvleva. Concretamente, la imposibilidad para ella de determinar y poder declarar su verdadero patrimonio. 

Esto tiene una solución ecuánime y podría asimilarse a las condenas, penalizaciones o multas pagadas mediante trabajo social, veamos: Es consabido que la señora Sartori, ella, su familia o un holding muy próximo son propietarios de la archifamosa isla de Skorpios, en el mar Jónico, si no me equivoco. Se sabe que Yekaterina tiene amistad con Athina Onassis, con la cual comparte la pasión por los deportes ecuestres. Asimismo, que a la rusa le fascina la isla de la cual su amiga era la última heredera, lugar de culto, de auténtica pasión para la Jet Set, sobre todo cuando su abuelo (el de Athina), don Aristóteles, era por allá en los años ’60 uno de los hombres más ricos del mundo, y hasta había contraído nupcias con Jacqueline Kennedy, viuda del asesinado presidente estadounidense John F. Kennedy. Eran épocas en que la high society de medio mundo mataba por ser invitada a la hermosa ínsula, famosa por la increíble variedad de su flora, autóctona e importada, o aunque más no fuera, ser invitada a compartir una breve singladura en el lujosísimo yate “Christina”, bautizado así por la mamá de Athina, quien falleciera prematuramente al igual que su hermano Alexander. 

Así, Skorpios se convirtió en una especie de capricho para la joven Rybolóvleva, y su progenitor le dio el gusto como no podía ser de otra manera. Y, allí nada menos, tuvieron lugar los esponsales con nuestro estimado Juan. 

Bien, y mi propuesta es seria. El matrimonio podría borrar la falta reglamentaria cediendo en préstamo parte de la isla (menos del 25% como mucho) durante cortas temporadas para instalar campamentos del INAU, donde los niños y adolescentes con menos recursos de nuestro país podrían gozar de unas vacaciones dignas y diferentes, muy cerca de lugares cuya cultura data de hace casi 3.000 años y es el meollo de la nuestra actual. 

La logística no sería complicada, puesto que el clima benigno del lugar permitiría a los jóvenes visitantes alojarse en simples carpas. Lo más costoso, que serían los pasajes aéreos en esta época post pandemia, podría sufragarse mediante un uso racional de los Hércules C-130-H españoles caducados que compró el ministro de Defensa Javier García, antes de que sean vendidos como chatarra. Por supuesto, tampoco se trata de poner en riesgo la integridad física de los pasajeros, pero estos aviones podrían completar los trayectos haciendo “sapitos” y junto a la tripulación destacar no menos de cuatro mecánicos de a bordo en cada uno para enfrentar cualquier contingencia técnica. De paso, podría incluirse, sin que esto sea vinculante para el matrimonio, al menos una visita a la Acrópolis de Atenas, haciendo hincapié en el Partenón. Esto podría cambiar la percepción de la realidad de estos jóvenes e integrar a su acervo personal este viaje cultural. 

Asimismo, los chicos y chicas con mejores aptitudes futbolísticas podrían ser invitados a disfrutar de las flamantes instalaciones del Centre de Performance de La Turbie, del AS Mónaco, recientemente (re)inaugurado por el senador Sartori (vicepresidente y directivo del club) y señora (directiva) junto al príncipe monegasco Alberto II, un gran aficionado a los deportes y buen amigo de quienes lo practican. Allí, los jóvenes no sólo accederían a recursos futuristas, sino que hasta podrían intercambiar con Grimaldi sobre los orígenes de su familia genovesa, las peloteras interminables entre güelfos y gibelinos, y el momento en que uno de sus antepasados, a fines del siglo XIII, se hizo con el control de ese lugar hoy tan chic e históricamente paso casi obligado por tierra entre Italia y Francia, sobre la costa y evitar la montaña, para terminar como una especie de protectorado francés tras luchas interminables con varias de las entonces pequeñas repúblicas que actualmente integran Italia. 

Por favor, no quiero que nadie vea en esto una especie de broma, sino el germen de una iniciativa que, probablemente, no tenga el menor eco entre los diferentes actores potencialmente concernidos, pero que en su espíritu pretende ayudar a brindar otra visión y percepción del mundo a niños y jóvenes, que podrían integrar esta experiencia en su escala de valores personal, ampliando sus horizontes al recibir una riqueza cultural por completo fuera de lo común, merced a un gesto solidario. Pero, mejor dejemos de soñar y pasemos a un “broche final”. 

“El facho y el ladrón”, fábula atribuida a Gerardo Sotelo 

Bueno, la autoría de esta frase no siembra la menor duda: “Y así, con el triunfo del ladrón sobre el facho, se fue otra elección en esta sufrida América Latina. Mamita.”. 

¡Preocupante!, es algo grave que nada menos que el director de la Televisión Nacional y responsable de la radiofonía y cinematografía oficiales se refiera en estos términos a dos presidentes (y candidatos a) de otro país, “hermanastro”, gran vecino y socio en el inestable y poco serio bloque del MERCOSUR. 

Pero, a veces “es peor la enmienda que el soneto”, y cuando Gerardo salió a aclarar que utilizaba las propias palabras de los aludidos durante la campaña electoral, que hubo “crítica” e “ironía” en las suyas, la cagó aún más. Además, “Mamita”, ¿es una expresión de asombro o sorpresa? Es imposible, puesto que eran claramente los únicos candidatos en liza para la segunda ronda electoral. ¿Hace alusión a su mamá o a una señora de buen ver? Fue algo “al pedo como cenicero en moto”. La macaneó el “fratello” Sotelo. 

Algún adepto incondicional minimizó su “performance” alegando que era un simple “tuit”. Creo que no hay que minusvalorar así nomás a la red del pajarito Larry, no sólo porque la acaba de comprar el “visionario” Elon Musk, nacido hace poco más de medio siglo en la Pretoria por entonces del “apartheid”, sino también porque la existencia de la ya mencionada Bianchi y su colega oficialista Da Silva (guapo de pulpería, si los hay) carecería de sentido y nos quedaríamos sin dos representantes en la cámara alta parlamentaria. Además, me parece mal que se refiera de esa manera a un amigo personal de su compañero de coalición y también legislador, el gral. (R) Guido Manini Ríos. 

Puedo imaginar el “matete” que se haría Sotelo ante la emergencia y/o revelación, más que probable, de un presidente o candidato a tal que sea a la vez facho y ladrón. Insisto, ¡preocupante! 

Bien, no los aburro más, pero todavía me queda responder a mis espontáneos lúmpenes burgueses por qué no vivo en mi país. 

Para comenzar, me gustaría mucho. Sin embargo, he vivido más de la mitad de mi vida en Europa, lo que en sí mismo no significa el menor impedimento, salvo que a pesar de haber estado casado con una compatriota mi único hijo nació y se crió por estos lares (le encanta Uruguay, pero no está claro cómo podría desempeñarse allá). O sea, se crean lazos de arraigo muy sólidos. 

Por otra parte, me niego en esta etapa de mi vida a vivir en una sociedad que está en vías de normalizar o minimizar el delito, se llame prevaricación, corrupción o tráfico de influencias y otras cosas, que se añaden a una inseguridad endémica desde hace muchísimo tiempo (varias décadas y se ha ido incrementando), pero quienes cortan el bacalao utilizaron como caballito de batalla electoral y no han hecho absolutamente nada eficaz para erradicarla, salvo tirar la pelota al tejado ajeno y, precisamente, ese pescado que cortan o les regalan congelado comienza a oler a podrido. 

Eso sí, respecto a Uruguay no digas “nunca jamás…”.-




Adolfo “Fifo” Guidali Etcheverry

Montevideo, 17/06/1955

Graduado (magister) por la EHESS (París)

Máster en Guiones de cine (UAM, Madrid)

Periodista, escritor y guionista desde hace más de cuatro décadas, sobre todo para grandes agencias de prensa, en Francia principalmente, y corresponsal de medios latinoamericanos. Algunas novelas y cuentos publicados sin pena ni gloria, aunque con buenas críticas, en varios países. Guiones realizados para televisión, en España en particular. 

Hobbies: cada vez menos.

En la cuneta: futbolista y físico investigador.

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