
Estos tres micro-relatos parecen corresponderse con la idea de que incluso en la esfera más personal se puede hacer política: vivimos en un mundo distópico donde mañana puede ser nunca. Hay que hacerse cargo en el círculo de cada uno, porque muchos ya no pueden esperar. Y la fraternidad puede quebrarse, como en la historia de Caín y Abel, pero renace siempre, aún en medio de claroscuros. El autor es abogado, fue diputado y ocupó cargos públicos.